'El rey del higado'

Crítica de televisión ·

Muestra cómo el protagonista se pasa más tiempo haciendo flexiones que respirando y goza de un cuerpo cargado de testosterona, bronceado artificialmente, que deja a Hulk a la altura del barro

Martes, 20 de mayo 2025, 00:19

La adoración por los personajes estrafalarios en las redes sociales es extrema. Los sueños que moldea TikTok producen monstruos. Internet crea figuras excéntricas que acumulan ... millones de seguidores y una inmensa fortuna. Difícil de entender, en muchos casos, esta fama desmedida basada en el vacío, pero no podemos obviarla porque estos reyes del coaching patatero tienen su público, y no es poco. Son, generalmente, sujetos que buscan llamar la atención mediante discursos ridículos que compra demasiada gente. No siempre cuestionamos los mensajes que nos llegan a través de la multipantalla. Hacen gracia, pero pueden ser tóxicos.

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Netflix acaba de estrenar un impagable documental que desenmascara a un tipo que se alimenta de testículos de toro y vísceras crudas, sin que pasen por la barbacoa. 'El rey del hígado' muestra cómo el protagonista se pasa más tiempo haciendo flexiones que respirando y goza de un cuerpo cargado de testosterona, bronceado artificialmente, que deja a Hulk a la altura del barro. Su imagen de tío sano, con principios, fiel a un estilo de vida ancestral, es una estafa tan grande como su cuenta bancaria.

Los numerosos videos -con un incontable número de visitas-, disponibles en los perfiles 'online' de 'El rey del hígado', son su marca personal. Es un estafador, un jeta que hasta cuando se disculpa por sus engaños frente a la cámara cuenta otra mentira bien gorda. Con una empresa detrás, especializada en elevar a los altares a individuos cuyos principios dejan mucho que desear, es un timo total y absoluto. Como espectador te entra la risa, más bien nerviosa, cuando se cae el castillo de naipes, se descubre el pastel, pero el bárbaro con ínfulas sigue hipnotizando a su audiencia, como un espejismo en medio del desierto. Una cantidad nada desdeñable de flipados le bailan el agua al gurú de pega, de esteroides hasta las trancas. Llega a chutarse en directo una dosis, como si tal cosa. Que impostores de este calibre triunfen, con miles de adeptos, invita a no confiar en la raza humana. ¿Hablamos de Frank de la Jungla?

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