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Urgente Buscan a un hombre desaparecido cuando se bañaba en el Turia
Diego Calvelo, gerente de El Barbero del Barrio. IVÁN ARLANDIS

El barbero del barrio

Con un café recién molido empieza la experiencia en el local de Diego Calvelo. «Quiero ser el mejor y poner en marcha la franquicia más importante de España», con el jazz como banda sonora y una atención exclusiva lamenta que estos centros para hombres «se hayan convertido en pubs»

Lourdes Martí

Valencia

Jueves, 29 de mayo 2025, 00:31

Pide a sus clientes que lleguen cinco minutos antes de la cita agendada para que disfruten de «un buen café molido o un refresco cortesía de la casa». Diego Calvelo (Uruguay, 1987) les espera exquisitamente uniformado para una experiencia «premium». «El Barbero de barrio llegó para dar respuesta a la necesidad que tienen los distritos de esos buenos servicios que habitualmente están en el corazón de las ciudades o los centros comerciales», afirma el gerente.

Hojas de periódico actuales decoran parte del acogedor local que tiene como banda sonora música de jazz. Fotografías de actores y deportistas de ayer y de hoy decoran otros espacios. «Quiero un lugar en el que el cliente esté tranquilo, donde haya armonía, buen ambiente. Mi deseo es que la persona que venga cortarse el pelo o arreglarse la barba, no sólo salga contento con el servicio, sino que disfrute de la experiencia», continúa. Para Calvelo, maridar el concepto de barbería clásica por un lado y últimas tendencias para los usuarios es esencial. «Hay muchas barberías de estilo urbano que ahora se han puesto de moda, hay mucha influencia de los barberos latinos aquí, que son los mejores, cortan muy bien el pelo pero hay demasiado así. Alguna se han convertido en pubs o en mini discotecas, yo quería algo diferente», añade. El exclusivo local ubicado en la zona nueva y en desarrollo de Quatre Carreres es sólo el principio: «Mi objetivo es ser el mejor barbero y poner en marcha la franquicia más importante de España».

Julio Ibáñez tiene 19 años y es cliente habitual de Calvelo desde antes de que éste empezase a ofrecer sus servicios en la ubicación actual, calle Barquera, 2: «Vengo adrede en metro porque siempre está a la altura de lo que pido y de lo que pedimos todos los que venimos aquí. El boca a boca funciona mucho en estos casos y la verdad es que estamos todos muy contentos. Todas las personas a las que he recomendado venir, lo han hecho, es el ambiente que busco y lo que encuentro: una barbería clásica que ofrece un servicio de calidad».

Julio Ibáñez, cliente habitual de El Barbero del Barrio. IVÁN ARLANDIS

La horquilla de edades de los clientes de esta barbería va desde adolescentes hasta personas de más de 80 años. Aunque normalmente la agenda está llena y sólo se puede tener cita a través de la página web oficial del local, hace poco, por «intuición» hizo una excepción y se encontró con una grata sorpresa. «Me llamaron por teléfono y yo siempre digo que reserven online, pero esa persona sólo con hablar me transmitió algo diferente ya por teléfono. Vino, se sentó en el sofá y yo sentía algo, él me miraba cómo cortaba el pelo... cuando empezamos a hablar, lo hacía de una manera muy tierna, pero con presencia, le pregunté que a qué se había dedicado y me dijo que tuvo una peluquería, me contó su historia de vida, me gustó mucho, me dio consejos sobre cosas como iluminación y se marchó. Luego me vi un whatsapp en el que me agradecía el trato, la profesionalidad, que se quedó encantado con el lugar y me dijo que ya tenía un cliente nuevo. Me sentí muy bien porque que se molestase en escribir y algo tan bonito... las personas mayores siempre aportan mucho, te dejan enseñanzas y piensas que lo estás haciendo bien«.

Páginas del periódico LAS PROVINCIAS, junto a un espejo clásico. IVÁN ARLANDIS

La constancia, unida al apoyo de su esposa y la fe en un dios al que considera misericordioso han forjado el carácter y la ambición de un chaval que, de pequeño no se podía permitir cortarse el pelo fuera de casa. «La necesidad me llevó a tener que comprarme una máquina para cortar el pelo», recuerda Calvelo. Vendedor de electrodomésticos, guardia de seguridad o cantante fueron alguno de sus oficios. Unos trabajos que desarrollo en su Montevideo natal y también en Valencia. Tras su periplo por España regresó a su país. «Volví y pensé en hacer un curso, pero no sabía de qué, un amigo mío Maxi lo había hecho de pladur y le comenté que iba a hacerlo yo también. Él me preguntó si me gustaba el pladur le contesté que no y me dijo algo que me abrió la mente: haz lo que te guste, y si nos has cortado a todos los amigos el pelo siempre, haz un curso de peluquería». Al terminarlo, hizo el correspondiente trabajo final: «Presenté el proyecto de una barbería y les dije a los profesores que iba a ponerlo en marcha en un futuro en Europa».

Su primer local «con plásticos en el techo» lo abrió en un barrio deprimido de Montevideo: «Mis clientes eran chicos con muchos problemas, hice más de psicólogo que de peluquero». Cuando se sintió preparado para dar un paso más se presentó al mismísimo Liber Luna, «el Llongueras uruguayo» quien le auguró un gran futuro que a día de hoy sigue labrando en Valencia.

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