Muere Luis Illueca, profesor e impulsor de la Universidad Laboral de Cheste
«Valenciano de pro, hombre de principios y valores, profesor enriquecedor en todos sus contactos que ha dejado una estela de bien y de bien hacer»
Vicente Fdez. de Gamarra Betolaza
Ex rector de la U.L. de Cheste
Miércoles, 13 de agosto 2025, 22:20
Hay personas cuyas vidas y trabajos repercuten muy considerablemente en las de otros conciudadanos. Tal es el caso de los docentes, máxime cuando han tenido responsabilidades y trayectorias que van mas allá del contacto con los alumnos de un aula o de una materia concreta.
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Tal es el caso de quien hace dos días nos ha dejado: D. Luis Illueca Valero, con el imborrable recuerdo y gratitud a una vida que marcó la trayectoria de muchos de sus alumnos y la trayectoria de muchos docentes colaboradores suyos.
El mérito más destacado del profesor Illueca, entre otras ocupaciones laborales posteriores, fue el de haber puesto en marcha en 1969 la Universidad Laboral de Cheste siendo su primer Rector. Junto al Mutualismo Laboral, el Ministerio de Trabajo y el Ayuntamiento de Valencia, tres personas en aquellas fechas tuvieron un papel decisivo en el inicio de esa cincuentenaria institución docente: D. Anselmo Balaguer, alcalde de Cheste que, ante las dificultades de otros emplazamientos, ofreció los terrenos de La Loma (así le llaman los veteranos de la casa), 150 hectáreas para su construcción. El arquitecto D. Fernando Moreno Barberá, autor del impresionante proyecto, que diseñó los volúmenes y espacios de una ciudad escolar con todos los servicios que los 5.000 alumnos internos iban a necesitar: aulas, laboratorios, paraninfo, talleres, gimnasios, piscinas, colegios residenciales, departamentos docentes, clínica, capilla, viviendas, etc. Y D. Luis Illueca, alma y cerebro de aquella aventura que llenó, el espacio, los edificios y las personas, de un espíritu innovador en la enseñanza de aquellos años, de un ánimo contagioso en el personal docente y de servicios y de una vocación de libertad y responsabilidad que marcó la trayectoria de los cientos de profesores y miles de alumnos que pasaron por el claustro y las aulas de la Universidad Laboral de Cheste.
Medio siglo después, en uno de esos encuentros multitudinarios de antiguos alumnos y en presencia de D. Luis, un alumno expresó la quintaesencia del agradecimiento sin el fárrago de los convencionalismos: «Algo tuvisteis que hacer bien cuando hoy estamos todos aquí».
Muchos son, como muchos los alumnos y profesores que lo conocieron, los recuerdos y los agradecimientos que el rector Illueca ha suscitado en su casi centenaria vida, agradecimiento y recuerdo con la impronta de cada persona, pero con la nota común y distintiva del entusiasmo contagioso que tenía por una renovación educativa que hacía de cada alumno el centro y el eje de la actividad docente.
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Junto a ello un estilo participativo del alumnado en las actividades académicas y de convivencia, en unos años, todo hay que decirlo, en que la propia sociedad carecía de cauces de participación en su desenvolvimiento.
La vida académica de D. Luis Illueca en la Universidad Complutense, anterior a su etapa chestana, su labor de asesoramiento de la red de Colegios Menores y sus posteriores trabajos en selección y asesoramiento de personal, habrán tenido su repercusión importante en otros ámbitos nacionales que omito en este apresurado homenaje a un valenciano de pro, hombre de principios y valores, profesor enriquecedor en todos sus contactos que ha dejado, en los que tuvimos la suerte de tratarlo, una estela de bien y de bien hacer por la que lo recordamos.
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Querido y ahora recordado D. Luis: con amigos y profesores nos ha ocurrido, a quienes ya tenemos más recorrido que camino por hacer, que se nos van cuando nos tenían ya acostumbrados a tenerlos siempre a mano, sin hacernos a la idea de que podíamos perderlos. Ha sido tanto tu entusiasmo al trabajar, tu cariño cuando te interesabas por nuestras vidas, tu simpatía cuando nos contabas tus experiencias, que nos habíamos acostumbrado a tenerte como referencia de ideas, de entusiasmos y de novedades.
Un colega tuyo del claustro complutense dijo que había dos clases de entusiasmo: uno ilusionado de ida, y otro lúcido de vuelta. Tú has sido de los pocos que, en tu dilatada vida, creo has ejercido los dos y ahora recibes la gratitud de quienes te conocimos y te quisimos por recibir de tu compañía la verdad de tu enseñanza y el placer de tu amistad.
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