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La preocupación por la indumentaria valenciana para participar en las Fallas con las mejores galas ha ido en aumento. La vestimenta tradicional valenciana, rica en su origen, cada vez se enriquece y cuida más. Y de un tiempo a esta parte lo hace también esa indumentaria informal de las comisiones concebida casi como un uniforme, como declaración de pertenencia a un grupo, el de la falla de cada uno.
La blusa negra se superó a sí misma dando paso a que la prenda heredada de la cultura del campo tomara color con los estampados más diversos y divertidos. Y poco a poco fueron ganando espacio los polares que tiñeron las calles con la paleta pantone al completo. La manida prenda a su vez abrió la puerta a las parkas y «ahora a las chaquetas de neopreno». Un salto en el tiempo que ha impreso nuevo estilo a las Fallas en medio de un ambiente en el que la sofisticación gana posiciones adaptándose a los tiempos con un cada vez más amplio catálogo de productos de 'merchandising'.
En torno al sentimiento que supone ser fallero ha surgido un «nuevo mercado, una nueva oportunidad». Lo explica Raúl, el responsable de Espai Ripalda, establecimiento que ofrece amplia variedad de todos esos nuevos productos que envuelven la fiesta. «Hay gran variedad de complementos, ahora se regala mucho a las falleras». Ante invitaciones a presentaciones u otros actos de las comisiones la «gente no quiere ir con las manos vacías». Tal es así que ya se preparan «listas de Fallera Mayor».
La imaginación comercial se ha entregado en cuerpo y alma a diseñar atractivos productos. Más allá de que la blusa negra se ha desplazado, si bien «el año pasado las falleras mayores de Valencia y sus respectivas cortes la llevaron y la pusieron de moda», dando paso a las ya mencionadas prendas para abrigar las largas noches de verbena y de casal, un paseo por el interior de establecimientos como Espai Ripalda ofrece un retrato de la sofisticación de la que hablamos.
«Antes la banda de fallera mayor o de la corte se guardaba en un cajón o en una bolsa». Eso no basta. Ya existen unas cajas de madera con tapa de cristal donde conservar las bandas. Las hay también para guardar los 'ganxos', 'els meus lligacames' y 'els meus monyos', sin que falten las de «les meues insignies», 'els meus petardos' e incluso las que recogerán las cenizas del monumento del año. Y por si acaso, paraguas con la 'F' y la 'M' estampadas para atestiguar el cargo de la mujer a la que protegen de las inclemencias del tiempo.
Pañuelos, mochilas, toallas de playa, monederos, carteras y hasta deportivas con estampados de bordados extraídos de la indumentaria valenciana suman a una oferta en la que no faltan las muñecas 'Amparín' -homenaje a la Virgen de la Virgen de los Desamparados- y Pepa, una dulce fallera de peluche. Botellas para el agua, calcetines con motivos alusivos de la fiesta y perchas para guardar los fajines de presidente infantil se han concebido para los niños. Y no acaba ahí la historia. No hay etapa de la vida al margen de las Fallas. Para los bebés el 'merchandising' ofrece baberos en los que se lee '¿Siesta? Yo lo que quiero es ¡Fiesta!' y bodys en campaña anunciadora de que el pequeño será el 'Próximo presi infantil'.
La apuesta ha sido de éxito. Lo dicen los escaparates y los habitantes de las calles en fiesta. Y lo cuentan los números. Dice el responsable de Espai Ripalda, que «la demanda aumenta. Las ventas cada año crecen un veinte por ciento». Una oportunidad económica y por tanto social que las Fallas regalan a los valencianos.
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Álvaro Soto | Madrid
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