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Gonzalo y Lina, este viernes por la tarde en la Alameda, sonríen tras su boda con los anillos recuperados. Jesús Signes

El señor de los anillos de Valencia

La odisea de Lina y Gonzalo, una pareja que olvidó sus alianzas en un taxi apenas unos minutos antes de su boda en el Palacete de Monforte. Al final sonó el 'viva los novios' tras movilizarse la búsqueda por un chat de taxis y recuperarlas una pasajera

Arturo Checa

Valencia

Viernes, 17 de febrero 2023, 20:16

Lo que el taxi ha unido, que no lo separe el hombre. Ese podría ser el comienzo de esta historia: el de la odisea de ... Lina y Gonzalo, una pareja de valencianos que ha estado a punto de ver como su boda civil se iba al traste. Una frase de ella a las puertas del Palacete del Monforte, con los padres, los suegros, los hermanos, los cuñados, los niños guapos y toda la parafernalia del enlace en marcha, encendió la mecha del desastre: «Gonzalo, cariño, ¿y los anillos?». Y Gonzalo se quedó blanco... Y confesó: «Están en el taxi». Las alianzas estaban olvidadas en dos cajitas de madera en el asiento trasero del vehículo que les había llevado hasta el escenario del enlace. Y se desató entonces la operación de rescate.

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Pero retrocedamos en el tiempo. El viernes 17 de febrero era el día marcado en rojo en las vidas de Gonzalo Pardo y Lina Villar. El instante de darse el 'sí, quiero'. O lo que cada uno elija ahora en las bodas civiles (porque ya hay hasta bautizos civiles, los de Ribó). Él de 30 años. Ella, de 32. Los dos unidos desde hace 9, cuando el destino les cruzó en un viaje de fin de carrera en Riviera Maya. Un amor forjado entre bachatas y piñas coladas.

Instante en el que Lina recibe al taxista con los anillos recuperados. David Breso

Tras casi una década en pareja, viviendo ya juntos al lado del Mercado Central, esta semana era la elegida para dar el paso. «Habíamos tenido mucho trabajo hasta el miércoles. Sin poder dedicarnos apenas a la boda. Así que el jueves y el viernes aún tuvimos que estar con los últimos preparativos», explica Gonzalo, responsable de Logística en Stef, plataforma de Carrefour. Ella, responsable de compras y aprovisionamiento en Compo Expert. Así que en la víspera y el día de la boda, la pareja entró en la vorágine de los detalles finales. «Apurando los regalos, los centros de flores... Por la mañana del viernes yo me fui a la Masía Niñerolas a hablar con el responsable, ajustar el audio con la empresa de espectáculos y pegar los últimos vistazos». Limar todo para un convite con 130 invitados en el salón de Picassent. A las 12.30 horas era la cita en el Palacete de Monforte. Y el reloj volaba para los novios.

«¡Ay, mi ramo!»

A las 11, Gonzalo voló de vuelta al barrio del Mercat. Pero no todo el camino estaba despejado. «Tengo a gente de mi familia en casa y tuve que atenderlos un poco. Luego pasear a mi perra Kala. Mientras Lina se estaba maquillando y vistiendo». Tic, tac, tic, tac... El tiempo no dejaba de correr. «Habíamos decidido que nos íbamos juntos. Nos pusimos las 11.25 como hora límite para salir de casa». Pero se hicieron las 11.30. Continuaron pasando los minutos. Y los nervios aumentaban. «Al final acabamos saliendo con prisas. Cuando estábamos ya fuera con la puerta cerrada, »¡ay, mi ramo!«, dijo Lina. Y nos tocó volver a entrar».

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Lina, consolada por su tía tras recuperar las alianzas. David Breso

Los novios corrieron hasta Guillem de Castro. A la caza de un taxi. «Llegó enseguida». Los dos miraron el reloj. Les sobraba tiempo. Se relajaron en el asiento trasero. «Los anillos los llevábamos en unas cajitas de madera. Regalo de mis hermanas. Como manchaban un poco por el material del tallado, las dejamos entre nosotros dos, en el asiento». Y el inminente matrimonio charló relajado. Afinó detalles para el día siguiente. «En apenas 10 minutos habíamos llegado». «Yo pagué con tarjeta y salí pasando por encima de las cajitas». Y allí se quedaron las alianzas. Faltaban cinco minutos para las 12 del mediodía. Algarabía de familiares a las puertas de Monforte al verles llegar. Risas. Aplausos. Y la frase que presagiaba el desastre. «Oye Gonzalo, ¿y los anillos?».

El héroe, José Aguilar

«Menos mal que llevaba el papel del pago con tarjeta». En él, Gonzalo vio la luz. Taxi José Aguilar. El nombre del chofer que les había llegado hasta Monforte. «Le dije a Lina que llamara a Radio Taxi. Yo a Tele Taxi. Pero nada, imposible que lo cogieran». Tic, tac, tic, tac... El fotógrafo andaba ya por la zona afinando su cámara. ¿Y los anillos 'pa cuando'? El novio se lanzó a la carrera a la cercana Pérgola de la Alameda. En busca del auxilio de un taxi. «Paré uno y le dije, 'mira, me tienes que hacer un favor'. Me caso en media hora y me he dejado las alianzas en el coche de un compañero, ¡tienes que ayudarme!».

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Gonzalo y Lina, durante un viaje en su noviazgo de nueve años. LP

La petición inicial de pedir ayuda por la emisora no fue vista operativa por el taxista. «Me propuso dejarme su móvil y grabar un audio de socorro, para colgarlo en un chat de compañeros. Y así lo hice». Aún pasaron otros 10 minutos. Lentos, eternos. Gonzalo no dejaba de recibir llamadas y mensajes de taxistas. Y entonces, el señor de los anillos, casi como los sitiados en el Abismo de Helm de la cinematográfica saga de Tolkien al ver sobre una colina al blanco Gandalf para salvarles de la fatalidad, vio aparecer la esperanza en el horizonte del Paseo de la Alameda. «Observé que un taxi con la luz verde venía directamente hacia nosotros. El conductor empezó a acercarse y bajaba la ventanilla». En su mano, las dos cajitas con los anillos dentro.

Final feliz

La suerte se había aliado con los novios. Pero sobre todo el civismo. «El taxista nos dijo que tras dejarnos en Monforte cogió otra pasajera y la chica se dio cuenta de que había dos cajitas con unos anillos. Y el chófer lo tuvo claro: los novios». Al llegar, Lina lo recibió sonriente junto al Palacete de Monforte. «Yo no sabía cómo agradecérselo. Le di 20 euros y le dije '¡nos has salvado a todos!'». Por la tarde, Gonzalo y Lina, tras la ceremonia y una comida familiar, recordaban ya entre copas lo sucedido. Casados, felices y con anillos.

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