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Un adolescente no acompañado en un centro de menores. ECO

El día a día en un centro de menores de la Comunitat

Los adolescentes van a clase, participan en talleres de inserción laboral o idiomas y practican actividades deportivas

Pablo Alcaraz

Valencia

Jueves, 22 de mayo 2025, 00:49

La vida entre las cuatro paredes de los centros de menores no acompañados es todo un misterio. El hermetismo sobre lo que allí ocurre es casi total a la par que comprensible al tratarse de adolescentes en situación vulnerable y que, por ende, necesitan la tutela de la Administración. Sin embargo, Mari Carmen González, vocal de la junta de gobierno del Colegio de Educadores y Educadoras Sociales de la Comunitat, define este tipo de instalaciones como que deberían ser una «casa» y explica que los internos hacen una vida «como cualquier adolescente, pero con una situación muy complicada detrás».

Estos centros han vuelto al foco mediático tras conocerse la intención del Gobierno de acometer un nuevo reparto de menores migrantes a en las comunidades autónomas y la muerte de uno de los internos de una de estas instalaciones tras precipitarse en una poza de Buñol durante una excursión. Pero no sólo existen las instalaciones destinadas a la acogida de extranjeros sino que también existen recursos de alojamiento y manutención destinados a la protección y la reforma de adolescentes.

González relata que la rutina de los centros a este tipo de personas está muy estructurada en materia horaria, asegura que los chavales «no están quietos», que se les presta atención las 24 horas del día y que se les agrupa y trabaja en función de sus necesidades. La educadora social señala que en este tipo de instalaciones se llevan a cabo talleres y actividades de todo tipo que van desde la cocina, la higiene, la salud, los idiomas, el empleo, la formación en finanzas domésticas o la burocracia. Además, también tienen tiempo para el ocio, practicar actividades extraescolares, o deportivas, estas últimas con especial empeño por parte de los cuidadores: «Procuramos que todos hagan algún deporte».

Asimismo, la vocal del colegio profesional indica que se vela por la rápida escolarización de los recién llegados y que se pone énfasis también en aquellos que cumplen 16 años al aproximarse a la mayoría de edad y, por ende, a tener que abandonar este recurso asistencial. En relación a esto, González comenta que se apuesta porque aquellos que decidan interrumpir los estudios a los 16 años se sigan formando en formaciones profesionales de corta duración para que cuando salgan del centro con 18 años lo hagan «con algún título en la mano» y tengan mayores posibilidades de encontrar empleo.

A falta de un año para la salida de la mayoría de edad, los educadores sociales ayudan a los menores a buscar un trabajo, ayudándoles a realizar un currículum o acompañándoles a la entrevista, o un piso de alquiler «porque cuando cumplen 18 años no hay plazas en emancipación para todos». «Los educadores sociales les acompañamos a todas las gestiones», explica González.

Sobre los menores de origen extranjero, la vocal del colegio profesional alega que llegan a España con la intención de trabajar para enviarle dinero a su familia, pero que cargan con el peso de las experiencias vividas y que tienen que enfrentarse a un proceso de regularización «eterno» para poder acceder al mundo laboral o las dificultades del desconocimiento del idioma.

Reivindicaciones

Desde el Colegio de Educadores y Educadoras Sociales de la Comunitat reivindican una ratio máxima de tres menores por profesional cuidador, ser la figura de referencia en los centros, no trabajar solos en los turnos o que no entre gente a trabajar sin la cualificación adecuada. Además, también exigen un protocolo unificado de actuaciones y denuncian los efectos negativos que tiene la privatización del sistema y que un 90% de los centros sean concertados.

A título personal, González pide que se agilicen los procesos de regularización de los menores migrantes «que les permitan trabajar, tener acceso a la educación y al mercado laboral». Además, exige que haya más acompañamiento cuando cumplan la mayoría de edad tanto para los españoles como para los extranjeros: «No se les puede dejar con 18 años. Tiene que haber más protección».

Por último, solicita que los psicólogos que trabajan en estos centros estén especializados en trauma y apego y recuerda que muchos de los educadores sociales noveles ejercen por primera vez en este tipo de instalaciones con personas migrantes: «Son la puerta de entrada para muchos educadores sociales noveles que llegan con la carrera. Sin embargo, es el recurso seguramente más complejo en el que vas a trabajar».

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