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L. G.

Cullera, el rótulo más grande del verano de Valencia

Letras de 130 metros de alto por 80 de anchos son el letrero de referencia del internecional paraíso de millones de veraneos a lo largo de más de 50 años

Laura Garcés

Valencia

Martes, 26 de agosto 2025, 14:01

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Cullera es un pueblo, una ciudad, con playa. Cullera es el destino preferido para la vida de miles de veranos. Y Cullera es un rótulo, el rótulo más grande del verano de Valencia. Sí, es un letrero blanco de grandes dimensiones sobre la montaña tras la que se descubre el mar. Letras que con acierto un día de los años sesenta del pasado siglo, cuando se acababa de inventar el éxito del turismo, se pintaron para que todos vieran que allí estaba Cullera. Y vaya si lo vieron.

Paseos por la orilla del mar, un baño en la playa, otro en la piscina, las fotos del primer chapuzón del niño o de la niña, esa partida de palas en la arena, una caminata hasta el Castell, la abuela que se ha venido con los niños, la paella y el restaurante, el helado, los amigos, una cena y las copas de la noche… La niña mona y el chico más guapo que quedan para siempre. Ni más ni menos, la vivencia de ese estado del alma que es el verano que ahora para muchos cierra sus puertas entre melancolías que reclaman un último paseo.

Al amparo de un rótulo, el más grande, sobre otros muchos se construye la memoria del soñado paraíso de las vacaciones. Muchas letras que ver, que invitan a sumar atractivos a un paseo con la mirada alta para descubrir cuánto cuenta de uno mismo, y de todos, una capital del turismo a través de sus letras, que demuestran que son mucho más que letras. Son letras que hablan de emociones, de tradición y de innovación. Cuentan la historia.

Conocidos letreros de Cullera. L. Garcés

De azulejo, pintados, trazados en forja, luminosos para un lugar donde las casas tienen nombre a partir del que nace una comunidad de vida y en ocasiones de amistad. Apartamentos que llaman al mar Mare Nostrum, mientras otros recuerdan el arte de Murillo o de Sorolla. Algunos llevan al viandante a conocer la tierra que pisa cuando se desprende del salitre: Bahía de los naranjos o sencillamente Los naranjos. Sin dejar de contemplar ese referente que encierra las esencias de un territorio: Florazar, no uno, sino hasta cuatro.

Rótulos en partamentos. L. Garcés

Otros sugieren los destinos más lejanos relatando quizás que alguna moda influyó en su bautismo o sencillamente contienen los sueños de un promotor, cada tiempo tiene su tendencia y los veraneos también: apartamentos Versalles, Las Vegas, Euromar… O el restaurante Bariloche que con sabor argentino se presenta con la imagen de una paella: mixtura cultural, testimonio de un tiempo.

De paellas y arroces mucho se sabe en esta tierra de mar vecina de la Albufera. Entre innovaciones y exotismos que llevan y traen los tiempos, los clásicos de siempre, los que se anuncian con tipos de tradición. Esos rótulos que también relatan una época, la de los días que a la casa se le ponía nombre de familia. En el Estany, desde 1950, Casa Salvador -referente de la cocina y del arroz- proclama su nombre en un rótulo de barracas. Letras de forja abren paso a otra casa que desde 1958 lleva su condición de clásico grabada en el nombre: El Cordobés. Y los azulejos de Picanterra hacen lo propio en un restaurante que a quien gusta de seguir el paso de los letreros, relata la vida de los pescadores, la de aquellos cuya huella está grabada en los sencillos caracteres negros del local de la Cofradía de Pescadores de unas aguas donde desde que se inventó el turismo también pescan quienes leen en inglés y en francés: Fishing Shop y la Boutique de la Pêche.

Letreros de referencia en la ciudd costera. L. Garcés

Y muchos más. Apartamentos El Cisne, Cala Rocosa, Oasis, El Prado, Avenida, la Rada... hasta la tienda Myriam Playa donde se compran los flotadores y las colchonetas sobre las que se bañan las vivencias y con ellas los recuerdos de un pueblo con mar que desde un Super Cibeles lanza un guiño a esa gran comunidad de veraneantes que respondieron desde Madrid a la llamada del rótulo más grande del verano de Valencia para un veraneo que respira las esencias de la bahía bajo las letras del Sicania, el rótulo del primer gran hotel de Cullera, nombre lleno de relatos que empezaron a escribirse a final de los años cincuenta bajo las directrices del arquitecto Borso di Carminati. Y los que se han ido, como aquel iniciador Port Bahía que borraron las exigencias de una Cullera creciente al reclamo de sol y playa.

Letreros de partamentos y resturantes en Cullera. L. Garcés

Siete humildes, pero inmensas, letras con aspiraciones a convertirse en leyenda, en postal hollywoodiense, que sin más complicaciones se pintaron sobre la ladera de la montaña. La iniciativa de Enrique Torres Gómez, quien como cuenta el Ayuntamiento de Cullera, fue marmolista y escultor con una gran visión turística que dedicó parte de su vida a contar historias y leyendas de un pueblo con mar. Concibió esas letras de 130 metros de altura y 40 de ancho que sin moverse de la montaña ha pregonado décadas de emociones estivales por el mundo. Cullera es un pueblo con playa, sí, un pueblo grande en la costa. Cullera es el destino preferido para la vida de miles de veranos. Y Cullera es un rótulo, el rótulo más grande del verano de Valencia.

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