La ministra Diana Morant, durante una visita a Canet. LP

Canet d'en Berenguer avanza en su proyecto para regenerar la playa Racó de Mar con la adquisición de ocho boyas inteligentes

El coste total de la adquisición es de 248.000 euros, entre 60.000 y 120.000 euros menos de lo estimado, y supone el inicio de la segunda fase de la recuperación del litoral del pueblo

Manuel García

Canet d'en Berenguer

Viernes, 21 de noviembre 2025, 10:49

El Ayuntamiento de Canet d'en Berenguer ha sacado a licitación el contrato de suministro de ocho boyas inteligentes destinadas al estudio y modelación del cambio climático en la playa de Racó de Mar de la localidad. De este modo, el municipio da un paso más en su proyecto de regenerar la playa seca, impidiendo la pérdida de arena y disminuyendo el efecto de los temporales mediante el uso de 'ingeniería verde'. El coste del material asciende a 247.933 euros (sin IVA). El plazo para resolver es de 30 días naturales.

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Según explica Pere Antoni, alcalde de Canet, «esto supone un paso más en nuestro proyecto de regenerar nuestra playa, uno de nuestros proyectos más importantes que estamos desarrollando para garantizar que vamos a seguir siendo una localidad sostenible y que seguimos avanzando hacia un tipo de turismo que no esquilma los recursos actuales, sino que prima la conservación para que puedan seguir siendo foco de riqueza para las próximas generaciones».

La adquisición de estas boyas supone, de facto, una nueva fase en este proyecto, que nació en Canet d'en Berenguer, pero que contó casi desde el principio con el 'apadrinamiento' de los ministerios de Ciencia y Tecnología y de Transición Ecológica, ya que puede implementarse en cualquier playa de España. De hecho, en Galicia también se está llevando a cabo otro proyecto piloto que nació a partir del que existe en Camp de Morvedre.

La adquisición de las ocho boyas supone, además, un ahorro con respecto al proyecto inicial. Este comenzó el pasado 10 de diciembre y, en febrero, la firma Satlink (la que suministra el software del proyecto) evaluó positivamente la iniciativa. A raíz de este primer estudio, la empresa solicitó una prórroga (que se prolongó hasta junio) para actualizar el programa, basado en la experiencia adquirida durante los primeros meses.

Esa nueva versión es la que ha permitido reducir el número de boyas necesarias (inicialmente se calculaba que podrían ser entre 10 y 12) a solo ocho, para cubrir la misma superficie (1.150 metros de ancho y entre 20 y 80 metros hacia el interior del mar). El ahorro por reducir en un tercio el número de boyas inteligentes necesarias para llevar a cabo el proyecto ronda entre los 60.000 y los 120.000 euros, en función de si el número requerido hubiera sido de diez o doce.

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«Ahora», añade Antoni, «procederemos a instalar estas boyas y obtener un mapa exacto del fondo marino y cómo va evolucionando en tiempo real. Esto permitirá identificar su funcionamiento, ya que hay que entenderlo como un organismo vivo, y nos permitirá saber dónde tenemos que empezar a colocar los arrecifes artificiales, que son los que, en definitiva, se encargarán de impedir la formación de olas en caso de temporal y evitar que el mar se 'trague' la playa seca».

Esta iniciativa es independiente, pero complementaria, con el proyecto del Ministerio de Transición Ecológica de aportar un millón de metros cúbicos de arena a las playas de Sagunto que están al norte de la de Canet (Almardá, Corinto y Malvarrosa). Estos sedimentos, por las corrientes, acabarán en Racó de Mar. En cambio, la instalación de las boyas y los arrecifes artificiales seguirá una progresión de sur a norte. El objetivo es que esa aportación de arena sea definitiva.

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Estas boyas, equipadas con tecnología ecosonda desarrollada expresamente para este proyecto, realizarán mediciones acústicas del suelo marino para determinar con precisión su profundidad y detectar los cambios que sufre la estructura de los sedimentos. Los datos permitirán diseñar la estrategia de colocación de arrecifes artificiales sumergidos a una cota de profundidad aproximada de cinco metros, lo que provocará una disminución en la altura del oleaje y, en consecuencia, una reducción de su fuerza. Al tratarse de instalaciones móviles, pueden desplazarse fácilmente a otra ubicación en función de los cambios en el fondo (se puede hacer con una zodiac). La idea es colocarlos en los lugares en los que se forman las olas, de manera que se limite su tamaño y el efecto sobre la costa sea menor.

Al principio se propuso un sistema de escaneado en 3D, pero se ha optado por uno menos oneroso para las arcas municipales. Este se basa en utilizar como referencia el llamado 'cero hidrográfico' (el plano horizontal de referencia sobre el que se mide, de forma vertical, la profundidad) y ampliar el número de boyas para cubrir los 160 metros de extensión de la playa. Esto permite monitorizar la evolución del fondo marino sin depender de variaciones locales y facilita comparaciones fiables a gran escala.

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Este sistema permite, además, estudios a más largo plazo, ya que, durante el año, se observan dos ciclos: otoño e invierno (que se caracterizan por una rápida erosión y transporte de sedimentos mar adentro), y primavera y verano (cuando los sedimentos se depositan nuevamente y se recupera parte del material perdido). Implementar el programa de manera continua impide interpretaciones erróneas, mide con mayor precisión la recuperación del fondo, evalúa su estabilidad y determina la tendencia real.

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