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Mayrén Beneyto, con una bandeja de plata diseñada para servir salmón ahumado.

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Mayrén Beneyto, con una bandeja de plata diseñada para servir salmón ahumado. IRENE MARSILLA
LAS MIL VIDAS DE MAYRÉN BENEYTO CAPÍTULO 7

Escoltas, escuchas telefónicas e invitados misteriosos en la casa de Mayrén

Ha convertido su casa en un lugar de reunión por el que han pasado desde Fernando Abril hasta Jaime de Marichalar o Luis Alfonso de Borbón. Hubo una época aciaga en su vida, cuando estaba amenazada por ETA, en la que su hogar fue también refugio

Domingo, 30 de noviembre 2025, 00:31

Nos detenemos en el año 1997. Héctor Villalba está a punto de ser nombrado oficialmente presidente de Unio Valenciana, y llama a Mayrén Beneyto una noche. La conversación es la siguiente: «Mayrén, tomo posesión mañana a las nueve de la mañana, y quiero que vengas y hablemos una hora antes». Peso pesado del partido, todo puede ser, quizás un puesto de consellera, o todo lo contrario, que no cuenta con ella. Algo importante es, seguro. «Entro en su despacho y me pone una grabación de una llamada telefónica con mi exmarido, que se colocaba ahí enfrente -señala los jardines del Turia que se ven desde su casa- y me decía que quería que si no se acostaba conmigo se moría. Estaba obsesionado, quería que me convirtiera en su amante a pesar de que había vuelto con su mujer. Hablaba además de 'ese gordo' que tienes de presidente, refiriéndose a Vicente González Lizondo, y de que cuándo me iba al Partido Popular. Y Héctor me preguntó directamente: '¿Te vas a ir con Rita?'».

En la casa de Mayrén Beneyto, en la calle Serrano Morales con vistas a la plaza de América y al cauce del Turia, han pasado siempre cosas. Aquella conversación subida de tono entre Mayrén y su segundo marido cuando ya no estaban juntos, y que grabaron radioaficionados, no es la única, y de hecho ha habido alguna intervención policial debido a la importancia de los invitados. «Un día estaban en mi casa Manuel Broseta, Jaime Lamo de Espinosa, Emilio Attard y Fernando Abril Martorell, y de repente escuchamos a través de dos micros que tenía instalados en la biblioteca para escuchar música: 'radio 4, ¿estáis grabando?'. Tuvo que subir enseguida la policía». Parece que a los radioaficionados les encantaba colarse allá donde ocurriera algo interesante, y la casa de Mayrén lo era. «Por aquí han pasado ministros, consellers, personas de la alta sociedad y a todos los he recibido».

Hay un momento muy difícil en la vida de Mayrén Beneyto. Una mujer acostumbrada a moverse entre fiestas y eventos, que hace de su presencia pública una forma de vivir, que sale cada día a pasear con sus nietas, tiene que cambiar radicalmente su rutina. Fue en la época en que ETA puso el punto de mira en los representantes públicos de todo el territorio español. «Todavía recuerdo que la madre de mis nietos me dijo que no podía ir con ellos por la calle porque los iba a poner en peligro. Tuve que prescindir de lo que más adoraba». Y Mayrén dejó prácticamente de salir. «De casa al trabajo, porque además siempre tenía que ir con escolta y a mí no me gustaba aquello de estar cenando y tenerlo esperando. Fue horroroso».

Recuerda una ocasión, recién separada de su segundo marido, que éste la convence para ir a cenar después de que el escolta ya se hubiera ido. «Tenía completamente prohibido salir sola». Se fueron a un restaurante que había por la plaza de Toros, era muy tarde y estaba segura de que no les habían visto porque tenía incluso una puerta trasera, pero al cabo de unos minutos apareció el escolta en el local muy enfadado. «Se enteró no sólo de que había salido, sino de dónde estaba. Me dijo que se jugaba su puesto, pero además me hizo ver cuáles podrían haber sido las consecuencias de aquella salida furtiva, porque así como él había sabido enseguida lo ocurrido, también 'los malos'». No volvió a 'escaparse', pero todavía hoy recuerda con angustia aquella época. «Esa sensación de que todas las mañanas tuvieran que revisar los bajos del coche… Dejé de conducir y me dio una rabia enorme».

Damos un salto en el tiempo hasta la infancia de Mayrén Beneyto. «Nací el 14 de mayo de 1945 en María de Molina, que es hoy en día Poeta Querol, y de pequeña siempre dije que veía las pisadas de los camellos en Reyes. Otro recuerdo maravilloso que tengo es que los trabajadores de Julián López, que tenía bajo mi casa un almacén, salían todos a verme y yo les sonreía. Mi abuelo siempre decía que lo más importante que había hecho en su vida era ser el abuelo de la niña de los moñetes de la Glorieta y el Parterre». Se estaba gestando ya la Mayrén que tenía que encandilar a todo un país, a la que su madre enseñó cómo había que vestir y cómo había que comportarse para convertirse en la perfecta anfitriona.

Hoy Mayrén Beneyto muestra cómo ha convertido recibir en casa en todo un arte. «Decían que mi madre era la número uno en recibir en casa», cuenta Mayrén, que ha heredado esta cualidad. Sobre la mesa del comedor hay una profusión de piezas de plata, la mayoría que ella misma vendía en la Roca, la tienda de regalos que regentó durante su juventud. Cada una tiene su función, para servir el pato, el pavo, la lubina, el salmón ahumado, las salsas, el caviar… «Estas piezas para servir la carne nos las trajimos mi madre y yo de Londres, donde las compramos en un anticuario del mercado de Portobello».

También hay un fabuloso servicio de té inglés, y Mayrén va explicando cómo se usa cada uno de ellos, y cómo ha permitido vestir la mesa de las grandes personalidades de toda una época, desde la política, la música (Raphael o Rocío Jurado) o la nobleza, como Luis Alfonso de Borbón o Jaime de Marichalar. Desde ministros hasta famosos. Con Jaime de Marichalar le ha unido una amistad de años, y de hecho le llegó a contar que la infanta Elena había estado a punto de ser nombrada por su padre heredera al trono en el caso de que el príncipe Felipe se hubiera finalmente querido casar con la modelo noruega Eva Sannum. Que fue el motivo de que Jaime sufriera un ictus. Y enseña una invitación a un evento de Dior en París donde les invitan de forma conjunta, y habla de una época en la que en Madrid era invitada a las grandes fiestas. «Siempre estaba en una de las mesas preferentes, porque entonces no había prácticamente mujeres que no fueran florero».

Mayrén Beneyto muestra fotografías de diferentes cenas y comidas en el comedor ahora ocupado por la vajilla de plata. Y en las fotografías aparecen la condesa de Altea, María Teresa Monsonís, Charo Font de Mora, Emilia Segura, Loli Marco, Maiti Moroder, Hortensia Herrero... ¿Y qué comen? Mayrén dice que no hay que servir demasiado, y pone como ejemplo un menú para unos pocos amigos en el que hizo una tarjeta de invitación, y donde hay tres entrantes, caviar iraní, chatka (cangrejo) ruso y foie gras de pato. Como principales, salmón noruego, tabla de ibéricos, tabla de quesos, tabla de fiambres italianos y cóctel de langostinos, todo regado con champán. O su roastbeef. O sus famosos cocidos. Todavía recuerda con aprensión aquella ocasión en la que tuvo que encargar una paella a las seis de la tarde para un director de orquesta. O cuando, casada con su segundo marido, le mandaban un pavo para Acción de Gracias. El pequeño problema es que estaba vivo.

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