La ONU celebra su 80 cumpleaños con menos influencia que nunca
Las guerras de Gaza y Ucrania vuelven a ser, como en 2024, el centro de la agenda de la Asamblea General de Naciones Unidas, que ha perdido tensión como mediadora y se ve asediada por el descenso de contribuciones
La ONU dedica este lunes la primera hora de su Asamblea General para recordar que es el 80º aniversario de la institución nacida en 1945 ... de un mundo en cenizas para salvaguardar el progreso, la seguridad y los derechos humanos. La efeméride es muy importante, pero a los socios les pilla en horas nada festivas. Con dos grandes guerras en marcha, la sombra de la crisis presupuestaria, una burocracia interna desmesurada y el protagonismo creciente de las superpotencias, el cónclave testará si Naciones Unidas es aún un valor trascendente en la geopolítica mundial.
Publicidad
Si el año pasado, durante el 79º aniversario, la sensación fue que la ONU se enfrentaba a su propia debilidad, la situación no ha mejorado en esta Asamblea. Resulta significativo que las mismas guerras devastadoras que se pusieron sobre la mesa en 2024 presiden la agenda en 2025. Los desafíos climáticos y los objetivos derivados de la Cumbre del Desarrollo tampoco han progresado. Y la institución continúa sin resolver dos probables handicaps, a ojos del siglo XXI, que impiden su fortalecimiento como actor geoestratégico: sus decisiones no son vinculantes y su Consejo de Seguridad sigue en manos de los mismos cinco socios originales: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido, todos con poder de veto. Desde el estreno de la ONU, los cinco han usado esta prerrogativa en 326 ocasiones. Rusia y la anterior URSS lo han hecho en el 49% de las veces y EE UU, un 28%.
Qué hacer con Palestina e Israel
La conferencia política sobre los dos Estados, o cómo hacer que convivan Israel y una Palestina soberana, marca hoy un encendido debate político. Al reconocimiento se adhiere ya más del 70% de los 193 socios de la ONU. Como suscribieron este domingo el Reino Unido, Canadá, Portugal y Australia, muchos gobiernos ven en el desarrollo de este proyecto el camino posible para acabar con la sangrienta guerra en Gaza.
La conferencia llega en el momento de mayor tensión en la Franja, donde se superan los 65.000 muertos, con el ejército hebreo dedicado a ocupar Gaza City en una aplastante misión militar y los palestinos cada vez más hacinados en tres campamentos ya de por sí colapsados. Benjamín Netanyahu se presentará el viernes en la sede de la ONU para contar «la verdad de Israel» y su estrategia de «la paz a través de la fuerza», después de que otros gobernantes hayan explicado su opción por favorecer un Estado palestino.
Publicidad
Resulta sintomático que ese día se suba al atril delante de un auditorio global un primer ministro acusado de supuestos crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional y responsable de un Gobierno al que la ONU acaba de calificar de «genocida». Muhmad Abás, el líder de la Autoridad Palestina, también podrá hablar, pero por videoconferencia: en su caso, Estados Unidos le ha denegado a él y sus ochenta delegados las visas para entrar en el país.
No hay progresos en Gaza desde 2024. Al contrario, cualquier negociación se ha atascado, el deterioro trágico de la región crece y Naciones Unidas se ha vuelto cada vez más un actor pasivo sobre el terreno, arrollado por la mediación estadounidense y árabe. Pero también el conflicto de Europa del este empeora y, de nuevo, la ONU está prácticamente ausente del tablero, o simplemente lo roza. Porque, fuera de los fastos de la Asamblea, su Consejo de Seguridad se reúne este lunes de urgencia para analizar las incursiones de cazas y drones rusos sobre el mar Báltico y el espacio aéreo de Polonia, Estonia y Rumanía.
Publicidad
El presidente de Letonia, Edgars Rinkevics, ha advertido del «riesgo grave» que tienen estas «provocaciones» de desencadenar un conflicto internacional, mientras el ministro de Exteriores estonio, Margus Tsahkna, ha hecho hincapié en la enrevesada paradoja que se le presenta a Naciones Unidas. Porque no deja de ser una realidad que Rusia es un miembro permanente de su Consejo de Seguridad y también el que infringe el código de soberanía territorial contemplado en los propios estatutos de la institución.
El mundo ha cambiado desde 1945. Y un número creciente de voces apunta que la ONU no ha evolucionado con él, pese a su envergadura y la condición única de transformarse en una especie de lugar neutral para el encuentro de grandes rivales internacionales. Durante esa semana, más de 140 líderes mundiales de todas las ideologías se dan cita en el gran rascacielos neoyorquino que conforma su sede, además de delegaciones que fuera de ese ámbito se descalifican con acritud: Estados Unidos, Rusia, Corea del Norte, Ucrania, China o Irán, entre otras.
Publicidad
El protagonismo de Donald Trump
La estrella indiscutible de esta Asamblea General es Donald Trump. Existe un indudable interés por escuchar su discurso este martes y observar cómo interactúa con el resto de gobernantes y, sobre todo, con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, con el que todavía no se ha reunido desde que comenzó su presidencia. Ya el pasado febrero, el inquilino de la Casa Blanca denostó a la organización diciendo que «no están haciendo las cosas bien» y, a partir de ahí, se ha encargado de esculpir su irrelevancia. EE UU ha intervenido en Ucrania, Israel –donde sus enviados han borrado del mapa cualquier mediación de Naciones Unidas–, Ruanda, Irán o Sudán, conflicto en el que la ONU se limitó el pasado 15 de septiembre a apoyar los esfuerzos de Washington, Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos para una tregua (que el Gobierno sudanés rechaza).
De Trump se espera que hable de Gaza con su verbo clásico. El 18 de septiembre, EE UU vetó una resolución del Consejo de Seguridad para un alto el fuego en la Franja por su «lenguaje inaceptable» y este fin de semana el propio presidente ha descalificado los reconocimientos del Estado palestino como una «performance» de los gobiernos que los promueven. En clave interna, los funcionarios de la institución aguardan a saber si el líder republicano hará alguna previsión sobre la contribución financiera de su país a las arcas de la ONU. Desde que el 24 de enero Washington anunciara una pausa en la ayuda exterior, la organización ha entrado en 'recesión', alimentada además por la apatía de otros patrocinadores de largo recorrido. China, Japón y la Unión Europea no han aumentado sus contribuciones y otros gobiernos esperan a hacerlas efectivas lo más tarde posibles debido a sus propios problemas presupuestarios.
Publicidad
La secretaría general ha debido meter la tijera y practicar «los peores recortes financieros» en sus planes humanitarios para 2025. El presupuesto ordinario en este ejercicio asciende a 3.760 millones de euros y el fondo para ayuda internacional será de 29.000 millones, muy lejos de los 44.000 que Naciones Unidas había pedido a sus socios. Para 2026, el secretario general espera rebajar sus cuentas en 500 millones. La propuesta abarca desde ajustes en misiones y agencias internacionales hasta trasladar las sedes y despachos a oficinas más asequibles y recortar un 19% el personal. La ONU ha recibido críticas por su crecimiento y un aparato burocrático enorme, que a veces ralentiza más que agiliza. La institución cuenta con 37.000 funcionarios, dispone de oficinas en 193 países y cuenta con una numerosa red de agencias que en 2021 consumía un presupuesto de 3.231 millones.
La sensación dentro de la propia institución es que la Asamblea General no ofrecerá soluciones a sus problemas, pero sí puede ayudar a conocer su estado actual.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión