Compromís acentúa su deriva
Los diputados de la coalición intensifican una ruptura política y discursiva en el Congreso que ninguna formación antes ha logrado zanjar con final feliz
Burguera
Domingo, 14 de septiembre 2025, 00:52
Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura». Así comienza 'Bonsai', del chileno Alejandro Zambra. Un nítido principio que adelanta un ... pésimo final. Ese camino a la perdición es en el que se ha metido Compromís de lleno. Zambra desvelaba el final y avisaba de sus intenciones literarias. Compromís hizo algo similar antes del parón estival, cuando una de sus partes, los nacionalistas de Més, tomó una decisión insólita en el Congreso y unilateral dentro de la coalición. Una situación inédita en la cámara baja protagonizada por una formación que asegura pretender seguir siéndolo, un paso que sonroja a muchos de los que han sido importantes en Compromís y que no augura nada bueno para el futuro de la coalición.
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Nunca nadie, ninguna formación, ha aguantado desdoblarse y dividirse en el Congreso. Es una situación insalvable a la larga. Àgueda y Alberto, los dos diputados de la coalición, estaban juntos. hora, ya no están juntos. Defienden cosas distintas desde grupos diferentes. El resto es literatura política.
No hay muchos antecedentes de la escisión parlamentaria protagonizada por Compromís en el Congreso. Hay transfuguismo, fugas singulares a tierra de nadie… Este periódico ha consultado a veteranos parlamentarios de derecha e izquierda en la cámara baja. Entre los del PP señalan que no hay precedentes y que la situación, además de ser «un ejercicio de hipocresía sideral» porque «engañan a los votantes» supone una «deriva que siempre acaba mal».
De hecho, en las filas socialistas recuerdan que algo «remotamente» parecido pasó en AP, cuando se reconvirtió en Coalición Popular y el PDP, uno de los socios, tras las elecciones de 1986, dejaron a los populares y se fueron al mixto pensando en que el ascenso del CDS podría cuajar. Al final, todo aquello acabó en explosión interna y en 1989 se reinventa AP en forma de PP y los que fueron del PDP acaban absorbidos, asimilados y reconvertidos. Movimientos como el de Compromís en el Congreso son el preludio de catarsis inminentes y futuros turbulentos.
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«Vamos hacia el ridículo máximo», se auguraba a finales de junio desde uno de los escaños más destacados de Compromís en Les Corts, que atribuía la escisión en «la necesidad de la dirección de Més de legitimarse ante los suyos» saliendo de la esfera de Sumar.
Es complicado dilucidar si, ciertamente, la coalición ya ha llegado a ese «ridículo máximo», pero no es desdeñable la situación vivida esta semana como ejemplo de sinsentido político.
Gaza como detonante
Mientras un parlamentario, Alberto Ibáñez, ha abogado este martes por enviar tropas coordinadas por la ONU a la franja de Gaza a hacer frente a Israel, su compañera de coalición, Àgueda Micó se ha desmarcado por completo de semejante idea y ha advertido de que se trata de una propuesta no consensuada en el seno de Compromís, donde ya pocas cosas parecen pactarse. Fuentes vinculadas a Micó deslizaron, además, que la posición defendida por la diputada nacionalista es la que representa a la mayoría en Compromís, una afirmación que en el entorno de Ibáñez no sentó nada bien.
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La legislatura actual ya empezó mal. IPV y Més protagonizaron un primer amago del desdoble que ahora ratifican cuando en julio de 2023 se rompieron relaciones entre los dos partidos y no hubo actividad orgánica conjunta durante meses. La quiebra se produjo por la sustitución, por las bravas de Mulet por Morera en el Senado.
En esta ocasión, y otra vez durante el mes de julio (el calor siempre incrementa la agresividad), Àgueda Micó, parlamentaria y dirigente de Més Compromís, se fue al grupo Mixto del Congreso en julio, enfadada por las trabas del PSOE a que su líder y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparezca en la comisión de investigación de la dana en el Congreso. Micó impulsó desde el pasado més de junio la salida de Sumar y la dirección de su partido secundó la ruptura al margen de lo que opinase el resto de la coalición. De hecho, el otro diputado nacional, Alberto Ibáñez, dirigente de Iniciativa del Poble Valencià (el partido fundado por Oltra), se ha quedado en Sumar. Si esta semana la divergencia la ha propiciado Gaza, anteriormente fue la quita de la deuda impulsada por el Gobierno.
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Atrás queda el mantra de que Compromís es «l'única veu que defensa els interesos de les valencianes i valencians». Ahora ya no es una voz, son dos y no dicen lo mismo. El relato, ese clásico de la política actual, ya no es uno solo, sino una especie de Rayuela, la novela de Cortázar que permitía ir saltando de una historia a otra en función de la elección del lector, eligiendo su propia aventura. Es una situación insalvable a medio plazo cada vez que una tormenta de este tipo se escenifica. Siempre acaba mal.
«Manos libres»
«Micó ha intervenido en cuatro puntos en la última sesión del Congreso. Queremos tener las manos libres. Nosotros en el grupo Mixto haremos lo que hice yo en mis años allí en Madrid, votar lo que consideremos que es beneficioso para los valencianos», ha señalado esta semana Joan Baldoví, el sindic de Compromís en Les Corts.
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El veterano Baldoví, en la entrevista que le hicieron en À Punt, intentó relativizar la situación y las potenciales nuevas divisiones de opinión entre los dos diputados, por ejemplo ante unos futuros Presupuestos Generales del Estado: «Esas cuentas todavía tengo yo que ver que se presenten. Nosotros, Compromís, por unanimidad decidimos no entrar en el Gobierno. Un diputado nuestro se ha quedado en Sumar. Tanto Alberto como Àgueda defenderán los intereses del pueblo valenciano». A Compromís siempre le gustó llevar a gala su convivencia turbulenta, como una reivindicación de que la discrepancia es posible. Sin embargo, ha entrado en otra fase. Se dejaron de convocar órganos de coordinación y se ha querido imponer voluntades personales o de una de las partes sobre el resto.
El miedo a la irrelevancia es poderoso, pero una cosa es que el consenso no sea el fin de la acción política y otra distinta desarrollar la acción política con el consenso y las escasas estructuras comunes dinamitadas. El apaño de los divorciados cuando se reparten las viviendas e intentan aguantar «a ver qué pasa» funciona en contadísimas ocasiones, y aún más remotas son las veces en que vuelven a ser un equipo.
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En la Comunitat
La situación en Madrid está cogida con pinzas. Algo mejor, pero no mucho mejor está en la Comunitat, donde la figura de Oltra, su posible retorno en el caso de que su situación judicial se resuelva y lo haga a su favor, dispara alarmas entre los dirigentes de Més y dispara las especulaciones ante la posibilidad de que la exvicepresidenta pueda escuchar los cantos de sirena que le lanza Ens Uneix para encabezar su lista municipal. O lo que ella quiera.
Ante esa posibilidad, Baldoví avisa: «Muchísimos votantes no entenderían que Oltra o Compromís estuvieran al lado de un proyecto (en alusión al partido de Jorge Rodríguez) que está apoyando al PP y que ha hecho que el PP tenga la Diputación de Valencia, apoyada también por Vox». Un partido, ha añadido, «que está apoyando a un presidente –en referencia a Vicent Mompó- que es capaz de declarar una cosa en televisión (sobre la dana) y ante el juez se desdice para hacer que la coartada de Mazón se aguante. Mompó habría podido ser un presidente razonable de la derecha y al final es un cómplice de las coartadas de Mazón».
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No deja de ser muy revelador de hasta qué punto Compromís está descolocado si Jorge Rodríguez, líder de Ens Uneix, se relaciona política y personalmente más con Oltra que el propio Baldoví. Que Baldoví y que el resto de la cúpula dirigente de la coalición, que en tres años no han tocado a la puerta de la que fuera su líder más allá de para hablar del tiempo o mostrar un apoyo más abstracto que concreto. Ese pasar página sin disimulo es admitido por parte de algunos dirigentes de la coalición, que ahora se encuentran con que no saben cómo retomar la relación con Oltra.
Ese desencuentro es un problema presente y, sobre todo, futuro, ya que el tiempo ha pasado pero la exvicepresidenta no ha desaparecido del mapa, y si el proceso judicial se decanta de su lado a lo largo de los próximos meses (los plazos de la justicia son inexorables, pero en teoría debería ser juzgada, si lo es, en la primera mitad del próximo año), lo mismo su presencia se convierte en la del elefante en la habitación donde se reúne la Ejecutiva de Compromís, incapaz de resolver sus diferencias actuales y sus asignaturas pendientes desde hace años. Tantas lagunas, charcos, minas y discursos divergentes no auguran un futuro político, algo que admiten muchos de sus dirigentes, al margen de que se aferren a la literatura política con la esperanza de que el temido final no se produzca al acabar la novela que se está escribiendo ahora
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