Cierra el II Ciclo Internacional de Música Nits a l'Ermita con la vista puesta en 2026
Extras.
ALFARRASÍ
Lunes, 14 de julio 2025, 00:28
Hay lugares donde la música no suena, sino que flota. No solo llena el espacio, sino que se confunde, como si siempre hubiera estado allí. Este verano, por segundo año consecutivo, Alfarrasí ha acogido el II Ciclo Internacional de Música Nits a l'Ermita, un proyecto que ya no se puede considerar una apuesta: es una realidad que arraiga y crece. Y lo hace con la naturalidad de las cosas muy pensadas. Cuatro conciertos, cuatro noches, y una sola idea: que el arte, cuando se conjuga con el paisaje, puede transformar el territorio. «No queríamos hacer un ciclo cualquiera», dice Carlos Casanova, director artístico del proyecto. «Queríamos un lugar donde el público pudiera escuchar con atención, respirar con calma y conectar realmente con los artistas. Esta ermita ofrece esto. Es el contrario del ruido: es una pausa compartida», destaca.
Publicidad
El ciclo arrancó el 14 de junio con un concierto dedicado al séptimo arte. L'Ensemble Solistas Valencia, formación profesional y versátil, abrió la temporada con un programa de bandas sonoras que huía del tópico y se adentraba en la delicadeza de compositores como Morricone o John Williams. El público, atento, entraba en escena como si se tratara de un espectador más en una película sin cámaras. La ermita, iluminada con sobriedad, se convertía en una pantalla invisible donde cada nota proyectaba una emoción.
«Es una maravilla ver como la gente responde, como siente», explicaba Ismael Sanvíctor, alcalde de Alfarrasí, al acabar el concierto. «Este proyecto nace del aprecio por nuestro patrimonio, pero también del deseo de compartirlo y acompañarlo de música», defiende.
El segundo capítulo, el 28 de junio, llevó el jazz a las alturas. Pepe Rivero, con su fusión entre música latina e improvisación contemporánea, convirtió el espacio en lugar íntimo donde la música se escuchaba con atención. El pianista cubano, de reconocido prestigio, condujo la noche con elegancia y calidez, y el público respondió con entusiasmo contenido, con ese agradecimiento discreto que se reserva a las cosas buenas que llegan sin hacer ruido.
Publicidad
El tercer concierto, que jugaba con la voz como instrumento principal, ofreció un contraste cálido y próximo. El cantante Benny Rod, acompañado del ensemble Solistas Valencia, Laura Sheerin y Omar Lara, desgranó una selección que iba de los boleros más clásicos a los estándares de Broadway, con una dicción y una emoción que encantaron al público. Rod, que sabe cómo habitar cada canción con naturalidad, conectó con el público con una proximidad emocional que raramente se logra en conciertos de este formato. Su interpretación de 'Bésame mucho' o 'La malagueña' arrancaron más de un suspiro.
La conclusión, el 5 de julio, prometía ser especial, pero acabó siendo memorable. La soprano Ruth Rosique, que sustituía Montserrat Martí, convirtió el acontecimiento en una velada muy elegante. Con una voz clara y expresiva, transitó por un repertorio que incluía aries de ópera, fragmentos de zarzuela y canciones españolas, todo con una la elegancia clásica que la caracteriza.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión