Un tapón en plena vía verde del barranco de la Saleta
Una campa ilegal de camiones reconstruye unos muros que ya agravaron los efectos de la dana para una familia que reside en una casa de campo junto a la V-30
Más de nueve meses después, en la fachada de la casa de campo de Alejandro y Laura, resiste el paso del tiempo una marca ... oscura. La del agua de la trágica dana. En su caso, superó los dos metros de altura. Esta familia, que tiene un hijo adolescente, se sintió completamente aislada durante semanas pese a residir junto a la V-30. Tardó una eternidad en llegar la ayuda. Su hogar va recuperando la normalidad. En plena ola de calor, uno de sus perros busca la sombra en el patio interior, mientras que una gata amamanta a sus crías. Sin embargo, conforme se asoma el otoño, crece la preocupación para estos vecinos de Valencia que, pese a encontrarse al otro lado de la carretera y del nuevo cauce del Turia, pertenecen al barrio de San Isidro. Denuncian que, a escasos pasos de su domicilio, una campa ilegal para camiones ha reconstruido unos elevados muros que ya agravaron los efectos de la riada el pasado mes de octubre. Y es que estas barreras de hormigón han sido levantadas en pleno cauce del barranco de la Saleta. Concretamente, en un terreno agrícola pendiente de expropiación para el anhelado proyecto de la vía verde. «Claro que vivimos con miedo», afirman.
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Fuentes del Ayuntamiento de Valencia confirman que esta campa está instalada de forma ilegal sobre huerta protegida. De esta forma, se trata de una actividad y de unos muros irregulares e incompatibles con la calificación del suelo. De cara al plan de la vía verde, se ejecutará la expropiación de la parcela.
Existe un informe de la Policía Local de Valencia dando fe de esta situación, por lo que el propietario se expone a una sanción del Ayuntamiento tras un procedimiento de inspección.
Entre la depuradora de Quart-Benàger, que marca la invisible frontera entre Xirivella y Valencia, y la casa de Alejandro y Laura, discurre el barranco de la Saleta. El plan de un encauzamiento del agua para su vertido en el nuevo cauce del Turia lleva tres décadas haciéndose de rogar. Y precisamente en esos terrenos, ha resurgido una campa que se rebela ante las normas.
«Antes de la dana ya era una campa que utilizaban para camiones. Aquí no hay permiso para absolutamente nada. No puede haber una licencia», lamenta Alejandro Guillén, quien advierte de los riesgos en caso de dana: «Estamos en la desembocadura del barranco de la Saleta. Y estos muros hacen el efecto de presa. El agua va subiendo hasta que tiene fuerza y los derriba».
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Alejandro y su pareja, Laura Torregrosa, se han dirigido al Ayuntamiento de Valencia, a la Policía Local y a la Confederación Hidrográfica del Júcar para dar la voz de alarmar. Sin embargo, hasta la fecha, las instituciones no ha tomado medidas efectivas.
En este tramo del barranco, las vías de escape para el agua se reducen a una estrecha carretera agreste entre la depuradora y las instalaciones ilegales y, al otro lado de la campa, a una acequia de un metro que se encuentra completamente descuidada. «No la limpian», advierte. Es decir, el tapón está garantizado.
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El barranco de la Saleta conduce el agua procedente de Aldaia, Alaquàs, Xirivella, Quart de Poblet... «Ahora el miedo que tenemos es que, si llueve 50 kilómetros más arriba, te va a afectar. Ahora vemos las consecuencias. El problema es la desidia. Dentro de dos meses, nos plantamos en octubre. Nos preguntábamos si la dana iba a servir de algo. Pues aquí hay más de lo mismo. Incluso han levantado un muro más alto», lamenta Alejandro.
Para colmo, la gran acequia paralela a la V-30 se encuentra en unas condiciones deficientes, con escombros procedentes de la dana y maleza. La previsión es que, en septiembre, se someta a exposición pública el proyecto para la conexión del barranco de la Saleta con el nuevo cauce mediante un canal soterrado y una vía verde. Además, próximamente los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Júcar y el CEDEX se reunirán con los vecinos de las zonas afectadas para explicar el plan, que podría salir a licitación a finales de este año.
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«Mi casa está preparada para que llueva, pero no para dos metros de ola. En la dana nos habría llegado mucha menos agua sin esos muros», afirma Alejandro, quien adquirió la centenaria vivienda en 2004. Construida en 1920, se encuentra en zona de huerta protegida. Un hogar que no quiere revivir el drama.
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