

De Nueva York a Valencia, ¿cómo funciona una 'reading party'?
Importadas de Estados Unidos, son dos horas para leer, hablar de libros y conversar sobre autores en un espacio que destaca por su cuidado diseño | Un céntrico hotel de la capital dle Turia celebró este mes una fiesta de la lectura de lo más interesante
«Hace mucho que busco un club de lectura en Valencia. Vi un post de una 'reading party' en Instagram y dije: '¿qué demonios es esto?' Suena muy 'hipsteriano', muy moderno y decidí vivirlo, ¿por qué no?». Así se expresa Álvaro Gutiérrez, uno de los participantes en la 'reading party' o fiesta de la lectura que se celebró el pasado martes en Valencia. Acudió con el ensayo 'Think punk' (Urano), de Ecequiel Barricart, su novia y cuatro amigos más. Están ubicados en un rincón de la luminosa sala, donde una veintena de personas se ha reunido para leer y conservar de literatura, con vistas al Miguelete y Santa Catalina. Sobre las mesas, novelas, ensayos y poemarios (en su mayoría, en formato clásico), copas de vino, refrescos y algún cóctel.
«'Think punk' habla de que vamos a pelear un poquito más por los pensamientos, a ser un poco más disruptivos y rebeldes, y hace un planteamiento para que seamos más radicales e inspiradores», explica Álvaro. El espíritu del ensayo de Barricart puede entroncar con las 'reading parties', ¿son revolucionarias? La respuesta daría para otro reportaje.
Leer es un entretenimiento, una distracción, un placer. Quizá por eso el hábito no muere, pero la lectura tiene múltiples enemigos: la falta de tiempo libre, la competencia en la oferta de ocio, las redes sociales, las plataformas de televisión y cine en 'streaming'. Todo parece sabotear al libro, pero no. Ahí es donde entran las 'reading parties' o fiestas de la lectura, una iniciativa importada de Nueva York que empieza a penetrar en Valencia.
'Mis días en la librería Morisaki' (Letras de plata), de Satoshi Yagisawa, es la lectura de David. Él es pareja de Marina y ambos han sido embaucados por Álvaro para subir a la novena planta del hotel Only You de Valencia, donde se celebra la 'reading party'. «Estamos aquí porque nos encanta leer», dice David, que aunque es periodista no ejerce. «Él y Marina quieren abrir una librería», confiesa Raquel, sentada en la misma mesa, amiga de ambos y novia de Álvaro. «Lo haremos si nos toca la lotería», advierte Marina, que es funcionaria. «Es la primera vez que venimos a algo así, en un espacio poco habitual, con unas vistas impresionantes de Valencia. Es vivir una experiencia nueva», explica alejando su mirada de la novela que tiene entre manos,
¿La concentración hacia la lectura es la misma en una 'reading party' que en casa?Eso depende más del lector que del especio. Algunas participantes están completamente absorbidas en las páginas y sólo levantan la vista cuando la maestra de ceremonias hace sonar una campanita e invita a la conversación. Porque en las 'reading parties' están oficiadas, es decir, tienen un protocolo. Duran dos horas, hay tramos en los que sólo se lee, tramos en los que se habla con los compañeros de mesa o sofá, y tramos en los que se habla en público (si se desea). Belén Torregrosa, de la empresa La Vidita (promotora de la iniciativa), es la que celebró la 'reading party' del pasado martes.
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Quienes participan en esta iniciativa tienen en común el amor por los libros. Las razones por las que pagar 20 euros para estar leyendo dos horas en un sitio externo son diversas. «En casa es difícil encontrar los espacios y el tiempo para leer, porque al final del día tienes que hacer mil cosas y cuesta encontrar un momento para sentarse una hora a la lectura», explica Amaya.
Cada cual trae su libro. En la 'reading party' del 17 de junio se pudo ver 'Abel', de Alessandro Baricco; 'Panacea', de Dario Jaramillo; 'La trenza', de Laetitia Colombani; 'Selección automática', de Yukiko Motoya, 'Oculta mágica. Una antología astur', de Covadonga González-Pola o 'A prueba de fuego', de Javier Moro, entre otros títulos de la fiesta.
Raquel es médico de urgencias en Gandia y artista, aunque «del arte no se vive». Es de las pocas que está leyendo en valenciano. Se ha traído a la 'reading party' 'És naufragi (Drassana), de Magda Simó. «Me gusta leer, pero lo hago menos de lo que me gustaría. Ahora estoy recuperando el hábito porque me ayuda a inspirarme y coger ideas para después crear mis historias, canciones y mis cosas», explica.
Para Raquel, Kela como nombre artístico, participar en una 'reading party' es «salir un poco de la individualidad en la que vivimos día a día». «El mundo es cada vez más individualista y actos como este son colectivos y, de alguna forma, parece que estemos recuperando la esencia de vivir en comunidad», sostiene la novia de Álvaro.
Filosofía
La primera 'reading party' en el Only You se celebró el pasado 23 de abril, Día del Libro. La idea procede de Estados Unidos. Allí la empresa Reading Rhythms celebró la primera fiesta el 13 de junio de 2023 y desde entonces se han extendido y, obviamente, se han viralizado. Su existencia en el tiempo -aún no se sabe si es sólo tendencia o se quedarán para siempre- evidencia que la gente también quiere desconectar de las pantallas para sumergirse en el mundo literario.
Se celebran en edificios y espacios con un diseño especialmente cuidado, en espacios que fomenten la creatividad y en los que reina la tranquilidad y, aparte del público, las jornadas de lectura están acompañadas de 'playlists' que creen un ambiente para la lectura, con melodías de blues o jazz. En el caso de Valencia, las espectaculares vistas del casco antiguo acompañan a los lectores-fiesteros. El personal del hotel es el encargado de ofrecer de forma muy atenta y nada invasiva las bebidas.
Lo que empezó en Manhattan, Brooklyn o Queens, ha traspasado el océano atlántico y ha llegado a Roma, Londres y Valencia. Este viaje con el libro como pasaporte demuestra que la lectura aún tiene el poder de movilizar a la ciudadanía. Cuando hay voluntad, no hay peros que valgan.
Más de un tercio de los españoles (35,2%) no leen nunca o casi nunca, si bien el volumen de no lectores se ha reducido los últimos diez últimos años. Es una obviedad, pero el mejor truco para no abandonar la lectura es llevar siempre un libro a mano, como sucede en las 'reading par-ties'.
Es difícil resistirse a los actuales mandatos de la época de lo fácil, lo rápido y lo superficial, justo los valores contrarios que entrañan los libros. Por eso, leer es en sí mismo un ejercicio de rebeldía e incluso un acto de resiliencia. Leer es revolucionario y se puede vestir, además, de fiesta, una celebración (la que tuvo lugar en Valencia el pasado martes) a la que, por cierto, acudieron más mujeres que hombres.
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