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ELÍSABETH RODRÍGUEZ
Martes, 5 de mayo 2020, 00:47
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Los negocios que han decidido abrir en la llamada fase 0 no lo han hecho exentos de dudas. Anna Perpiñà, gerente de una pyme de ferretería asociada a Confecomerç, habla de esta realidad en primera persona. «Considero que tenemos la persiana a medio subir. Tenemos muchas dudas, entiendo que no tenemos que reincorporar a los trabajadores porque no tenemos autorizada la apertura en condiciones normales», explica.
La compañía es familiar y está compuesta por tres autónomos y cuatro empleados que han tenido que acogerse a un ERTE debido a la caída lógica de la facturación. «Teníamos que salvar los muebles, quisiera poner en valor el sacrificio del pequeño comercio, que hemos hecho el esfuerzo de seguir atendiendo a nuestros clientes», manifiesta.
Cuando recibió la noticia del estado de alarma, Anna pensó que la actividad de su negocio frenaría en seco, pero se llevó una sorpresa. «Mis clientes me llamaban por teléfono y venían a recoger el material o bien repartíamos mi hermana y y yo con la furgoneta», cuenta.
Y es que, según indica, el Gobierno «no ha tenido en consideración» a esta rama de la actividad al no catalogarla como esencial. «Yo sí veo que se necesita. Los gobernantes que hicieron la clasificación pensaron que se vendían sólo tornillos y alcayatas. No se dieron cuenta de que somos los que vendemos las mascarillas FFP2 y material de trabajo que sirve de protección, además de productos de limpieza», indica. Incluso, Anna señala que las «propias instituciones», como ayuntamientos, les han hecho pedidos. Además, destaca la cantidad de urgencias por las que numerosos clientes se han puesto en contacto con ella. «Había gente que llamaba desesperada por urgencias como la necesidad de cambiar una cerradura o latiguillos que se rompen», cuenta.
Por otro lado, la parálisis económica ha llevado a muchas pymes a recurrir a las ventas 'online' como único salvavidas para contar con unos ingresos. Sin embargo, se tratan de ventas mínimas y residuales en muchos casos. «Tenemos una tienda 'online' pero como muchas pequeñas empresas, la digitalización nos queda grande. Esto ha sido un aviso de que nos tenemos que poner en marcha en ese sentido», explica la empresaria, que cuenta con una tienda en Alzira y otra en Polinyà de Xúquer.
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