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Sánchez se protege del lanzamiento de barro bajo un paraguas y rodeado de escoltas en su visita a Paiporta el 3 de noviembre.

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Sánchez se protege del lanzamiento de barro bajo un paraguas y rodeado de escoltas en su visita a Paiporta el 3 de noviembre. EP

«Los Reyes fueron los únicos a la altura»

Los vecinos de Paiporta recuerdan la huida de Sánchez por la lluvia de barro que recibió hace seis meses: «El pueblo no pudo con él porque estuvimos abandonados»

Paco Moreno

Valencia

Sábado, 3 de mayo 2025, 01:04

Este sábado se cumplen seis meses de una de las escenas más recordadas de los primeros días de la dana: Pedro Sánchez huyendo de Paiporta bajo una lluvia de barro poco después de la una de la tarde, mientras los Reyes y el presidente Mazón aguantaban la ira vecinal basada en los tres días anteriores que habían carecido de cualquier ayuda institucional. De ahí que LAS PROVINCIAS acudiera ayer al lugar de los hechos, a la rotonda de las calles Valencia y Mestre Palau, para conocer el sentir de los residentes.

«Lo que viví yo es que los Reyes hicieron un papel importantísimo, se llevaron la palma. Los que no estuvieron a la altura fueron todos los que ya sabemos», asegura Manuel. «A Felipe VI se le agradeció mucho la visita pero el pueblo no pudo con Sánchez».

En su opinión, salió corriendo porque la gente se dio cuenta de que era injusto «llevar varios días abandonados, totalmente desabastecidos. El Gobierno no estuvo a la altura de las circunstancias. Yo viví la riada del 57 y aquello fue otra cosa, no el desastre total de ahora», subraya.

Recuerda que vio a los bomberos franceses llegar. «Fueron los primeros y se tuvieron que ir porque no se les admitía. Lo vi en directo y nadie me lo tiene que contar. Estuvimos y estamos desasistidos», dice el empresario del cercano polígono de la Estación.

«Allí estamos muy mal, la parte de atrás está todo hecho tabaco. Allí detrás (señala) todo era una selva». Comenta que hay empresas cerradas. «Han dejado el negocio, es lo que hay», finaliza, no antes de reiterar el papel «del Rey y de la Reina, que fue maravilloso. Si había algún republicano por aquí seguro que ahora ya es monárquico», ríe jocoso.

A una pareja, Azucena y Manolo, que pasea un perro, la escena del lanzamiento de barro les pilló en el cercano polígono de la Pasqualeta, donde trabaja la joven. «Estábamos allí limpiando y nos costó volver a casa porque no dejaban entrar, ni siquiera a los voluntarios». Que los políticos no hayan vuelto en los seis meses siguientes, lo califican de «lamentable, está todo muy parado, falta de todo lo básico, como farolas que siguen caídas o viviendas por rehabilitar». Aprovechan para reivindicar que se fijen más en los polígonos, dado que siguen «abandonados».

«Vivo ahí, no bajé porque había mucha gente», dicen Mariola y Alicia, vecinas de una calle cercana. «No llegaron ni a la rotonda, se pararon junto a la Casa Gris», señala a una finca antigua, cerrado y afectado también por la dana. «La gente lo había pasado muy mal, en ese momento era un caos, sentíamos que nadie nos apoyaba salvo los voluntarios, que son maravillosos», afirma.

«Estaban todos muy exaltados pero han pasado seis meses y muchos siguen sin poder dormir en sus casas, ni reabrir sus comercios», afirman, para decir que las autoridades «no se dieron cuenta de la dimensión que tenía todo esto. Hay muchos que ahora mismo lo están pasando mal, sobre todo en cuestiones de salud mental o carecen de ascensor todavía. Y cada vez que llueve nos tiemblan las piernas, estamos todos traumatizados».

En su opinión, si ahora Mazón volviera al pueblo «pasaría lo mismo», igual que con Sánchez, aunque lo peor es que el primero «se ríe». Los ánimos siguen igual de tensos en todos los testimonios. «Los que lanzaron barro eran gente dolida, no se entendió que vinieran sin ayuda», subrayaron, para indicar que el presidente del Gobierno «no viene porque no quiere imágenes negativas que le puedan perjudicar».

En la zona hay un montón de plantas bajas vacías, destrozadas y sin persianas. «Se vende», puede leerse en una nave cercana, junto con algún eslogan como «Siempre ganan los que nunca se rinden». Ángel, también vecino de la zona, opina que todo sucedió «porque estuvimos tres días abandonados, nos salvaron unos ángeles con cubos y escobas». Nacido en Alzira, recuerda que en la pantanada de Tous «había más de un metro de agua en mi casa. Cuando bajó, los camiones del Ejército estaban en la puerta para ayudar, repartiendo mantas y comida, de todo».

«Todo va muy lento, saldremos pero muchos locales no podrán reabrir. Hornos y tiendas de electrodomésticos de la zona ya no hay», comenta, para señalar sobre una posible visita de Sánchez y Mazón que no «hace falta que venga ninguno de los dos, han demostrado que sólo miran por su interés».

«No tenían que haber venido aquel día ni todos juntos», valora otro vecino, Pedro, sobre todo porque sólo «habían llegado voluntarios hasta entonces. Normal que la gente estuviera tan enfadada», para añadir que la ausencia de Pedro Sánchez desde entonces se explica por «miedo o por vergüenza». Entonces a la gente «le faltaba de todo» y a día de hoy «Mazón debía dimitir y Sánchez está desaparecido en todo lo que concierne a las ayudas directas, está muy ausente, en sus políticas de Estado pero han olvidado esta zona».

De cara al futuro, considera que habría que «involucrarse mucho más, con los servicios básicos todavía por recuperar».

En su opinión, habrá empresas y comercios que ya no podrán volver a abrir. «Esta por ejemplo», señala a sus espaldas. «Es una academia, que tiene otra planta baja allí», comenta. «Aquí pasó lo peor, atravesó todas las plantas bajas y el agua llegó al otro lado». De ahí que la visita fuera una «inconveniencia, sobre todo porque no habían enviado ayuda, nada de nada», destacó.

«Si te das una vuelta te das cuenta de todo lo que falta por hacer», comenta Enrique, para quien la falta de ascensores y los garajes inservibles reflejan muy bien las necesidades de Paiporta. Aquel día estaba en la calle Mestre Palau. «El Rey sería bienvenido pero no los demás, saldrían trasquilados», afirma mientras se dirige a un supermercado, en una imagen habitual que dista mucho de la normalidad.

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