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Calidad del agua

El 98% de las zonas de baño españolas cumplen con los estándares de calidad

Aunque en 2024 se notificaron un total de 280 situaciones de «contaminación de corta duración», la mayoría fue debido a que la lluvia se mezcla con las aguas residuales que terminan desembocando en las zonas de baño

Viernes, 15 de agosto 2025, 00:28

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Cada año aumentan las playas, ríos y otras zonas de baño en el interior del país donde la calidad del agua es excelente. El último informe del Ministerio de Sanidad sobre la calidad de las aguas de baño en 2024 revela que casi el 98% de las aguas de baño en España cumplen con los requisitos mínimos de calidad. Sin embargo, un pequeño porcentaje de zonas sigue presentando problemas de contaminación.

La calidad del agua se mide, principalmente, a través de la evaluación de dos parámetros microbiológicos obligatorios: Enterococo intestinal y Escherichia coli, dos bacterias comunes en el intestino humano y que a menudo forman parte de la flora bacteriana normal. El problema viene cuando hay valores muy elevados de ambos microbios. «Cuando esto ocurre, el cierre [de las zonas de baño] es automático y, antes de su apertura, las analíticas tienen que dar bien durante varios muestreos seguidos», afirma Eneko Aierbe, portavoz del Área de Medio Marino de Ecologistas en Acción.

La legislación únicamente marca estas bacterias como indicadoras de calidad, pero «un recuento elevado de ambas podría también acompañarse de otros microorganismos como Cryptosporidium, un parásito que provoca diarreas agudas y que se transmite a través de los quistes eliminados con las heces», advierte Rafael Cantón, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

La playa del Pedruchillo, en la Región de Murcia, cerrada al baño por un vertido de aguas fecales. Pablo Sánchez

«Nuestro organismo está en contacto permanente con bacterias, ya que forman parte de nuestro microbioma al estar presentes en el intestino, la piel o las mucosas», recuerda Cantón. No obstante, «si estamos en contacto con unos recuentos muy elevados de las bacterias descritas, en personas vulnerables (inmunodeprimidos o con problemas en la piel), o que ingieran o aspiren inadvertidamente el agua contaminada, pueden generar problemas de salud», afirma el también jefe de Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal. Entre las infecciones más frecuentes se encuentran las respiratorias, la gastroenteritis o los problemas en la piel. «Incluso algunas de estas bacterias pueden ser estirpes o variantes más virulentas que las hacen más peligrosas», sentencia.

Además de los análisis microbiológicos obligatorios, se llevan a cabo inspecciones visuales para evaluar el aspecto general del agua, prestando atención a su transparencia, color y a la posible presencia de elementos que puedan comprometer su salubridad, como aceites, espumas, medusas, residuos flotantes o restos orgánicos. Asimismo, se recopilan datos ambientales como la temperatura del agua, la afluencia de bañistas, el estado del mar, la marea, el viento y las precipitaciones registradas tanto el día del muestreo como el anterior.

Sin embargo, desde Ecologistas en Acción, remarcan la necesidad de medir también otros contaminantes «como microplásticos o nuevos contaminantes emergentes, que hasta el momento no se están midiendo y no conocemos si las aguas de baño contienen o no cantidades importantes de estas sustancias».

Contaminación

El estudio se centra en las aguas de baño que están en el medio natural, expuestas a fuentes de contaminación de origen antropogénico y naturales. Después de una lluvia intensa pueden introducirse bacterias capaces de perjudicar la salud humana, no solo la actividad originada por el hombre es la culpable del cierre de playas o zonas de baño.

Las infecciones más frecuentes cuando se está en contacto con estos microorganismos son las respiratorias, la gastroenteritis o los problemas en la piel

Durante este mes de julio en España se han cerrado varias playas debido a episodios de contaminación residual, principalmente de origen fecal por vertidos del alcantarillado. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, se ha procedido al cierre de hasta 18 zonas de baño. En la mayoría de estos casos, el origen de la contaminación del agua se debe al arrastre de residuos a través de acequias, ríos, golas y desagües del sistema de saneamiento.

«En los lugares donde no hay buena calidad para el baño, lo más habitual es que haya un vertido; puede ser puntual -por un desbordamiento por lluvia o alguna rotura de tubería- o, lo más habitual, es que se trate de sitios crónicos donde el sistema de saneamiento está mal hecho o no está diseñado para soportar las multitudes del turismo de verano y, por lo tanto, se arrojan aguas mal depuradas que provocan el cierre de esas zonas», denuncia el portavoz de Ecologistas en Acción.

Aunque, por lo general, estos episodios de contaminación suelen ser de corta duración -pueden ser de hasta 72 horas, pero a menudo son bastante más breves- y tienen causas identificables, por lo que podría resultar más sencillo de descontaminar. Sin embargo, «no deja de ser complicado», recalca Aierbe, aunque «las bacterias fecales mueren en un, relativamente, corto espacio de tiempo sobre todo en agua de mar». Al final, lo más importante que «podemos y debemos hacer es no contaminar, no verter aguas no tratadas al medio», afirma.

Si bien parece no tener relación directa la calidad del agua con la proximidad a la costa, es cierto que en el mar hay mucha más agua con la que se pueden diluir los microorganismos perjudiciales. «En los ríos, dependiendo de su tamaño y, sobre todo en verano, con poca agua, es más difícil diluir la carga contaminante, y al final la normativa indica una concentración máxima que se puede tolerar», afirma Aierbe.

Reto viral

Durante los últimos veranos, se ha puesto de moda un 'challenge viral' entre los jóvenes que consiste en defecar en las piscinas. En lo que llevamos de verano, se han tenido que cerrar por este motivo piscinas en municipios de Cataluña, Cantabria y la Comunidad Valenciana.

«Este reto es más que reprobable, ya que puede tener consecuencias para la salud y conlleva el cierre de la piscina», afirma el portavoz de SEIMC. «El procedimiento marca que ante la visualización de material fecal en el vaso de la piscina se debe desalojar, prohibir el baño, eliminar los residuos visibles, vaciar la piscina -total o parcialmente-, limpiar y llenar de nuevo». No obstante, por el coste que conlleva vaciar la piscina, en muchos casos «se procede a una hipercloración y a depurar el agua a la espera de que los parámetros se normalicen para volver a autorizar el baño».

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