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ADOLFO BENETÓ
PERFIL

Julián Calero, el éxito de un currante del fútbol

El técnico, de quien destacan su poder de convicción, estuvo a punto de estudiar psicología antes de centrarse en su carrera en los banquillos y fundó junto a su mujer un equipo en Parla para que su hijo empezase en el balompié

Lunes, 26 de mayo 2025, 00:49

Para hablar de Julián Calero? ¡Pues claro que te atiendo! Porque él se lo merece». Palabras de Toni García, hoy director del Talavera y que es amigo de casi toda la vida del entrenador que ha conducido al Levante a Primera: «En las distancias cortas te gana. Tiene la capacidad de que si él te dice que te tires por un barranco, te tiras». Gonzalo Verdú, futbolista que militó en el Cartagena que consiguió una milagrosa salvación la temporada pasada, lo constata: «Los jugadores lo veíamos imposible, y él jamás cambió su mensaje. Incluso cuando sufrimos golpes duros, como en Ferrol y en Tenerife, que perdimos puntos en el añadido».

Quizás aquella noche en la isla, con una sensación generalizada de hundimiento, lo cambió todo. «En la cena se notaba la decepción. Estábamos todos en silencio. Y él se levantó y nos dio una charla donde insistió mucho en que debíamos creer hasta el final. Yo pienso que aquel mensaje fue clave», recuerda Gonzalo Verdú. Cuando salía a la sala de prensa, Julián Calero hinchaba el pecho y lo ofrecía: «¡Vamos a comer mortadela! ¿Y después? ¡Más mortadela! ¡Y luego, aún más mortadela!». El mensaje era un alegato a remar sin pensar en nada más, porque su misión era evitar que el barco se hundiera.

Julián Calero asume la presión para proteger al futbolista pero es al mismo tiempo muy exigente. Es una persona cercana, con una enorme capacidad de trabajo y un amor infinito por el fútbol. Y también con una fortaleza mental que quizás acentuó, eso lo tendría que afirmar él, un episodio de hace dos décadas que salió a la luz pública hace poco más de un año. En aquel momento, trabajaba como Policía Local de Madrid. En una conmovedora entrevista en Marca relató cómo participó en las labores de rescate tras los atentados del 11M. De cómo se alegraba por cada herido al que ayudaba y se le helaba el alma ante cada víctima.

También habla del apoyo en aquellos momentos de Gema. Bueno, es que Gema ha sido su otra mitad casi toda la vida. Se conocieron cuando ella tenía 15 años y él, 17. Casi cuatro décadas juntos: «Tenemos dos hijos y dos nietos y sólo puedo decir que es una muy buena persona. En casa es igual que en las ruedas de das de prensa. Ante cualquier problema, cuando estamos en el alambre, él es quien nos achucha. No puedo decir nada malo, ha sido todo maravilloso».

Gema, Toni y Gonzalo certifican que Julián Calero, 'Juli', es un currante del fútbol. Empezó desde abajo, tanto como que su primera experiencia en los banquillos fue para montar el equipo donde se inició su propio hijo, el hoy jugador del Zaragoza Iván Calero. Aquella fue la aventura del Rayo de Parla, donde todos los niños querían jugar. «Había otras formaciones en las que algunos que se iban llorando a casa. A nosotros nos metían 10 o 12 muchos fines de semana, pero aún así los chiquillos salían del campo de fútbol con una sonrisa. Todos tenían minutos, y sabían que después íbamos todos juntos a pasar un rato en el parque», recuerda Gema.

Aquellos años, en los que Julián Calero aún competía, fueron cruciales para su actividad profesional. Ya compaginaba su labor como jugador con la de policía, pero a él le llamaban la atención los banqullos. Se sacó el Bachillerato por la UNED para poder obtener la titulación de entrenador y entonces le surgió una duda. «Obtuvo una muy buena nota y pensó en estudiar psicología», comenta Gema. Pero el fútbol le tiraba más: «Quizás cuando se jubile, no lo descarto».

Lo cierto es que Julián Calero eligió fútbol. El puro. En esencia. Él entrenó al juvenil del Atlético, en cuya estructura también estuvo su hijo. Tanto Julián como Gema han querido tutelar de cerca la etapa formativa de Iván, de ahí ese proyecto del Rayo de Parla. Ya más mayor el chaval, cuentan que cuando padre e hijo volvían de que este compitiera los fines de semana iban siempre en el coche escuchando los partidos de fútbol... de la regional madrileña: el Parla, el Móstoles o el Rayo Majadahonda.

Esto no quiere decir que Julián Calero haya dejado de observar el fútbol de primerísimo nivel. «Él siempre nos decía una frase: 'Hay que imitar a la bestia'. Significaba que hay que observar a los mejores y tratar de adaptar lo que hacen en la medida de tus posibilidades», recuerda Gonzalo Verdú. Un día normal, el despertador de Julián Calero suena antes de las 6 de la mañana. A las 7 sale hacia la ciudad deportiva de Buñol, a donde no vuelve hasta pasadas las 15:30 horas. Come y por la tarde dedica un tiempo al gimnasio. Y a partir de las 19, fútbol, fútbol y más fútbol.

Para analizar a rivales, las actuaciones de su propio equipo y partidos de cualquier categoría. Para aprender él mismo y para aportar material audiovisual a su plantilla. Charla con los futbolistas y les suministra ejemplos de vídeos a nivel individual y grupal, también por demarcaciones. Siempre con la misma metodología: trabajo, trabajo y más trabajo. Un obrero del fútbol.

Lo aplicó como segundo de Lopetegui en el Oporto y en su etapa con Fernando Hierro en el Oviedo. Ese verano de 2017 estaba tomando una cerveza con un amigo, que recibió una llamada. Era Toni García, entonces director deportivo del Navalcarnero: «Yo tenía un entrenador acordado, pero se echó atrás. Mi amigo me dijo: 'Aquí estoy con Juli, vente y te tomas algo con nosotros'». Fue el primer contacto, el preámbulo de un curso exitoso: «La mejor de la historia del Navalcarnero, que se quedó a punto de poder ascender a Segunda».

Luego llegó otra aventura como escudero de Hierro, en la selección española del convulso Mundial de 2018. Tras esa experiencia, Julián Calero firmó por el Rayo Majadahonda. «A mucha gente le sorprendió que viniera de estar con la élite y volviera a Segunda B. Él respondía que daba igual la categoría, que todos son profesionales del fútbol. Y que en un club todos suman, del primero al último trabajador», señala Gema. Toni García deja sobre la mesa un pronóstico: «Está plenamente capacitado para dirigir al Levante en Primera y conseguir la permanencia».

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