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Nuevas terrazas fonoabsorbentes en el barrio de Ruzafa

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Nuevas terrazas fonoabsorbentes en el barrio de Ruzafa Iván Arlandis

¿Funcionan las terrazas antirruido de Ruzafa?

Los hosteleros detectan fallos técnicos y los vecinos apenas aprecian diferencias tras la instalación de toldos fonoabsorbentes

Erika Manso

Valencia

Martes, 5 de agosto 2025, 00:16

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Las nuevas ecOterrazas situadas en el barrio de Ruzafa prometían la reducción del ruido en una de las calles más importantes del barrio. ¿Ha sido así? ¿Son efectivas? Lo cierto es que a pesar de ser un proyecto piloto, iniciado hace menos de un mes, las primeras sensaciones no son buenas. El objetivo de la iniciativa es principalmente disminuir el ruido generado por el ocio de la zona, que desde hace años supera los decibelios permitidos por habitantes. Con el fin de hacer realidad este propósito se han instalado materiales sostenibles en diversos locales de Ruzafa.

Entre el nuevo mobiliario se encuentran sombrillas que absorben el ruido, toldos y sonómetros en cada lado de la calle Cura Femenía. Tanto el sector hostelero como los vecinos agradecen que se actúe para miminizar el ruido aunque dudan de momento de la efectividad del proyecto. «Yo no noto la diferencia con las sombrillas, creo que no funcionan», describe Paco, trabajador en la taberna Docemil en Rusia. «En verano no se pueden abrir las ventanas del ruido que hay en la calle», asegura una vecina del barrio, quien asegura que la iniciativa «no merece la pena».

Aparte de las sombrillas, los locales que ya cuentan con los elementos fonoabsorbentes incorporados, poseen una pequeña lámpara en las mesas de su terraza que se ilumina si se superan los decibelios. En este sentido, según los hosteleros, la luz de la lámpara cambió su color habitual a un rojo potente por primera vez el viernes 21 de julio a las 23:00 horas, al elevarse los decibelios.

En teoría, en paralelo a la iluminación roja, también debería sonar un pitido procedente de los sonómetros situados en cada lado de la calle, pero según los trabajadores de la zona eso no ocurrió: «¿De qué sirve que la lámpara se ponga en rojo si el pitido no suena para avisar a los clientes de que están superando el sonido de ambiente?», comenta Pablo, un camarero de un local de Ruzafa.

Iván Arlandis

También hay vecinos como Sandra que no consideran que el ruido en la zona sea tan excesivo, por lo que tampoco ven la necesidad de incorporar sombrillas especiales: «En este barrio hay mucha vida y vive mucha gente joven». «Me parece innecesaria la medida y se han gastado mucho dinero en el mobiliario fonoabsorbente».

En cambio, otros vecinos, informan de que el ruido es insoportable, sobre todo cuando se acerca la noche, «no notamos la diferencia del nuevo mobiliario, el problema también son las discotecas». «Los módulos verdes están muy bajos de altura y no cumplen su función. Además un camión de la basura estropeó uno de ellos hace unos días y todavía no lo han arreglado», afirma Dionys, vecino de la zona.

En este punto, nuevas voces se suman a las críticas hacia las terrazas, desde el establecimiento La Teresina, Kaessy, una de las empleadas, añade otra perspectiva importante: «De las discotecas se quejan mucho, pero estos sonómetros no son efectivos para ellas». Y se suma a la duda compartida: «No sé si la gente nota una diferencia con los módulos. Yo diría que no».

Arlandis

La sensación predominante es clara: «El proyecto ha empezado hace poco, pero es verdad que de momento nosotros no notamos nada, para qué engañarnos», indica Javier, residente de la calle Cura Femenía, quien intenta mostrarse paciente, pero reconoce la falta de resultados. La realidad es que tanto los vecinos como los hosteleros están de acuerdo en que el problema del ruido va mucho más alla de las terrazas.

Las discotecas y la actividad nocturna, continúan generando molestias considerables en Ruzafa, lo que evidencia la percepción de que el proyecto se encuentra limitado en alcance y funcionalidad. A todas las carencias numeradas, se le suma una falta de mantenimiento clara: desde módulos averiados que no han sido reparados, hasta dispositivos que deberían emitir una señal acústica pero no lo hacen. El caso de las ecoterrazas en Ruzafa plantea una cuestión de fondo más allá del ruido: ¿puede un problema estructural como la convivencia entre el ocio y el descanso solucionarse únicamente con intervenciones tecnológicas?

La experiencia hasta ahora demuestra que no basta con instalar dispositivos si no hay una estrategia integral detrás que contemple también la gestión del espacio público, la participación ciudadana y la responsabilidad compartida entre locales, clientes y administración. Las soluciones sostenibles no solo deben ser visibles, también tienen que ser funcionales, mantenidas y, sobre todo, útiles para quienes conviven día a día con el problema. Con estos testimonios se refuerza la impresión de que el proyecto, pese a estar aún en fase piloto, no está logrando convencer ni a quienes viven ni a quienes trabajan en Ruzafa.

La falta de funcionalidad de los dispositivos, su escaso mantenimiento, y una señalización sonora inexistente o defectuosa, están generando más frustración que alivio. Para que esta iniciativa logre sus objetivos reales, hará falta algo más que mobiliario sostenible y lámparas que cambian de color.

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