Batiste Rubio JL Bort

Batiste Rubio: «Lo veíamos muy negro, pero la gente nos dio la fuerza necesaria para volver»

Junto a su socio Vicent Baixauli, han reconstruido el Forn Baixauli gracias a la gente, que se vio arrasado por la dana. Un horno que este año cumple los 275 años

Jueves, 28 de agosto 2025, 23:25

Martes por la tarde. 29 de octubre. Batiste Rubio introduce en el horno una bandeja de panetones sin cocer. Hace dos meses que, junto a ... su socio Vicent Baixauli, ha tomado las riendas del Forn Baixauli de Picanya, probablemente el horno más antiguo de la Comunitat con la friolera de 275 años, y quizás de toda España. Se dice pronto. Pero las inclemencias naturales no se amedrantan con conceptos como «centenario», «histórico» o «tradicional». A la inclemencia natural eso le importa un bledo y arrasa con todo.

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Es lo que ocurrió. A eso de las seis de la tarde, Batiste recibe una llamada de su hermano. Le apremia a que mueva el coche, que en las noticias han dicho que igual se desborda el barranco. Batiste, extrañado, hace caso a su hermano y deja el automóvil en la puerta del horno. Se da cuenta de que el agua alcanza los dos dedos. Su hermano le vuelve a llamar y le advierte de nuevo, así que Batista se lleva el coche al otro lado del pueblo.

Forn Baixauli tras la reconstrucción JL Bort

Al volver al horno, el agua alcanza los cuatro dedos de altura, así que Batiste cierra la entrada de su negocio y coloca unos sacos de harina en la puerta a modo de barrera. Para cuando se da cuenta, los sacos están flotando y el agua le llega por la tibia. Llama a su socio y, en lo que dura la llamada, el agua asciende hasta su cintura. Debe salir de ahí cagando leches, así que se echa una mochila al hombro con un portátil, algunas facturas importantes y el dinero de la caja. Enganchándose a las persianas, barrotes y puertas colindantes, consigue llegar al portal de su madre, que está cerca. El terror continúa y Batiste es de los afortunados que consigue resguardarse en alto en aquella fatídica jornada que se llevaría la vida de 224 personas.

Amanece. Batiste sale a la calle y camina hasta su horno alucinado por la devastación, como todo hijo de vecino que pusiera un pie en la calle con el amanecer del 30 de octubre. No puede abrir la puerta del horno, está destrozada, atorada por troncos y objetos de la calle. Al entrar, golpe de realidad: las neveras volcadas, las fermentadoras hechas añicos, los mostradores reventados. Todo. Batiste sale a la calle sin saber muy bien cómo actuar ante una situación así. No son más de las siete de la mañana, y de pronto se da de bruces con un tumulto. Cincuenta, cien personas, con petos amarillos, palas, escobas, rastrillos. «¿Necesita ayuda? -le dicen-. Venimos de Madrid». ¿Cómo habéis llegado desde Madrid tan rápido?, pregunta él. «Lo vimos todo por la tele. Un autobús nos ha dejado en Chiva, y desde ahí venimos andando».

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Historia del horno a lo largo de sus 275 años JL Bort

Batiste les dijo que no, que se fueran a otro sitio, porque ni siquiera sabía por dónde empezar. Empezó a rondarle la cabeza que lo mejor sería cerrar el negocio. Al fin y al cabo, Vicent Baixauli y él cogieron las riendas tan solo dos meses atrás, después de que los tíos de Batiste se jubilaran. Había supuesto una importante inversión, pero tampoco es que estuviesen renunciando a su oficio de toda la vida, lo superarían. Sin embargo, fueron pasando las horas y la ola de solidaridad se hacía más grande. En un momento dado, accedió a que le ayudaran, y de pronto se vio a cincuenta personas sacando barro de su horno.

Con el paso de los días, la ola de solidaridad no cesaba, y Vicent y Batiste decidieron hacer un crowdfunding para reabrir el establecimiento. Nunca se habrían imaginado que recaudarían más de 50.000 euros. Se quedaron anonadados. No eran del todo conscientes de la fuerza que puede llegar a tener la memoria. Porque el Forn Baixauli tiene una memoria de casi 300 años, forma parte del imaginario colectivo de Picanya. Cualquiera que viva en el pueblo ha pasado por allí alguna vez. Quienes han celebrado bodas, bautizos o comuniones han encargado tartas y pasteles a la familia Baixauli. El horno está ahí desde que Picanya no eran más que cuatro calles (de hecho, en sus inicios el horno estaba en el centro de cuatro calles y se llamaba 'Quatre Cantons').

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Batiste Rubio JL Bort

Esa sensación de sentirse queridos en el pueblo que Batiste y Vicent experimentaron vio su culmen en un mecenas anónimo que les donó 5.000 euros. Nunca averiguaron de quién se trataba, pero tenían que volver a abrir.

Y así lo hicieron. Hoy, con la perspectiva de los diez meses, Batiste habla con la satisfacción de haber superado aquella tragedia. Tienen planes. Quieren intentar demostrar que su horno es el más antiguo de España. Es complicado, porque toda la documentación que pudieran tener se la llevó la dana. También están en proceso de digitalización:más fuerza en redes, una buena página web, envíos por whatsapp...

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Forn Baixauli JL Bort

Y también nuevos productos. Quieren aprovechas su centenaria historia y combinarla con la vanguardia. Es posible que en los próximos tiempos, quienes paseen por Picanya vean una nueva cara del Forn Baixauli, renovada, renacida, pero sin perder de vista, claro está la esencia de horno de pueblo de toda la vida. Cuarenta y tres son los años que acumula Batiste, y treinta Vicent. Por delante tienen un largo recorrido en el que no descartan abrir nuevos hornos y expandir el legado de la familia Baixauli.

No saben si el negocio pasará de la octava generación, pero se sienten profundamente orgullosos de formar parte de un oficio que su familia ha dilatado durante casi tres siglos.

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