Caballos contra el fuego
Ganadería. Los pastores valencianos piden facilidades a la Administración para que sus rebaños y manadas limpien de malas hierbas los montes
En tiempos de incendio, cualquier solución es preferible a ver arder los montes y los corazones de comunidades enteras. A estas alturas de verano, la valenciana se ha librado de un gran fuego como los sufridos en 2022 en el Alto Palancia, pero lo cierto es que la amenaza sigue ahí. Bomberos forestales, agricultores, gente del interior... todos ellos trasladan que los montes están descuidados, convertidos en polvorines secos e inmensos donde, en cualquier momento, como por ejemplo tras una de las tormentas de los últimos días, un rayo latente puede prender en el interior de un tronco y devastar laderas enteras. Para evitarlo, a veces hay que echar la vista atrás: al final, si algo ha funcionado toda la vida, es por algo.
Es lo que defiende la asociación de ganaderos La Dula. Lejos de nostalgias rancias, estos expertos en el manejo de rebaños y manadas pìden a las Administraciones autonómicas, nacionales y europeas que les permitan pastar por las miles de cañadas que salpican los montes valencianos. Caballos, ovejas, cabras y vacas están «todo el día comiendo», cuenta Javi Tarín, presidente de la entidad. Ese rumiar, a veces literal, constante elimina de malas hierbas las laderas semiabandonadas.
Eso ocurrió, de hecho, en El Toro. «Llevábamos a los caballos a la base militar de El Toro y la zona se salvó en el incendio de Andilla porque habían limpiado de maleza los alrededores de ella», cuenta Tarín. Cierto es que los bomberos explican que la presencia de maleza, sobre todo cuando esta es alta (que es la que, por el tamaño de los animales, eliminan los caballos), provoca que los incendios se propaguen con rapidez. La asociación de Tarín conduce un centenar de caballos y yeguas a través de unos 200 kilómetros en los que atraviesan 24 municipios y aldeas de 3 provincias de Aragón y la Comunitat Valenciana, entre Villarquemado en Teruel y Domeño, concretamente hasta el humedal del Tuéjar, donde los ríos Turia y Tuéjar se unen, con el fin de realizar una estancia de invierno y controlar la vegetación de carrizo. En ese humedal, de hecho, consiguieron la reintroducción de especies en peligro de extinción, según Tarín.
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La asociación recuerda que la mejor herramienta contra el avane del fuego es la prevención. «Lo hemos demostrado creando zonas cortafuegos y recuperando cientos de hectáreas abandonadas, hoy llenas de vida, protegiendo nuestros montes gracias a una actividad milenaria: la trashumancia», asegura la entidad en un comunicado. Tal como asegura Tarín, el traslado de los caballos desde Aragón a la Comunitat permite limpiar las cañadas, «si existen, por supuesto». En este sentido, el ganadero explica que el principal problema al que se enfrentan es que «muchas veces, cuando llegas a un pueblo o a una zona poblada de cualquier tipo, te encuentras con que la cañada ya no existe, está ocupada», lamenta, o se ha convertido en asfalto.
Según indicó la asociación en un comunicado, «la ganadería extensiva y las labores ganaderas tradicionales conservan ecosistemas y paisajes culturales, reduciendo masa vegetal inflamable, ayudando a frenar la propagación de incendios». «Nuestros caballos pastan libremente en zonas de alto valor ecológico, minimizando el riesgo de incendio mediante el consumo de cañas, matorrales y pastos secos que, en ausencia de actividad humana o ganadera, se convierten en combustible, o en tapones durante las avenidas de agua», recuerda. Los caballos, así, también permitirían evitar la crudeza de episodios como el del pasado 29 de octubre.
Se da la circunstancia, además, de que la transhumancia, tal como explica Tarín, no es más «que lo mismo que se lleva haciendo durante siglos». La ganadería se encuentra abocada al mismo problema que sufre todo el medio rural: la falta de relevo. «No es sólo que no haya gente que quiera dedicarse, es que también es verdad que es muy caro, si no tienes apoyo familiar o te familia se dedica a la ganadería extensiva...», lamenta Tarín. Si hubiera más gente dispuesta a trabajar en este sector, y las administraciones permitieran a los ganaderos desarrollar su labor, Tarín confía en que el fuego lo tendría mucho más difícil en los montes valencianos.
«El abandono del medio rural y la pérdida de ganadería extensiva son gasolina para el fuego», recuerda Fernando Valladares, ecólogo e investigador del CSIC. «Frente a un modelo que reacciona cuando ya es tarde, dedicando cientos de millones de euros a la extinción y posterior repoblación, proponemos uno que acompaña al paisaje durante todo el año y ancla la población al medio, reduciendo costes económicos, sociales y ecológicos», asegura la entidad en un comunicado. «La gestión en extensivo no es solo tradición: es una herramienta eficaz y ecológica. Por ello reclamamos a la administración políticas sensatas basadas en la experiencia», reclaman.
«No cuentan con nosotros»
«El problema es que las administraciones no cuentan con nosotros. No hablan con los cazadores, no hablan con los pastores, ni con los ganaderos ni con los agricultores. Es muy difícil que así podamos llegar a un entendimiento que sea fructífero. Si contaran con nosotros y hubiese una mesa de trabajo real para el tema de prevención de incendios se podrían coordinar mejor las cosas», lamenta Tarín.
El presidente de la entidad desvela que la escuela de pastores «no ha tenido este año ningún alumno». «El trabajo no se hace atractivo porque estamos abandonados en todos los sentidores. Se pretenden solucionar problemas sin tener en cuenta a los agentes del medio, que somos los que estamos toda la vida, generación tras generación, cuidando el medio. Nosotros hemos conseguido que el mundo rural llegue a hoy como ha llegado», reivindica: «No entendemos que ahora no tengamos ni voz ni voto ni se nos tenga en cuenta». «Somos el país de Europa con más vías pecuarias, pero somos los que peor las tratan», insiste Tarín. La solución a los incendios, o al menos parte, podría tener cuatro patas.
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