El turismo ya no entiende de barrios en Valencia: Patraix, Arrancapins y Campanar se preparan para la llegada de nuevos hoteles
Estos establecimientos se ofrecen como alternativas a los alojamientos de las zonas más saturadas de la ciudad | Benimaclet, Extramurs y el Pla del Real también albergan llamativos proyectos | La oferta de solares, las diversas motivaciones para viajar y las facilidades para el transporte son algunas de las claves
En plena expansión de Patraix, al final de la calle Gaspar Aguilar, confluyendo con el bulevar sur, un amplio solar se prepara para cobrar vida. Está cercado y unos carteles colgados del vallado anuncian su destino: «Edificio hotel apartamento». Escueto pero suficiente. Precisamente, a un kilómetro de distancia, en Beato Nicolás Factor, la cadena Bestprice abrió su primer alojamiento en Valencia hace menos de dos años. Iniciativas como estas reflejan una clara tendencia dentro de la capital del Turia, en la que los hoteles se desmarcan cada vez más de las áreas turísticas para aterrizar en barrios menos efervescentes. Ha ocurrido también en Benimaclet. Y en Campanar. Los expertos asumen que esta dinámica es una realidad al alza por diferentes factores.
«Es una tendencia que ocurre en el resto de ciudades europeas, pero sobre todo en aquellas que tienen un tamaño muy similar al nuestro. Con un buen transporte público como el que tenemos, te puedes plantar en el centro de Valencia o en la playa en muy poco tiempo. Entonces descongestionas las zonas que se podrían considerar prémium a la hora de comprar un solar. Obviamente los solares en otras áreas tienen unos precios diferentes», destaca Luis Martí, reelegido la semana pasada como presidente del Gremi d'Hotels de Valencia.
Miguel March, delegado para Valencia y Castellón de Hosbec (Asociación Empresarial Hotelera y Turística de la Comunidad Valenciana), profundiza en la misma línea que Luis Martí: «Lo que no podemos hacer es saturar los lugares con mayor atractivo turístico. Toda la ciudad es susceptible de crecer a nivel turístico. Y también hay gente que prefiere alojarse en un hotel que está más retirado del centro o de un núcleo turístico porque el precio es más económico». Pone énfasis en otros condicionantes: «La motivación principal del viaje no es la misma para todo el mundo. Hay gente que se desplaza por trabajo, a dar una charla en la universidad, por motivos médicos…».
Sin pertenecer al distrito de Ciutat Vella, hay barrios que flanquean el centro histórico donde surgen atractivas iniciativas. «Cuando se construye un hotel en un sitio se hace con un estudio. Son establecimientos que en unos casos llenan un solar que hay vacío. En otras ocasiones, adaptan un edificio que estaba en mal estado. Y están abiertos 24 horas, lo cual produce una regeneración del barrio. Esto revaloriza la zona», reivindica March.

A la altura de los números 32 y 34 de la calle Jesús, ya están poniendo los cimientos de un alojamiento que dispondrá de ocho plantas y 75 habitaciones. El solar se encontraba en el mercado desde 1987 y, con la operación llevada a cabo, se pondrá fin al tapón urbanístico que estrecha ostensiblemente la acera en ese punto próximo a la Gran Vía Fernando el Católico.
En el mismo barrio de Arrancapins, en el distrito de Extramurs, hay otro proyecto cocinándose. Y es que, en la calle Francisco Largo Caballero, a cien metros de la estación Joaquín Sorolla, el grupo Port Hotels ha comprado una parcela de 720 metros cuadrados para construir un hotel de cuatro estrellas superior. Además, en San Vicente, abrió hace un año Capsule Inn número 144, enmarcado en los establecimientos 'low cost' cuyos dormitorios son cubículos.
Alejándose del casco antiguo de Valencia, los visitantes descubren cada vez más alternativas para hospedarse. En las puertas de entrada a Campanar, justo en el inicio de la avenida que da nombre al barrio, permanecía hasta 2016 una de las sedes de la Agencia Tributaria, donde los vecinos podían hacer sus gestiones fiscales y presentar sus borradores de la renta. Hacienda dejó el amplísimo lugar, que ocupaba dos alturas de la esquina con Tirso de Molina (planta baja y un sótano), todo exterior y con salida a una plaza tranquila. El establecimiento quedó vacío durante años, con carteles de alquiler que anunciaban su disponibilidad. Hasta que en 2024, otro cartel adelantaba una larga reforma que acabó, este pasado mes de marzo, con la apertura de un nuevo establecimiento turístico. En total, 24 estudios y apartamentos, con recepción propia, que han supuesto un aumento en las plazas de alojamiento de un barrio en el que el turismo siempre ha estado ordenado. De hecho, en Campanar lleva un cuarto de siglo uno de los primeros bloques completos de apartamentos turísticos completo: los Picasso.
«También hay que tener en cuenta que Valencia es una ciudad muy segura. Ese tema influye mucho en el turista. Hay ciudades en las que no se te ocurriría ir a una zona que no fuera el centro. Aquí en toda la ciudad es seguro hacer turismo», ensalza Luis Martí, quien aporta otra de las claves para la puesta en marcha de proyectos en barrios como Patraix o Campanar: «En el centro quedan menos solares. Entonces, cuando hay menos capacidad de crecimiento y sigue habiendo demanda, se va ensanchando el atractivo de la ciudad. La ciudad está muy bonita. Desde el punto de vista turístico, está explotando todo».



En Campanar, a la orilla de la Estación de Autobuses, han reinado diversos hoteles pese a no tratarse de un barrio turístico. Y el pasado mes de febrero, Novotel abrió sus puertas después de reformar el antiguo edificio Expo Hotel. A escasos metros, sobre el mismo acceso al parking de Nuevo Centro, se encuentra en fase de construcción un complejo hotelero de cuatro estrellas y 124 habitaciones. El proyecto, promovido por Boro Capital Real Estate, se levanta junto al centro comercial y el Instituto Valenciano de Oncología (IVO).
Más allá de que prácticamente en cualquier rincón de Valencia se puede encontrar un apartamento turístico, en numerosos casos de manera irregular, la demanda de alojamiento en la capital del Turia sigue disparada. En 2024 se superaron los récords de visitantes del año anterior. De ahí que los empresarios hoteleros busquen su espacio.
En Benimaclet, a mediados de 2024, la cadena ByPillow inauguró un hotel boutique de 34 habitaciones en un edificio que fue rehabilitado conservando elementos originales. La inversión de la compañía catalana desató las protestas de un sector del barrio que brega contra la turistificación.
Precisamente, el ambiente universitario que envuelve Benimaclet se alza como un reclamo. «A gente que viaja para una conferencia o un seminario le viene muy bien el hotel. Y a su vez tiene muy cerca paradas de metro y tranvía que lo comunican con el resto de la ciudad», explica Miguel March,
Las comodidades en cuanto al desplazamiento juegan a favor de la ciudad. En el Pla del Real, en el barrio de Mestalla, el grupo MYR Hotels inaugurará un establecimiento de lujo en el antiguo centro de datos del Banco de Valencia, situado en la confluencia de la Avenida del Puerto y la Avenida Cardenal Benlloch. The Bank Hotel 5*GL, que contará con 103 habitaciones repartidas en seis plantas, abrirá en el primer trimestre de 2026.
Cabe recordar que, en mayo de 2024, el pleno del Ayuntamiento aprobó la suspensión de tramitación y otorgamiento de licencias de edificación para la implantación de nuevos usos terciarios hoteleros. Una medida que ha sido ampliada otro año.
«Ahora mismo hay una moratoria. Todos estos proyectos nuevos se presentaron antes de que se dictara la moratoria. En una ciudad, el crecimiento de plazas hoteleras tampoco puede ser descontrolado para no generar una burbuja. Hay veces que hay que parar, templar y ordenar. Y es lo que se ha hecho. Esta moratoria decaerá», reflexiona Martí, quien realiza un pronóstico relacionado con el actual incremento de alojamientos en barrios alternativos: «A lo mejor, una de las soluciones cuando se levante la moratoria es que se aplique en determinadas zonas y en otras no. Se me ocurren zonas de Valencia donde cabrían perfectamente plazas de hotel y otras donde ya no caben más. Pero eso hay que verlo bien. El concepto de la carga turística es importante».
La concejalía de Urbanismo prepara una rigurosa normativa según la cual las plazas turísticas (apartamentos, hoteles, pensiones...) no podrán superar el ocho por ciento de vecinos empadronados por cada distrito y barrio. Eso sí, el Ayuntamiento flexibilizará las limitaciones si se trata de establecimientos de lujo. Actualmente, Valencia dispone de 121 hoteles, de los cuales sólo ocho son de cinco estrellas.
«Valencia está en una situación en la que ha perdido un tiempo muy valioso. Durante el mandato del anterior equipo de Gobierno, de todas los expedientes para apertura de hoteles que se solicitaron, prácticamente no se gestionó ninguno. Es el motivo por el que la moratoria surge, ya que tienen que desatascar todo esto. Ahora vienen grandes cosas como el Roig Arena. Con toda la situación de bonanza que tenemos, la ciudad podría estar recogiendo muchos más frutos de los que va a recoger», lamenta March.
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