Levante, tienes un pasado por honrar pero un futuro por conquistar
El club granota afronta la batalla final por el ascenso contra el técnico que lo subió en 2010 con la necesidad de volver a Primera para garantizar su viabilidad
Cuando subió a Primera de forma casi milagrosa en 2010, la plantilla dirigida por Luis García cambió la historia del Levante, un club inmerso en un concurso de acreedores que daba por hecho que vender las parcelas del Ciutat de València era su única garantía de viabilidad. Aquel equipo confeccionado –quítenle las connotaciones peyorativas– de retales terminó escribiendo una de las páginas legendarias de la entidad. Fue la puerta de entrada a unos años en los que se jugó en Europa y a la estadía más prolongada en la élite. Luis García sólo disfrutó en el banquillo una parte de esa época dorada porque se marchó entre lágrimas al Getafe, en busca de un futuro mejor y dejando atrás a una afición que siguió respetándole, diría más, hasta venerándole.
Porque Luis García consiguió dos gestas. La segunda, una permanencia que no fue menos milagrosa que el ascenso. Aquel verano en el que el Levante regresaba a Primera, el club granota presentó las camisetas en el hoy clausurado recinto de La Calderona. Llevaban una leyenda que se pretendía usar como lema: «Un pasado por honrar y un futuro por conquistar».
En junio de 2023 el levantinismo sigue teniendo un pasado por honrar, pero más que nunca un futuro por conquistar. No puede pararse a pensar en homenajes. Cuando dentro de menos de una semana Luis García venga a Orriols, será el enemigo número uno. Al menos durante 90 minutos. Luis García no debe conseguir su segundo ascenso a Primera en el Ciutat, como en aquel partido frente al Castellón en el que también se celebraban los goles que encajaba el Betis. No sería un consuelo que ascendiera el Alavés entrenado por un viejo amigo. El Levante necesita volver a Primera porque sólo ahí encontrará el maná que reflote su economía, desnutrida por la pandemia y algunas decisiones en las que ha salido cruz.
En Mendizorroza confluyen esta noche los inicios de dos finales: la deportiva y la societaria. Quizás es que en el fondo sean sinónimos. Los recién descendidos –la temporada pasada o como mucho hace dos– son muy conscientes de lo que supone estar entre los 20 elegidos para la élite. «Cuando hemos vuelto a bajar nos hemos dado cuenta de lo importante y lo bonito que era lo que habíamos conseguido», afirmó Quico Catalán en una entrevista concedida a LAS PROVINCIAS cuando la Federación Española reconoció la Copa de la República. Levante, pero también Eibar, Alavés y Granada plantearon esta temporada como una especie de 'all in' por el ascenso.
El Granada ya volvió a la élite y el Eibar representa la cruz. Por cierto, el conjunto guipuzcoanoya ha fulminado al técnico Gaizka Garitano, a quien no le ha quedado suficiente crédito de aquel fulgurante ascenso de Segunda B a Primera para sobrevivir. Ya saben, un pasado por honrar, pero el fútbol sólo entiende de presentes para garantizar el futuro. El Eibar, tras un año en la categoría de plata apostó fuerte por el ascenso y se ha vuelto a quedar en puertas. Eso no salva a ningún entrenador, y más cuando probablemente los ejecutivos se vayan a ver obligados a reestructurar el club este verano. Y ya, quienes salen del balompié profesional, ni te cuento. Que se lo digan al Málaga, que ha anunciado un ERE para capear su descenso a la Primera RFEF.
El Levante asumió un coste de plantilla elevado cuando su proyecto fue consolidarse en la zona media de Primera, renovando, por ejemplo, a José Campaña con una ficha prohibitiva. El sevillano es el icono de como al club le ha ido saliendo mal casi todo lo que le podía salir mal en los últimos tiempos. El futbolista por el que en las oficinas se frotaban las manos –acababa de debutar con la selección, lo quería un Sevilla de Champions... se lesionó. Vino la pandemia con la consecuente bajada de ingresos, el equipo se vino abajo justo cuando estuvo en puertas de la final de Copa, se desataron los nervios con la destitución (quizás precipitada) de Paco López y se falló con los sustitutos... A Segunda, la necesidad de invertir la ayuda al descenso en una plantilla cara y de nuevo error a la hora de elegir el banquillo... y aquí estamos, después de que con Javi Calleja se haya estabilizado el equipo, en el play-off y con la necesidad de subir en un cara o cruz a 180 minutos (210 como mucho).
«Los próximos años en el Levante, estemos en Primera o Segunda van a ser altamente importantes. Van a marcar un antes y un después porque se necesita cierta estabilidad. Estar en Segunda sería un cambio radical en el club. Eso supondría unos cambios», avisó Quico Catalán en la mencionada entrevista.
También afirmó que por ahora sólo quiere pensar en el ascenso. Sí, será lo mejor y, además, lo visto ante el Albacete rellenó la barra de la confianza. No hay que fiarse de que el Levante haya ganado las dos veces al Alavés en la presente temporada. Ni de la baja de Salva Sevilla, ni del regreso de Brugué, que ha servido también para recuperar al mejor De Frutos. Concentración. Hay un futuro por conquistar.