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Sigfrido Serra, junto a una de las piezas que decoran un estudio donde la creatividad se muestra en cada rincón. JOSÉ LUIS BORT

Sigfrido Serra: «Soy interiorista 24 horas al día, siete días a la semana. A mí me encantan los lunes»

Es uno de los jóvenes valencianos con mayor proyección en el mundo del interiorismo, donde ha encontrado una vocación transformada en pasión y estilo único. El interiorista mantiene sin embargo los pies en el suelo. «No quiero crecer más. Estoy feliz así»

Lunes, 8 de septiembre 2025, 00:21

Hay dos circunstancias en la vida de Sigfrido Serra que le han hecho único, y las dos tienen que ver con su infancia. La primera ... nos lleva a su apellido. Este joven interiorista creció en la tienda de su familia, en Cirilo Amorós, donde jugaba a crear pequeños refugios entre los muebles cuando salía de sus clases en Dominicos. La segunda lo transporta al Saler, donde ha veraneado con sus padres y sus abuelos, y donde todavía conserva un grupo de amigos con los que hacía cabañas entre los árboles. Si le sumamos una pasión desmedida por su profesión, el resultado es un joven con un talento y una proyección sin techo. De momento ya está considerado como uno de los 25 mejores interioristas de España. Y es el único valenciano de la lista.

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-¿Hasta qué punto es feliz como interiorista? ¿Con las decisiones profesionales que ha ido tomando?

-Si es que yo siempre he dicho que me da la sensación de que no trabajo. Recuerdo una vez un titular en el que me definían algo así como: 'Él no trabaja, él se lo pasa bomba'. Es que es así. A mí me encantan los lunes.

El estudio de Sigfrido Serra está ubicado en la planta superior de la tienda de Muebles Serra que ahora regenta su padre. Subir las escaleras es como ir accediendo a otro mundo totalmente distinto al que hemos dejado abajo. Un universo lleno de color, de creatividad, también de sorpresa y, sobre todo, de mucho divertimento.

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-¿Qué significa este lugar para usted?

-Para mí es muy especial porque es una herencia familiar, porque aquí fundó mi abuelo la tienda de mobiliario clásico hace ya casi 70 años. Aquí me divertía cuando era pequeño, y ese fue primer contacto con la profesión. Haber podido darle la vuelta y crear mi mundo aquí mismo me ha permitido seguir en contacto con mi familia, sentir orgullo del legado que me dejan. Es una mezcla de mi esencia y, al mismo tiempo, de la evolución que he ido haciendo en estos años de profesión.

Sigfrido Serra, durante la entrevista en su estudio. JOSÉ LUIS BORT

El joven que rebosa talento

Considerado uno de los mejores interioristas de España, Sigfrido Serra bebe de la tradición de una familia dedicada a la venta de muebles, y de hecho es una de las pocas familias que todavía siguen con el negocio después de la debacle del sector en Valencia. Además, se dedica al diseño de producto.

-Ha heredado incluso el nombre...

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-Mi padre también se llama Sigfrido, y mi abuela le puso ese nombre por una ópera de Wagner. De pequeño lo pasé mal y ahora me siento muy afortunado.

-Entiendo que además no perder la esencia habrá satisfecho a su familia...

-Son todos muy fans (ríe). De alguna forma todos están involucrados, tanto mis hermanos como mis padres y mi abuela, que sigue al pie del cañón. Son un apoyo constante y me siento muy afortunado de tenerlos.

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-¿En qué momento tuvo claro que ese podía ser su futuro?

-Desde muy pequeño siempre me ha gustado el concepto de la casa, de dibujar, de pensar, así que me matriculé en Arquitectura Técnica porque me parecía interesante crear volúmenes, tener ese contacto con la edificación y la construcción. El primer año descubrí además que había una formación que trataba más en detalle los espacios interiores, y decidí cursar las dos carreras a la vez. Como decía Mies Van der Rohe, 'Dios está en los detalles'. Y me enamoré de la profesión. Hasta ahora.

-¿Qué le ha dado esa doble formación?

-Es algo muy enriquecedor. A mí me han educado en un gusto por la estética, por la belleza, y en un hogar es muy importante. En España no se había valorado tanto como en los países nórdicos pero ahora empieza a ser tenido en cuenta, y es algo que me satisface.

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-¿Cómo cree que respira Valencia en este sentido?

-Valencia está en un momento increíble, prácticamente todos mis clientes son extranjeros, franceses, americanos... Acabo de terminar una casa a una pareja de Colombia y en breve viajaré a Cali porque quieren que les haga su casa allí también. Y esa relación es muy satisfactoria.

-¿Es complicado encontrar un estilo propio y que la gente le busque por esa forma de ver el interiorismo?

-Todo el mundo me dice que tengo un estilo pero yo no lo llego a ver (ríe, humilde). Cada proyecto tengo la sensación de que es distinto al anterior, porque para mí es importante darles el toque de personalidad de mis clientes, porque si hay algo que me nutre son esas ideas. Quizás me dedico más a ordenarlas que a imponer las mías.

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-Yo veo mucho color, mucha creatividad, pero sobre todo mucho juego.

-Quizás es mi parte más infantil, divertida y alegre. Me considero una persona muy positiva, a todo le veo el lado bueno y es algo que me llena mucho. Y tengo claro que me gusta estar rodeado de gente que vibra en la misma energía que yo.

-¿Está satisfecho con lo que ha ido creando en su vida?

-Yo creo que al final soy muy afortunado, porque me da la sensación de que es mi forma de vida 24 horas, siete días a la semana. Me voy con unos amigos a cenar, veo la silla que me gusta y lo primero que hago es darle la vuelta para ver quién lo ha diseñado, qué marca es. La profesión de interiorista te abraza tanto que vives en ese mundo de forma exclusiva. A los alumnos siempre se lo digo, bienvenidos a una nueva vida.

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El estudio de Sigfrido Serra, lleno de color y de piezas únicas. JOSÉ LUIS BORT

-Porque usted es docente en Barreira. ¿Le ha ayudado a ver el talento?

-Cuando ves un proyecto puedes detectar si detrás hay alma. Porque el alma lo es todo. Los interioristas somos personas que buscamos el porqué de las cosas, no un simple punto de color o de forma. Hay un concepto que lleva a un proyecto, y que siempre tiene un hiloconductor.

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-Ha conseguido premios, reconocimientos. ¿Ya se lo cree?

-Nunca he pensado que sea algo tan importante, creo que al final hay que seguir trabajando. Es bonito, sí, que te digan que lo haces bien, pero creo en el día a día.

-¿Sabe decir que no?

-Ahora sí. Decir que no a proyectos es parte de la evolución, de esa escalera que hay que ir subiendo día a día. Además, para estudios como este, que somos pequeños, decir a todo que sí no nos va a hacer mejores. Quizás todo lo contrario. Además, de alguna forma seleccionar tiene que ver con coherencia empresarial, porque no quiero crecer más. Estoy feliz como estoy, prefiero hacer pocos y buenos proyectos.

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-¿Tiene algún sueño por cumplir?

-Me quedan muchos por cumplir, pero sobre todo hay uno que está siempre en la lista. Como creativos, tenemos que dejar un legado, y a mí me queda pendiente dejar algo para mi ciudad.

-¿Alguna vez se ha planteado irse de Valencia?

-Ahora paso mucho tiempo fuera, trabajo mucho en Madrid y también a nivel internacional. Tengo obligaciones profesionales que me mantienen cerca de Valencia, pero es que más allá de que me gusta mucho abrirme puertas afuera, que me encanta salir, mi esencia y mi raíz están en Valencia, ciudad que amo, que es fuente de inspiración.

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-¿Dónde lo encontraría en un momento de desconexión?

-En El Saler. No hay árbol donde de pequeños no hubiéramos montado una casa a doble altura con escalera. Era mi diversión absoluta. Todavía hoy nos acordamos los amigos de aquella infancia maravillosa.

-¿Tiene buenos amigos?

-Sí, y me siento, de nuevo, muy afortunado. De hecho, uno de los valores que más me importa es la fidelidad. Y siempre me he sentido muy apoyado.

-¿Hay que ser un poco rebelde para hacer las cosas de otra manera?

-A veces yo creo que esa rebeldía, una rebeldía bien entendida, es el sentido de la vida.

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