
Ver 17 fotos
Un garaje apocalíptico en el barrio de La Torre
El aparcamiento de la finca donde fallecieron siete personas sigue inservible, sin ascensores, con paredes rotas y con trasteros embarrados casi ocho meses después de la dana
Las dos plantas del garaje situado en el número 4 de la calle Mariano Brull de La Torre fueron el escenario en el que se vivió una de las notas más negras de la tragedia del pasado 29 de octubre. Allí perdieron la vida siete personas al quedar atrapadas por culpa de la fuerte tromba de agua que se abalanzó sobre una desprevenida pedanía de Valencia ante la falta de avisos. Dos días después, cuando por fin se desbloqueó el acceso al aparcamiento subterráneo, se desveló la agonía que debieron vivir los fallecidos en el subsuelo de una de tantas fincas de l'Horta Sud. Camino a cumplirse ocho meses de la catástrofe, sus vecinos denuncian el olvido de las administraciones y la «mala fama» que han heredado tras la catástrofe.
A la entrada del garaje, aún sin puerta al haber sido arrancada de cuajo por el agua, dos marcas de spray dan fe del drama vivido allí hace ya más de siete meses. La primera de ellas es una R mayúscula de color amarillo, indicativo de que el aparcamiento había sido revisado en busca de posibles víctimas mortales allí dentro donde, por desgracia, las había. La segunda, en rojo, muestra la fatídica hora en la que llegó el Es-Alert a los móviles de aquellos que luchaban por la sobrevivir con el agua al cuello acompañado por el mensaje «ni oblit, ni perdó». Desde el interior emerge un fuerte olor a humedad que golpea el olfato.
Ángel, vecino de esta finca en la que residen cerca de 200 personas, denuncia que la situación no ha mejorado de manera sustancial con el avance de la reconstrucción: «Nos han arreglado los telefonillos, la canalización las terrazas y han pintado el patio... lo demás sigue más o menos igual».



Según su versión, hasta la fecha la Administración se ha hecho cargo de la limpieza y la desinfección y ha pagado 90.000 euros, cantidad que representa la primera de las tres fracciones en las que se dividen las ayudas a las que tienen derechos como afectados, pero que resulta insuficiente para la reparación total de los daños. «Ni aún con las tres partes hay suficiente para todo el dineral que vale la reconstrucción», opina en un alegato para que sigan llegando los subsidios.
Para más inri, este vecino revela que el edificio está construido sobre una acequia, factor que provoca que se inunden algunas partes del parking con la subida del nivel freático. La comunidad ha llevado el asunto a los tribunales tras denunciar al arquitecto, al aparejador y al constructor. Contando con estos antecedentes, Ángel lamenta que la aparición de charcos en la segunda planta se haya agravado y que el estado de la estructura no se haya revisado de manera más exhaustiva ante el peligro de un posible derrumbe. «Los cimientos de la finca siempre están con agua y sin ventilación», asevera.
La estampa del parking de la comunidad desde el pasado 29-O se asemeja a la de una gruta en la que ninguna de las más de 70 plazas del recinto está ocupada. Las paredes cuentan con grandes agujeros fruto de los impactos de los coches flotantes y los ascensores que conectan el subterráneo con las escaleras siguen inoperativos. Pese a todo, algunas bombillas que cuelgan del techo a base de empalmes alumbran el entorno, aunque algunas zonas de la segunda planta siguen sin luz. A través de los huecos de algunas puertas asoman objetos todavía manchados por el lodo.
Sobre los plazos en los que se podrá culminar la rehabilitación total del garaje, Ángel explica que «igual con suerte» la reparación total no llegará hasta 2027. «Si queremos tenerlo antes, pues tendremos que poner nuestro dinero en derramas e ir arreglando poco a poco», relata.
Por otro lado, los vecinos critican el estigma y la «mala fama» que ha caído sobre la zona a raíz del hallazgo de los fallecidos en el desastre originado por la publicación de informaciones negativas sobre La Torre que han causado un falso clima de opinión en el que se habla de que los inmuebles han sido devaluados.
Pérdidas y víctimas
Allí abajo Ángel tiene seis plazas de garaje y un trastero. Como consecuencia del desastre perdió todo lo que tenía en el desván, bien por culpa del agua o por el pillaje que se extendió en una zona cero sin ley durante los primeros días. Tres coches y dos motos siguieron su mismo destino. Estima que el conjunto de los vehículos tenía un valor aproximado de 70.000 euros de los que ha conseguido recuperar 40.000 gracias a las ayudas e indemnizaciones.
En cuanto a cómo está sobrellevando la pérdida de sus convecinos, Ángel reconoce que «fatal» pues aparcaba al lado de algunos de los fallecidos y que, por ende, eran conocidos suyos. Admite que muchos residente están «bastante afectados»: «Estamos vivos que no es poco...», deja en suspense.
Noticia relacionada
El terror de vivir sobre un garaje inundado en Catarroja
En la fatídica tarde de lo hechos, Ángel se libró del tsunami de lodo por un escaso margen de 20 minutos. Aparcó su coche en el garaje después de haber comprado los disfraces de Halloween junto a sus hijos y su pareja. Aquella jornada no era del todo consciente de que la rambla del Poyo bajaba desbocada: «Dices, '¿cómo se va a desbordar un barranco en Massanassa si no llueve?'», asegura mientras recuerda que sí había visto vídeos de la lluvia torrencial en Utiel y de la pasarela de Picanya que la corriente se llevó por delante.
De hecho, a veces reflexiona con su mujer que, en otras circunstancias, alomejor hubiese bajado al sótano a sacar el coche para que no se inundara: «Tú seguro que hubieras bajado», le dice ella. «Pues seguro. No lo hubiera contado», responde él.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.