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La peladilla da fama a la localidad de Casinos. LP
Peladillas de Casinos, el regalo del guardia civil gallego

Peladillas de Casinos, el regalo del guardia civil gallego

Una almendra y una fina capa de azúcar sirven para crear un dulce adictivo y que da fama a la localidad del Camp de Túria

manuel garcía

CASINOSd

Miércoles, 5 de mayo 2021, 12:18

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En la trastienda del negocio, Maruja, a sus 77 años, anuda con agilidad un paquete con peladillas mientras su marido, Pascual, le observa. Este sencillo gesto, que ha repetido miles de veces y que ejecuta de manera natural con dedos hábiles, despeja cualquier duda sobre el amor que esta familia de Casinos profesa al dulce que ha hecho famoso a la localidad del Camp de Túria y que se conjuga en negocios como Peladillas y Turrones Navarro al menos desde 1940. De ese año data el primer documento que conserva la familia y que señala que ya había transacciones de lo más dulces con las peladillas de por medio.

El padre de Maruja, Juan Bautista Navarro, el fundador de la saga que aún hoy pervive, trabajó con quien fue el precursor de este dulce, Manuel Jarrín. No en vano, con su carro, y con un concepto de las distancias muy diferente al de la actualidad, fue el primero en llevar las peladillas hasta la Casa de los Caramelos en la ciudad de Valencia, en la calle Muro de Santa Ana, 6, recuerdan desde esta familia que sigue volcada con su negocio y que mantiene la misma ilusión del primer día.

La historia de la peladilla de Casinos, conocida en toda la Comunitat y fuera de ella, comienza sin embargo a más de 800 kilómetros de distancia, en Galicia, en concreto en el municipio orensano de Puebla de Trives. Desde allí llegó Manuel Jarrín Pérez, a quien se le puede denominar, sin temor a propasarse, el 'fundador' de las peladillas. Según explica el cronista local, José Salvador Murgui, Jarrín fue guardia civil en Alcublas y Casinos, donde se casó con Carmen Murgui Rocher el 7 de marzo de 1881 y con quien tuvo ocho hijos. Ese año se trasladó a Alpuente para cumplir con el Reglamento de la Benemérita. Allí, como ocurre con otras casualidades de la vida, aprendió el arte de elaborar estos dulces sin ser consciente de lo que iba a seguir a continuación y de la huella que causó. Su influencia fue tal que en el municipio le recuerdan hoy en día e incluso cuenta con una calle en la localidad en la que fue enterrado en 1927, cuando falleció a los 80 años de edad.

"Casinos es dulce desde que un guardia civil gallego, que vino a desempeñar su trabajo a este pueblo en el año 1884, se casó con una joven de 16 años (nieta del primer alcalde Constitucional de Casinos, Juan Rocher y Visiedo) y aprendió el oficio de hacer peladillas y turrones en Alpuente; en la alta Serranía de la Comunidad Valenciana", rememora este amante de las tradiciones de su localidad. Sólo necesitó ingredientes humildes pero con mucha personalidad para crear este dulce para la eternidad.

Si avanzamos 140 años en esa historia, desde que ese miembro de la Guardia Civil pergeñó este dulce, a pocos metros de la calle Manuel Jarrín, encontramos a Pascual Navarro, hijo de Maruja y Pascual, quien explica el proceso de elaboración de un bocado que traspasa fronteras. Tras escoger las mejores almendras marconas, procedentes de Bétera, es necesario que éstas estén en el horno alrededor de una hora a 150 grados. Únicamente se someten a este proceso las que pueden dar el perfil adecuado para convertirse en peladilla. Las que presentan irregularidades se destinan al otro producto estrella, el turrón artesano. Esta almendra es diferente a la de otra ciudad donde la peladilla también es tradición, Alcoy: “Aquí son blanco mate mientras que en Alcoy son con un blanco algo más brillante”. El aroma llena la estancia y abre el apetito.

Posteriormente, se hierve el azúcar y se va colocando, poco a poco y con delicadeza, una capa muy fina sobre las almendras, que descansan en bombos similares a los de la Lotería de Navidad. El sonido también es similar al que se escucha cada 22 de diciembre y de nuevo hay un aroma peculiar en el negocio. Pascual Navarro prefiere mantener un cierto misterio sobre las proporciones para que la capa de azúcar sea muy fina, "uno de los secretos para que una peladilla sea apetitosa". Y, como explica el actual responsable del negocio, “en cuanto te comes una es imposible no comerte dos o tres más”. A ello contribuye el proceso de 'afinado' para que, también al tacto, resulten muy atrayentes. Junto a las peladillas tradicionales de color blanco, están las garrapiñadas (con azúcar quemado), las 'roñosas', con un azúcar más fuerte… Puede haber un momento para cada una de ellas.

Pascual vende tanto sus peladillas, donde la época fuerte son los meses previos a la Navidad, y también elabora turrones artesanos de múltiples variedades que ya hoy llenan su escaparate en una auténtica danza de colores y variedades. El progreso trajo consigo, hace ya más de una década, la anhelada carretera de circunvalación, que provoca que, hoy en día, la mayor parte del tráfico pase por el exterior del municipio.

Atrás quedan los monumentales atascos en las jornadas veraniegas camino de poblaciones turísticas como Chelva. Pero este alivio para la localidad ha provocado que el número de clientes potenciales se reduzca en gran medida. Sin embargo, esto no ha sido obstáculo para Pascual Navarro, quien, a sus 47 años, pensó en su momento en cómo seguir desarrollando su negocio. La calidad de sus productos se puede comprobar en el puesto que tiene en el Mercado Central de Valencia y frente al cual pasan miles y miles de personas, muchas de ellas turistas, si dejamos aparte el paréntesis generado por el Covid. Asimismo, sirve sus dulces mercancías a grandes superficies, por lo que siguen cumpliendo meses y años “intentando siempre trabajar sobre pedido” para que el producto se consuma lo antes posible y conserve el máximo frescor.

Sobre el futuro, mientras degusta una de sus peladillas, algo ante lo que ve difícil resistirse, es optimista, ya que hay miembros de su familia dispuestos a que haya una cuarta generación al frente de este trabajo para seguir con la historia que inició aquel guardia civil gallego.

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