La Diada no inquieta a Sánchez pero sí sus socios nacionalistas
División en el secesionismo, auge de la extrema derecha y poca movilización marcan la protesta del 11-S en Cataluña
El otoño caliente español acostumbraba siempre a empezar hasta hace bien poco con la manifestación independentista de la Diada de Cataluña. Una protesta que ... llegó a concitar a cientos de miles de personas en los años álgidos del 'procés' y que marcaba la agenda del Govern y por extensión de toda la política nacional.
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El célebre «president, posi les urnes» (presidente, ponga las urnas) de 2014, pronunciado por Carme Forcadell, entonces presidenta de la ANC, forzando a Mas a seguir adelante con la consulta soberanista del 9-N ante una asistencia masiva, queda ya muy lejos. La Guardia Urbana de Barcelona cifró la asistencia entonces en 1,8 millones de personas. El año pasado, fueron 60.000.
La manifestación de la Diada era el acontecimiento más relevante de la época en el inicio del curso. En la Moncloa y en el Palau de la Generalitat, el pulso de la calle se analizaba al dedillo. Ya no. Ahora es al revés. Se sigue como prueba del cambio político que se ha producido en Cataluña: también hay normalización en las calles.
Tras una consulta soberanista, un referéndum unilateral y una declaración de independencia, en Cataluña gobiernan los socialistas. Los secesionistas han aparcado sus reivindicaciones maximalistas y ahora negocian, como socios del Gobierno central, una nueva financiación autonómica, mejoras para el catalán y transferencia de competencias para el Govern, ya sea en Cercanías, el aeropuerto del Prat o en materia de inmigración. Más autogobierno para Cataluña, pero dentro del marco constitucional.
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El próximo 11-S, la principal preocupación de Pedro Sánchez no llegará de las calles de Cataluña para saber cuánta gente acude a la llamada de la ANC y Òmnium Cultural en la manifestación de la Diada. El quebradero de cabeza le vendrá de un juzgado de Madrid, donde deberá declarar como investigada su mujer, Begoña Gómez, por un presunto delito de malversación. El otoño caliente este año es sobre todo judicial (Kitchen, Cerdán, Pujol, García Ortiz, Montoro, ley de amnistía y Puigdemont). Los socialistas tratan de aplazar el pleno del Congreso por su coincidencia con la Diada. Es un gesto hacia Junts, cuyos diputados podrán participar en todos los actos previstos para la jornada festiva en Cataluña. De esta forma, el PSOE se aseguraría la presencia de los 7 escaños junteros, claves para las votaciones.
La manifestación independentista de la Diada del año pasado reunió a 60.000 personas en Barcelona, una décima parte o incluso menos que las protestas de hace una década. La del año pasado, fue la primera con Illa como presidente de la Generalitat. El nacionalismo perdió en 2024 la mayoría absoluta que había tenido en el Parlamento catalán desde 1984. El movimiento tocó fondo. La cita de este año se celebrará también descentralizada, para amortiguar el bajón de aforo.
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Los discursos del presidente de la ANC ya no hacen temblar los cimientos del Palau de la Generalitat, como en el 'procés', pero aún mantiene una cierta influencia. El cantante Lluís Llach dirige la plataforma nacionalista y es muy crítico con Junts y ERC por mantener su apoyo a Sánchez. Llach apretará para que rompan con los socialistas. Es un flanco de presión hacia Puigdemont, en un momento en que los de Junts deben decidir, en los próximos meses, si siguen respaldando al Gobierno. La manifestación del 11-S no quita el sueño al Gobierno pero sí sus socios secesionistas.
Llach también apretará a ERC para que rompa con Illa. Pero la influencia de la ANC sobre Esquerra es menor pues llevan años enfrentados. Esta es una de las características del actual independentismo. Está dividido por todas partes. Puigdemont y Junqueras siguen sin reconciliarse, la CUP tiene serios problemas internos, la ANC y Òmnium, más allá de que el día 11 se manifiesten juntos, tienen estrategias muy diferentes. Y además, emerge una extrema derecha nacionalista, que amenaza con convertirse en un actor relevante del movimiento independentista, sobre todo en detrimento de Junts. Sílvia Orriols, líder de Aliança Catalana y alcaldesa de Ripoll, desafía a los demás secesionistas al organizar su propia Diada en Ripoll.
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