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Daniel Millán, miembro fundador de Avamet, muestra su jardín meteorológico en su casa familiar de Montserrat. José Luis Bort

Una red de 780 vigías por amor y temor al cielo

La dana deja un aluvión de nuevos socios de Avamet. Costean estaciones meteorológicas propias y mejoran las de la CHJ y los ayuntamientos de pueblos de Valencia. Con su afición se amplía la red de vigilancia de la Comunitat ante las grandes trombas

Domingo, 31 de agosto 2025, 01:17

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«Mis padres sufrieron la pantanada de Tous. Yo era un bebé, pero me hablaron del desastre. En verano, veníamos al chalé de Montserrat, que es como una atalaya. Desde la terraza veía las tormentas, los relámpagos... Aquello me fascinaba. Compré mi primera estación meteorológica, con 18 años llegó internet, unos pocos conectamos por nuestra afición y comenzamos a compartir datos».

Daniel Millán explica así el germen de la Asociación Valenciana de Meteorología (Avamet), de la que es tesorero y miembro fundador. Tiene 43 años, es ingeniero de telecomunicaciones y su pasión está en los cielos. Como sucede con los 780 socios con los que cuenta hoy la red de aficionados más importante de la Comunitat. Hay meteorólogos, profesores, mecánicos... «Cualquiera con curiosidad tiene la puerta abierta, con o sin estación meteorológica». Pero la mayoría tiene su aparataje climático en hogares, terrenos de cultivo, terrazas comunitarias...

Sus datos son compartidos sin recibir nada a cambio, aportando temperaturas o pluviometría en tiempo real. Juntos, han alumbrado un gigante de servicio público que se llama Meteoxarxa, la web en la que cualquiera tiene una vista panorámica del tiempo en toda la región. Y lo más importante, sus registros son también considerados por Aemet en la toma de decisiones o emisión de alertas.

Según Millán, «tras la dana hemos crecido con casi un centenar de nuevos socios». Son más ojos que miran al cielo. Gracias a ellos, 750 estaciones automáticas (datos en tiempo real) se suman a la red regional. Son tantas que la Comunitat «es ya la región de España y Europa con más densidad de pluviómetros automáticos».

Además, los socios de Aavamet están resucitando la mal mantenida red de estaciones meteorológicas de todos y cada uno de los ayuntamientos de la provincia de Valencia. «Vamos, los revisamos y ya están entrando nuevos datos online en puntos donde antes no había». Pero hay más. Avamet revisa pluviómetros sin mantenimiento de la CHJ e incluso asesora al organismo estatal sobre dónde sería deseable instalar más.

Los aficionados miman sus datos climáticos a diario y muchos crean sus propias webs o cuentas locales en internet. Es un compromiso a veces sacrificado. Millán, por ejemplo, estima haber gastado «unos 5.000 euros en garitas meteorológicas, pluviómetros o cámaras web» que miran al cielo y emiten imágenes desde lo alto de su vivienda en Montserrat.

Víctor Marzo, aficionado de Chiva y socio de Avamet, controla la garita meteorológica de Aemet en su campo de olivos próximo al barranco. LP

Víctor Marzo es otro de ellos. Al mecánico de Chiva, de 46 años, le vino el gusanillo de niño, «con el juego educativo de Meteonova». Hoy es Meteochiva, con más de 2.000 seguidores en Facebook, con estación propia y fiel encargado de la revisión de la garita oficial de Avamet en un campo de olivos de su propiedad en pleno barranco, el lugar que se convirtió en mar el día de la dana.

Marzo recuerda aquel infierno. «A las 10 vine y no pude recoger los datos. Había metro y medio de agua. A las dos había 133 litros. Un día después, estaba todo arrasado, la garita, el pluviómetro... No pude medir nada. Otro aficionado, el panadero Manuel Corachán, registró en su estación automática 615 litros hasta que se fue la luz».

Millán expresa su opinión crítica tras la dana: «No puedo comprender cómo cuando se rompe el sensor de aforo de Ribarroja de la CHJ tras el aumento progresivo de caudal del Poyo no salta una señal o se interpreta que algo muy grave está sucediendo ahí. ¿No lo vio nadie del organismo o de Emergenias?».

Para Marzo, «falta responsabilidad y cautela de la gente ante una alerta roja. Visto lo visto, no podemos depender de que nos avisen y la precaución debe comenzar en cada uno».

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