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El corriolet y las playas perfectas

Domingo, 17 de agosto 2025, 00:25

Desde la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, el abuelo Emilio, con toda su buena voluntad, nunca llegó a imaginar que una cosa así llegara ... a ser posible: el Ayuntamiento de Valencia, toda una corporación, ha esperado un mes largo para poder limpiar con cedazo las playas del sur del término municipal. Y lo ha hecho por respeto al calendario de anidación en las dunas del corriolet camanegre, el chorlitejo chico conocido como charadrius dubius en los libros; un ave muy estimada y respetada en los arenales.

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El abuelo peleó lo suyo por la implantación del peto protector de los caballos en las plazas de toros. Y para que los bares dejaran de exhibir bandejas de pajaritos fritos. Pero en aquellos tiempos heroicos tampoco podía nadie imaginar que llegaría a darse una limpieza de playas tan de detalle y menudeo como la de ahora; un repaso a fondo para retirar raicillas, cortezas y maderitas, trocitos de caña de menos de una pulgada, e incluso dentaduras postizas: los restos ínfimos de la inundación que se escaparon entre las quijadas de acero de los Bulldozer.

Gandía tiene pescadores preventivos de medusas. En Denia, no hace mucho, hubo un niño que llamó a la policía para denunciar que había encontrado un nido de corriolet sin protección y se armó el taco. Hasta las algas secas están dando problemas a la administración: los guardias, bien adiestrados por naturalistas, explican a los guiris que la posidonia seca no es basura sin retirar sino una especie de maná benéfico. Pero no hay manera: la gente dice que el ayuntamiento no cumple. La propaganda de las playas de Tahití, la imagen falsa de las Seychelles, ha hecho mucho daño en una sociedad que viaja de lo infantil a lo caprichoso. Se exige agua cristalina, cocoteros y arena blanca; como aquella de la playa Laughing Waters, en Jamaica, de la que Úrsula Andress emergió como una ensoñación de Venus ante los ojos absortos de James Bond.

¿Existe eso todavía? Las escenas playeras de 'Doctor No', rodadas en 1961, son un gancho esencial para el turismo de Jamaica. Las famosas cascadas del río Dunn, que llegan hasta la playa dando saltos en la jungla, son un paraje transitado cada día por unos cuatro o cinco mil turistas gritones que hacen el recorrido a remojo, tomados de la mano y en fila, mientras los guías avisan, a toque de silbato, que está prohibido hacer pis. Entrar en el parque cuesta 25 dólares y un tour con comida se despacha entre 100 y 150.

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¿Qué aguas encontró Paul Gauguin en Tahití? ¿Cómo fueron los baños de Marlon Brando y Tarita durante el rodaje de 'Motín en la Bounty'? No lo sabemos. Pero no es difícil imaginar que, en Jamaica, como en Yucatán o la Dominicana, está por inventar la tontería que hacemos aquí: analizamos las aguas del baño y hacemos públicos los resultados, llegando a clausurar la playa si es preciso. Por fortuna, aun no ha caído nadie en la cuenta de lo que unos caballos pueden llegar a ensuciar una playa durante una 'Correguda de Joies'.

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