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Los mejores estilismos de los premios Valencianos para el siglo XXI
Los invitados visten sus mejores galas en una noche protagonizada por el blanco y negro con toques de color, como los diseños elegidos por Esther Pastor o Paula Dolcet
La vida nos da pocas oportunidades de cumplir uno de nuestros sueños de niñas: el de ir a un evento luciendo el mejor de los vestidos, entrando sobre una alfombra roja, bajo los flashes de los fotógrafos. Los premios Valencianos para el Siglo XXI de LAS PROVINCIAS regalaron el jueves una de esas oportunidades de ponernos guapas, sacar del armario el vestido que está por estrenar, de probar mil combinaciones de faldas y blusas hasta dar con la más equilibrada en color y corte, elegir zapato destalonado o sandalia y rematar con unos buenos pendientes o complementos hasta llegar a ese momento mágico en el que dices: ¡Olé, ya sé qué ponerme!
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En la gala se vieron piezas de lo más lujosas pero también asequibles, y todas cobraron nueva vida gracias a la personalidad de quien las llevaba. Mayrén Beneyto -veterana y experta en este tipo de eventos-, eligió un vestido de la diseñadora Marta de Diego, de impecable confección, que llevó con joyas del Museo de Arte del Oro Colombiano. ¡Buena es ella para interpretar tendencias, no le da miedo nada!
La modelo Paula Dolcet también dio una lección de estilo con un vestido de la firma española Redondo Brand y un bolso caja de Chanel de la colección Lego, una de esas piezas de coleccionista que se cotizan cada vez más alto en tiendas de segunda mano. Esther Pastor estaba espectacular con una falda lápiz color rosa a juego con una delicada blusa de gasa con jaretas, ambas de la firma Nº21 y remató el conjunto tan especial con mules de Gianvito Rossi, todo de la boutique Patos, y una cartera roja de YSL. Lourdes López -alma de Patos y amiga de Esther- eligió de su boutique un vestido de línea años cincuenta de Ermanno Scervino con sandalias de Gianvito Rossi, un look que podría haberse fisto en cualquier 'front row' de la semana de la moda de Milán.
Los complementos, capaces de dar un aire nuevo a cualquier prenda, fueron un festín para las que amamos la moda: bolsos de Gucci, Loewe, Prada, Chanel y Luis Vuitton, joyas de Rabat, exquisitas sandalias de Gianvito Rossi brillan por si solas y atraen las miradas incluso a los estilismos más sobrios. Lorena Saus optó por un look de líneas limpias que elevó con un bolso de Gucci y zapatos de Prada; Marta Roselló combinó un Louis Vuitton con su vestido de Uterqüe, demostrando que la fórmula del menos es más sigue siendo infalible. La paleta cromática se movió entre el clasicismo del blanco y negro y el magnetismo de los colores vibrantes. Paqui Gallardo apostó por esta combinación atemporal con un estilismo sobrio, mientras que Patricia Alonso y Lorena García llevaron la tendencia a su máxima expresión con juegos de proporciones entre faldas lápiz, tops minimalistas y pantalones rectos. En la misma línea depurada, Eugenia Torres lució un vestido negro de COS acompañado de accesorios dorados, recordando la fuerza de la silueta columna, una de las favoritas de esta temporada. Pilar Armiñana se decantó por un vestido largo de estampado floral combinado con complementos en fucsia, sintonizando con el revival romántico que han presentado firmas como Erdem o Zimmermann en sus últimas colecciones.
Las texturas ligeras y satinadas tuvieron un papel protagonista, con especial presencia de vestidos lenceros. Marta Martí -de las invitadas más jóvenes- brilló con uno muy favorecedor de Massimo Dutti y un collar de Singularu, mientras que Eva Marcellán optó por un delicado vestido de Topshop con blazer de Selfridges, creando un juego de contrastes entre la sensualidad del satén y la estructura de la americana, con un look muy similar al de su amiga Ángela Pla. La doctora Lucía Asensio ofreció una versión más 'couture' de la tendencia con su falda de tafetán blanco y top de palabra de honor de punto, una silueta que evocaba los editoriales de moda de los años 50 actualizada.
Los hombres también dieron una lección de elegancia. La sastrería masculina, lejos de ser un uniforme rígido, se convirtió en un espacio de experimentación. Jorge Pérez y David Núñez eligieron Hackett, con chaquetas de líneas clásicas y ese saber hacer que tiene la firma con tejidos de calidad. Carlos Cervera y Javier Martínez-Rubio escogieron americanas de Armani, El Ganso y Álvaro Moreno, mientras Rafa Pérez Higón llevó la sastrería a su máxima expresión con un traje de Vitale Barberis Canonico, recordando que la confección artesanal sigue siendo la cima del buen vestir.
Los guiños a las tendencias globales se hicieron evidentes: pantalones palazzo como los de Óscar Palos marcaron la silueta fluida que dominó los meses de calor, mientras que los tonos verdes, vistos en el conjunto de Marina Fertré, confirmaron que el color de la temporada ha llegado para quedarse. La presencia de prendas oversize, desde blazers hasta camisas de corte masculino, demostró que la comodidad se ha convertido en el nuevo lujo. Incluso en los looks más casuales, como los de Elena Safránez o Domi Roma, que apostaron por piezas de Zara y Mango, se respiraba la influencia del lujo silencioso con siluetas neutras, tejidos de calidad y accesorios que hablaban por sí solos. Lo más interesantes de la noche fue la convivencia natural de firmas de lujo con moda asequible. La combinación de vestidos de Zara o Mango con bolsos o cinturones de Loewe, como hicieron Gema Guzmán o María Andrés, dejó claro que el auténtico estilo reside en la capacidad de mezclar y no en la etiqueta de las prendas.
Muchas invitadas apostaron por una paleta dominada por tonos neutros, desde los trajes de chaqueta en gris claro y arena, hasta los vestidos largos en blanco roto o estampados delicados, combinados con blusas de seda y faldas midi. Su opuesto, el negro, el color infalible para estas ocasiones, reinó en muchas de las invitadas, que optaron por vestidos de cóctel, monos o pantalones palazzo combinados con tops de líneas sencillas. Hubo también quienes se atrevieron a romper la neutralidad con toques de color: el fucsia fue uno de los favoritos de la noche, pero también los tonos burdeos.
Más allá de las marcas, más allá de las tendencias, la gala de los premios fue una reafirmación de que la moda es, hoy más que nunca, un lenguaje de libertad, un espacio para contar quiénes somos y cómo queremos ser recordados.