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El Papa observa el mausoleo por los mártires anglicanos en Uganda.

El primer milagro de Francisco en África

El Papa logró ayer que el eterno presidente de Uganda saludara a los dos principales líderes de la oposición durante la misa de Kampala

DARÍO MENOR

Domingo, 29 de noviembre 2015, 01:04

Uganda es el único país africano que ha sido visitado por tres papas: Pablo VI en 1969, san Juan Pablo II en 1993 y, ahora Francisco. Las estancias de estos tres líderes católicos en la llamada Perla de África tiene una motivación clara: los mártires de Uganda, el grupo de 23 anglicanos y 22 católicos asesinados entre 1985 y 1987 por orden del 'kabaka' (rey) Muwanga II. La figura más relevante de ellos es san Carlos Lwanga, responsable de los pajes del monarca y que acabó quemado vivo por negarse a renunciar a su fe y a que los chavales satisficieran el apetito sexual del 'kabaka'.

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Francisco se conmovió ayer al visitar el santuario anglicano de los mártires, que cuenta con una sala en la que pueden contemplarse unas sobrecogedoras estatuas a tamaño natural que representan las torturas y padecimientos que sufrieron estos sirvientes de Muwanga II antes de morir. En este lugar que marca la historia del cristianismo de Uganda y de África oriental, Francisco se arrodilló para rezar después de escuchar las explicaciones de un obispo anglicano sobre los sufrimientos de los cristianos en aquel período.

Más tarde se dirigió al santuario católico, situado igualmente en Namugongo (a las afueras de Kampala), para presidir una misa ante 300.000 fieles. La ceremonia propició una imagen insólita para la política del país: el presidente Yoweri Kaguta Museveni, que se perpetúa en el poder desde hace casi 30 años, estrechó la mano de los dos principales líderes de la oposición: Amama Mbabazi y Kizza Besigye. Lo que para cualquier foráneo podría interpretarse como un mero gesto de cortesía, en los medios locales lo consideraron como un acontecimiento histórico y «el primer milagro» que Francisco conseguía con su visita a Uganda. El ex primer ministro Mbabazi anunció a finales de julio que se presentará a las elecciones del año que viene. Por su parte, Museveni sigue decidido a mantenerse al mando, sin importarle sus 71 años ni su larguísima permanencia en el poder.

A Francisco le recibieron en el templo con todo el calor de África. No faltaron los bailes, la música tradicional ni los gritos emocionados de la gente que decía «¡We love you Pope!» («Te queremos, Papa»). Algunas mujeres iban vestidas con trajes de vivos colores con la imagen de Bergoglio, cuya cara también estaba presente en camisetas, carteles, banderas y gorras.

«¡No puedo creerlo, estoy viéndolo con mis propios ojos!», decía a voz en grito un joven que no paraba de hacer fotos mientras veía pasar el papamóvil. A su lado, varias mujeres ululaban extasiadas. El santuario de Namugongo es uno de los lugares más peculiares en los que el Pontífice ha celebrado una misa multitudinaria hasta ahora, pues el altar se encuentra en medio de un pequeño lago artificial. En el agua flotaban varias lanchas neumáticas con policías a bordo. En todo el entorno había también cientos de miembros de las fuerzas de seguridad para evitar que se produjeran incidentes.

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Bodas por la Iglesia

En su homilía, Francisco habló del «ecumenismo de la sangre» que supuso el asesinato de los mártires de Uganda. Murieron por ser cristianos, sin importar si eran o no fieles a Roma. En particular, el Papa se acordó de san Carlos Lwanga y de san Joseph Mkasa, quienes transmitieron su fe «en tiempos peligrosos». «No sólo su vida se vio amenazada, también lo estuvo la de los chicos más jóvenes que les habían confiado», dijo. Patrick, un seminarista de 24 años, contó antes de la misa que los mártires prefirieron la muerte a renunciar a su fe en Cristo. «También rechazaron las propuestas de un rey que era una especie de pederasta. El cristianismo no admite esas prácticas», remachó.

Francisco espera que el testimonio de estos mártires, canonizados por Pablo VI en 1964, sirva para que los ugandeses se comprometan con la doctrina católica, particularmente a la hora de vivir el matrimonio «con amor y fidelidad». Aunque un 83% de los ciudadanos de este país son cristianos (47% de católicos y 36% de anglicanos), sólo un 20% se casa por la Iglesia. Recordaba estas cifras algo escandalizado el portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi. Francisco volvió a referirse después a esta situación en el encuentro que mantuvo con unos 150.000 jóvenes en el antiguo aeropuerto de Kampala. En su discurso planteó qué pensarían los mártires si vieran que se extiende «una visión torcida de la sexualidad, que degrada la dignidad humana llevando a la tristeza y a la vida interior».

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El ambiente en el encuentro del Papa con la juventud, como en el resto de ceremonias y citas en este viaje por África fue una fiesta, con continuos bailes y cantos. Antes de que Francisco improvisara un discurso en el que pidió un esfuerzo para cambiar «lo negativo en positivo», dos jóvenes contaron sus sobrecogedoras experiencias. La primera era de un chico que fue secuestrado por el Ejército de Resistencia del Señor. Durante su tiempo con este grupo rebelde liderado por el fanático Joseph Kony sufrió terribles torturas. El segundo testimonio fue de una muchacha enferma de sida cuyos padres fallecieron cuando ella tenía 7 años. Pidió «cuidado, amor y apoyo» para quienes tienen el HIV, en lugar de «pena y rechazo».

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