«Cliffhanger» suena a grupo musical, rey del metal, a video-juego con mucha sangre, complicado de acabar, o a cima difícil de conquistar, en ... los confines del mundo. Es un anglicismo que ha calado, inevitablemente, en el léxico empleado a la hora de hablar de series de televisión. El equivalente en castellano es «gancho', pero no suena igual de fuerte. «Colgado de un acantilado» es la traducción literal del inglés y define mejor en qué consiste este recurso narrativo, propio del medio audiovisual, que se ha convertido en un movimiento táctico de alto rendimiento a la hora de enganchar al público a una determinada ficción dividida en capítulos. Al final de un episodio se genera una expectativa monumental, se corta de cuajo una acción, se deja a medias, y el espectador necesita saber más de manera inmediata, luego su lado consumista se excita sobremanera, a la espera de la siguiente entrega, que puede ser del tirón, después de una semana o cuando se estrene una nueva temporada que puede tardar años en llegar.
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Las plataformas van recuperado una idea de antaño: lanzar un capítulo semanalmente. Esta periodicidad da más juego a la hora de generar teorías en las redes sociales sobre una serie, alimentando el fenómeno. Generar buenos «cliffhangers» es un arte: dejar el relato en suspense, en alto, congelando una situación peligrosa, la revelación de un secreto o la toma de una decisión vital que puede poner la trama patas arriba. ¿Qué sucederá a continuación? Para saberlo, toca esperar, como bien saben en 'Tierra de mafiosos', actualmente en SkyShowtime, en cuyo menú aparece un capítulo todos los lunes. Al finalizar, siempre te deje con ganas de más. Llegan los créditos, de sopetón, y no queda otra que aguantar. Una genialidad.
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