Como un aviador

Volver de vacaciones no es lo difícil

Miércoles, 3 de septiembre 2025, 23:49

Escribo esta columna todavía con espíritu vacacional pero de cuerpo presente en la oficina. Apenas hace dos días que me incorporé al trabajo y aún ... me dura el ánimo estival, como si me hubiesen administrado una anestesia para el mes de agosto y sus efectos perdurasen unos días después. Lo peor llegará, supongo, la próxima semana, cuando no queden ya restos de esa anestesia y vuelva a percibir las sensaciones regulares de mi día a día en el periódico.

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En este momento, mientras escribo estas líneas, y llevo poco más de 48 horas reencontrado con mis compañeros y asentado en mi pupitre habitual, noto que aún me dura la tranquilidad de los días sin horarios, el buen rollo de la vida sin tensiones ni estrés, y la calma que proporciona estar fuera de muchos grupos de whatsapp y no recibir llamadas de teléfono a cualquier hora del día. Si me apuras aún conservo el buen tono de piel del sol que me ha perseguido estas semanas e incluso el salitre de los días de mar y playa, que han sido muchos.

Estoy de buena gana, vamos. Como si esto -la jornada completa frente al ordenador, la bandeja de entrada del correo electrónico bombardeándome y lo de comer de túper- fuese algo transitorio y en breve vayan a llegar otras vacaciones. Me he encontrado con los mismos problemas que dejé en julio, con idénticas presiones, con todo aquello que antes me podía exasperar, pero, como sigo algo narcotizado, me lo tomo de diferente manera, sin alterarme, sin angustiarme, sin cabrearme. Todo discurre a otro ritmo, con otro temple.

Lo complicado llega según pasan los días y desaparecen los efectos de la vida al sol y sin estrés

Volver no es lo más difícil, lo difícil es aguantar, mantenerse. Lo complicado de la vuelta de las vacaciones llega una vez entrado septiembre cuando la ilusión por lo que vivido se disipe, cuando la serenidad fruto del descanso desaparezca, cuando seamos conscientes de que falta casi un año para volver a desconectar del todo de nuevo. Ahí se planteará el reto de verdad, y es posible que se presente el trauma, una vez la rutina se haya convertido en nuestra compañera inseparable.

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No pretendo pecar de tremendista ni hacer un drama de algo cotidiano a lo que se enfrenta la mayor parte de la sociedad, solamente quiero dejar constancia -esto, es, hacerme terapia por escrito- de lo que va a suceder dentro de nada, del estado en el que estaré el próximo jueves cuando vuelva a ocupar este espacio en la sección de opinión.

Entonces retomaré -o no- temas de envergadura, como la entrevista de Sánchez después de un año sin sentarse ante un periodista, o las barbaridades que sueltan algunos políticos en materia de inmigración por arañar unos votos, o los casos de corrupción que siguen desvelándose y de los que los partidos quieren desentenderse-. Pero eso será en unos días, en el momento en que esté más lúcido y haya salido de este dulce letargo que me ha dejado el verano.

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