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Resa Damià Bonet en una foto de archivo. JESÚS SIGNES

Las residencias de Valencia cuelgan el cartel de completo con 400 estudiantes en lista de espera

Las plazas de alojamiento de muchos de los centros llevan agotadas desde marzo: «Estoy desesperada, no sé cuánta gente hay delante de mí»

Rosana Ferrando

Valencia

Martes, 15 de julio 2025, 00:21

La crisis de la vivienda también toca a la puerta de los estudiantes. El crecimiento de las solicitudes para entrar en las residencias universitarias de ... Valencia ha convertido la falta de plazas en una tremenda realidad contra la que chocan los jóvenes. Más de la mitad de los alojamientos de este tipo reportan tener lista de espera. Algunos de diez estudiantes, otros de 40. La media de espera son 20 personas, lo que lo hace casi imposible entrar si se tiene en cuenta que lo normal es que haya dos o tres bajas en los admitidos. Se estima que hay 400 alumnos que están a la espera de una llamada que les dé un lugar donde dormir este próximo curso.

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¿Lo más grave? Que estas listas empiecen a engrosarse en el mes de marzo, cuando la PAU todavía está lejos y las adjudicaciones definitivas de las universidades aún tardarán cuatro meses en llegar. Algunas empresas incluso deciden cortar las peticiones de entrada cuando llegan a cierto número para no generar falsas expectativas.

Tanto los colegios mayores como las residencias son una opción que barajan muchas familias. La mayoría las calificarían de caras pero para otras personas, las que están en esas interminables listas de espera, son una opción rentable, no tanto en cuanto al precio, sino a la comodidad. Muchas de estas empresas ofrecen limpieza, pensión, vigilancia y se encuentran cerca de los centros de estudio.

Para los padres cuyos hijos salen de casa por primera vez suele ser la mejor alternativa. No obstante, el motivo principal que les lleva a esta elección es el miedo de los recién llegados a quedarse solos en la ciudad y no conocer a gente. Las residencias ofrecen espacios comunes donde los estudiantes pueden llevar una vida conjunta y conocerse entre sí. Ana Mendoza, usuaria de Resa Damià Bonet, que tiene 422 plazas y una larga lista de espera, explica que la mejor forma de conocer a gente y crear vínculos de amistad es acudiendo a los eventos que organiza la propia Resa.

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Un 50% de los alumnos que deciden y consiguen entrar en una residencia repite al año siguiente. Esto demuestra que los servicios que ofrecen estas empresas gustan. Sin embargo, la tendencia de no buscar alternativas de vivienda una vez se han instalado en la ciudad hace que no se liberen habitaciones para las nuevas admisiones en la universidad.

Muchas residencias y colegios mayores abren el plazo de reservas en marzo, o incluso en febrero, después de concretar qué estudiantes se quedan y cuáles se van. Las plazas ofertadas suelen cubrirse en menos de un mes con la incertidumbre de si realmente estos inscritos pueden llegar a entrar en las universidades valencianas ya que los exámenes del último cuatrimestre aún están a dos meses vista, la selectividad es un espejismo y las adjudicaciones, un sueño. Fuentes de la Residencia Universitaria Mediterráneo explican que la falta de camas y el aumento de demanda hace que cada año las familias llamen antes por miedo a no conseguir sitio, lo cual crea un bucle, porque cada vez se requiere que se abran las reservas con más y más antelación. Por su parte, Reuniver Valencia ha detectado un 20% más de llamadas que el año pasado.

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Inés Figueira, una chica de Alicante que sueña, como muchas otras, con venir a estudiar a Valencia, ha intentado entrar en la lista de espera de una residencia pero le han dicho que no vale la pena porque ya es muy numerosa y seguramente no consiga entrar: «Estoy desesperada, no sé cuántas personas hay por delante de mí, pero deben ser muchas... Llamé para inscribirme cuando supe que mi nota era similar a la de corte del año pasado, y ya pensé que reservar alojamiento sin tener claro si entraba en la carrera era ambicioso y arriesgado, y resulta que están llenas desde marzo».

Las alternativas son pocas: un piso compartido con gente completamente desconocida o cambiar de ciudad a pesar de haber conseguido entrar en el grado en Bellas Artes la Universitat Politècnica de València. «Me he matado a estudiar todo el curso, he sacado un x en selectividad y he conseguido la mención de honor en bachillerato. He pasado noches sin dormir y días enteros en la biblioteca, todo por entrar en la carrera de mis sueños. Se ve que a veces el esfuerzo no tiene su recompensa y el premio se lo llevan los más rápidos», explica la aspirante a artista: «No pensaba que, después de superar lo más complicado, me frenaría algo tan sencillo como la vivienda».

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Valencia cuenta con más de 20 residencias exclusivas para estudiantes de grado universitario o superior. La oferta es de más de 4.800 camas, pero no son suficientes para la tercera ciudad de España con más demanda de plazas. En respuesta a este auge hay planificadas más de 1.800 habitaciones nuevas en cinco proyectos distintos. El más grande se prevé en la calle Maderas, cerca de la Universitat de València, donde se construirá un complejo con 620 plazas. Los otros edificios serán levantados en Benicalap, Tarongers, el Grau.

A la angustia por conseguir un lugar donde pasar el curso se le suma el proceso de selección. Puede que estés el primero en la lista de espera o puede que hayas llegado pronto y consigas entrar, pero en muchas de las residencias valencianas los futuros universitarios tienen que enfrentarse a un proceso de selección con requisitos como nacionalidad española, buenas notas, buenos hábitos, etc. Un examen más para quienes tienen que enfrentarse a los exámenes que decidirán el rumbo de su vida: la PAU.

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