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Reconstrucción de la pasarela. LP
RADIOGRAFÍA DE LOS MUNICIPIOS DANA UN AÑO DESPUÉS

Alcàsser, un pueblo afectado que ayudó a los municipios vecinos

El pabellón de Plalesa, convertido primero en refugio, pasó a ser almacén improvisado. La magnitud de la ayuda obligó a ampliar la red y la cooperativa local cedió sus instalaciones

Nacho Roca

Alcàsser

Martes, 30 de septiembre 2025

Alcàsser fue uno de los municipios castigados por la dana del 29 de octubre de 2024. El desbordamiento del barranco de Picassent arrasó infraestructuras, tumbó dos pasarelas, una peatonal y otra ciclopeatonal, bloqueó caminos y anegó calles como Castilla-La Mancha, que tuvieron que ser cerradas de inmediato.

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Casi un año después, la reconstrucción avanza. Se ha instalado una nueva pasarela ciclopeatonal, adaptada a las exigencias de 2025 y no a las de los años 90. Está prácticamente terminada, a la espera de que la EPSAR concluya obras pendientes en el conector oeste. Además, se ha repuesto la escollera en la parte del barranco que linda con la población y se ejecuta un nuevo refuerzo en el costado del cauce para proteger edificios y caminos. El Ayuntamiento agradece el apoyo de la Generalitat Valenciana, la Conselleria de Agricultura y la de Infraestructuras por el respaldo técnico y económico en estas actuaciones.

Alcàsser, junto a Picassent y Beniparrell, reclama a la Confederación Hidrográfica del Júcar que el barranco de Picassent sea incluido en el plan de recuperación por las inundaciones provocadas por la dana. Las demandas incluyen adaptar la infraestructura de la Acequia Real del Júcar, mejorar el camino de Albal, reforzar escolleras y controlar los vertidos al barranco, que siguen suponiendo un riesgo para los campos y las viviendas.

La tarde del temporal, el Ayuntamiento desplegó medidas de seguridad mientras el agua avanzaba sin control. Al día siguiente, el balance inicial era desolador, con caminos rurales impracticables, medio metro de fango en el cementerio municipal a las puertas de la festividad de Todos los Santos y puentes y pasarelas convertidos en escombros.

La prioridad fue restablecer las comunicaciones. Con maquinaria pesada se comenzaron a retirar troncos y obstáculos que impedían el paso hacia los pueblos vecinos, especialmente por el camino de Albal, vital para la conexión comarcal. En paralelo, el consistorio habilitó el pabellón de Plalesa para acoger a vecinos que habían quedado aislados en sus puestos de trabajo y no podían regresar a casa. Ese fue el primer gesto de solidaridad, antes incluso de ser conscientes de la magnitud de lo que estaba ocurriendo en la comarca.

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La avalancha de ayuda ciudadana llegó enseguida. Vecinos y vecinas de Alcàsser comenzaron a donar alimentos, ropa y mantas. Lo que empezó como un gesto local se transformó en cuestión de días en un centro logístico de referencia a nivel nacional. «Venían camiones y tráileres de todas partes de España e incluso del extranjero, fue un verdadero aluvión de solidaridad», recuerda el alcalde, Alberto Primo, que destaca cómo la improvisación inicial se convirtió en un engranaje de coordinación y logística.

El pabellón de Plalesa, convertido primero en refugio, pasó a ser almacén improvisado. La magnitud de la ayuda obligó a ampliar la red y la cooperativa local cedió sus instalaciones y un empresario facilitó una nave para almacenar y clasificar los envíos con un flujo era constante. Los voluntarios descargaban camiones a cualquier hora del día o la noche, en jornadas maratonianas que se alargaban desde las seis de la mañana hasta bien entrada la madrugada. «Hubo noches en que parecía que nunca se acabaría de descargar; recuerdo un tráiler de Leganés que a la una y media de la mañana todavía seguíamos vaciando», rememora Primo.

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Los voluntarios fueron la columna vertebral de este esfuerzo. Gente de Alcàsser y de otras partes de España se volcó en clasificar, empaquetar y redistribuir material. Grupos llegados desde el País Vasco, Aragón y Castilla-La Mancha se alojaron en el municipio para trabajar codo con codo con los vecinos. Incluso personalidades como el mecánico e influencer Ángel Gaitán sumaron esfuerzos, arrastrando voluntarios y recursos para reforzar la gestión del almacén. «Su implicación y la de todos los que vinieron fue fundamental, porque nosotros no podíamos asumir solos la magnitud de la ayuda».

La logística se convirtió en un ejemplo de eficacia. Con la ayuda de expertos en organización y en colaboración con Amazon, se desarrolló una aplicación de geolocalización que permitió identificar necesidades específicas en cada pueblo afectado. Los ayuntamientos enviaban pedidos concretos, como agua, alimentos, productos de limpieza, y se organizaban envíos a medida, evitando saturaciones en unos lugares mientras otros carecían de lo básico. En algunos casos, incluso se logró llegar directamente a vecinos que pedían ayuda a través de la aplicación, garantizando que ningún recurso quedara almacenado sin uso. El Ejército, presente en la zona, felicitó públicamente al consistorio por la capacidad de organización demostrada en aquellas semanas.

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Alcàsser fue menos golpeado que otros municipios, pero se volcó en ayudar a quienes lo perdieron todo. «Creo que no pudimos hacer más; si hubiéramos podido, lo habríamos hecho», señala el alcalde, que resume la experiencia como una muestra de solidaridad sin precedentes. La localidad no solo ofreció alimentos y refugio, sino también organización, un recurso tan vital como la propia ayuda material.

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