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El doctor Álvaro Castellanos frente al hospital La Fe de Valencia. DAMIÁN TORRES

«Buscar el equilibrio entre salud y economía es poco científico»

Álvaro Castellanos, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias: «Nos hemos equivocado todos. Tenemos que hacer una reflexión sobre la capacidad de anticipar situaciones de crisis y de coordinarnos mejor»

Daniel Guindo

Valencia

Lunes, 28 de diciembre 2020, 12:56

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El doctor Álvaro Castellanos dirige el Área de Medicina Intensiva del Hospital La Fe y lleva combatiendo al virus desde el inicio de la pandemia. «Cuando llegó el confinamiento el 15 de marzo, en Valencia no habría más de 200 casos diagnosticados. Ahora sabemos que sólo era la punta del iceberg. El día 13 tuvimos nuestro primer ingreso y en las dos semanas siguientes llenamos las 36 camas de nuestra UCI y varias más de Reanimación Anestésica. En menos de un mes se alcanzarían los 430 pacientes ingresados en todas las UCI de la Comunitat, algunas de ellas se saturaron y tuvieron que extender su actividad incluso a los quirófanos».

-¿Se imaginaba que la pandemia se extendería tanto?

-Nos hemos equivocado todos. En las UCI hemos empezado a ver pacientes cuando el brote epidémico estaba muy avanzado. No puedo decir que lo podríamos haber predicho. Nadie ha sido capaz de preverlo y tenemos que hacer una reflexión sobre la capacidad de anticipar situaciones de crisis, de coordinarnos mejor y de tener mejor comunicación internacional.

Perfil

Álvaro Castellanos se licenció en la facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid. Fue médico residente de Medicina Intensiva en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, donde llegó a ser subdirector médico. Coordina desde hace siete años el programa europeo de formación especializada CoBaTrICE, centrado en armonizar la formación en medicina intensiva a nivel mundial. Desde 2014 es el jefe de servicio de Medicina Intensiva del hospital La Fe. También vicepreside Semicyuc.

-¿Cómo fue, al principio, enfrentarse a la enfermedad dado el desconocimiento que había?

-Para nosotros la mayor preocupación inicial fue evitar que la UCI se convirtiera en un amplificador o difusor del virus, ya que nuestros pacientes tienen cargas virales muy elevadas. El contagio masivo del personal sanitario habría tenido unas consecuencias catastróficas. ¿Quién cuidaría de pacientes tan graves? Dedicamos muchas horas a estudiar y consultar con expertos el diseño óptimo de nuestros circuitos de seguridad en base a nuestra arquitectura, así como las medidas de protección y autoprotección individual más adecuadas. Los ingenieros del hospital nos ayudaron a generar presión negativa en el ambiente de los tres boxes -espacios abiertos de 12 camas- de nuestra UCI para poder eliminar rápidamente los aerosoles generados con nuestros procedimientos.

-¿Cuál es el mejor recuerdo que guarda?

-Ha sido una experiencia emocionalmente intensa en la que afloraron de forma muy potente los valores que llevamos dentro: la vocación, la solidaridad, la entrega, la confianza y la colaboración entre los miembros del equipo y con otros especialistas también. La cohesión del equipo ha sido fundamental para soportar la presión de la situación. Uno de los recuerdos es el mensaje de una madre cuyo hijo era un miembro joven de nuestro equipo diciendo que estaba tranquila porque su hijo le transmitía que se sentía seguro. «Aquí todos estamos a una», le había dicho. Recuerdo las reuniones diarias del equipo para repasar la situación de cada paciente y su plan específico de tratamiento, las aportaciones científicas de cada uno, las reuniones de los comités del hospital y las discusiones correspondientes, siempre constructivas. La colaboración y el compromiso de todos fue total. Era muy emotivo el aplauso que dedicábamos a cada paciente que se iba de alta de la UCI por haber superado un trance tan crítico para su vida, le aplaudíamos a él, pero también nos estábamos animando a nosotros mismos, era un éxito de todos. Fue también muy emocionante el aplauso que los médicos dedicamos a nuestras compañeras enfermeras, TCAE y celadores. Acabamos aplaudiéndonos todos a todos.

-¿Y el peor?

-Los peores recuerdos están relacionados con los fallecimientos de nuestros pacientes. Es una situación a la que no te acostumbras nunca, especialmente cuando los has estado tratando durante bastante tiempo y has establecido una relación de empatía con sus familiares. Los primeros fallecimientos fueron relativamente rápidos, eran pacientes frágiles que llegaron muy graves al hospital. Al ser una patología nueva estas muertes generaron una cierta desmoralización en el equipo, que se superó rápidamente con los primeros éxitos que, como era de esperar, llegaron enseguida. Nuestros resultados globales han sido buenos y los hemos publicado.

-¿De qué forma se explica a una familia que su ser querido ha fallecido por Covid-19?

-Habitualmente los pacientes que fallecen lo hacen tras un periodo relativamente largo de tratamiento intensivo, generalmente dos o tres semanas, de tal forma que ya se ha establecido una comunicación fluida con las familias, están bien informados de la evolución, riesgos y expectativas. Aunque esta comunicación es habitualmente telefónica y en ocasiones mediante videollamada, sí que conseguimos establecer la relación de confianza imprescindible en estas situaciones. Las familias lo sobrellevan con mucha dignidad, pero ciertamente echamos de menos la cercanía física, la gestualidad, la interacción y, sobre todo, la mirada para transmitir la comprensión y la esperanza tan necesarias para las familias en esta situación dramática.

Las claves

  • Presión asistencial: «Durante todo 2021 seguiremos viendo pacientes con Covid-19 en los hospitales»

  • Un buen recuerdo: «Era muy emotivo el aplauso a cada paciente que se iba de alta de la UCI»

  • Fallecimientos: «Las familias lo sobrellevan con dignidad, pero falta cercanía física»

  • Medidas: «Más rastreos y la concienciación ciudadana son esenciales»

-¿Cuándo cree que dejarán de llegar pacientes con Covid-19 a los hospitales?

-Durante todo el año próximo seguiremos viendo pacientes con Covid-19 en los hospitales. Continuaaremos viviendo brotes y rebrotes hasta conseguir la ansiada inmunidad de grupo que implica que un 70% de la población es inmune e incapaz de transmitir la enfermedad. Este objetivo se conseguirá fundamentalmente mediante la vacunación masiva de la población que llevará varios meses en el mejor escenario posible de aprovisionamiento, planificación, aceptación por parte de la población, etc. Tengo confianza en la vacuna.

-¿Cree que las medidas y restricciones implantadas para combatir el Covid-19 han sido las adecuadas?

-En general, hemos ido siempre por detrás de la pandemia. La búsqueda de un equilibrio entre efecto económico y efecto salud es un objetivo muy inestable, es un enfoque poco científico cuyo resultado final puede ser negativo para ambos, economía y salud. Se ha avanzado en la obtención, gestión e interpretación de datos, también en el rastreo, detección, diagnóstico, aislamiento y tratamiento de estos pacientes, pero seguimos necesitando realizar más pruebas, más rápidas en su realización y en la obtención de los resultados que permitan un diagnóstico y aislamiento precoz de los casos. Un mayor esfuerzo en el rastreo es esencial para averiguar claramente cuáles son los lugares en los que con mayor frecuencia la gente se contagia, e intentar hacer confinamientos o restricciones selectivas. La concienciación de la población, la autoprotección, es un factor esencial. Hemos echado de menos campañas masivas de información sobre la prevención y las consecuencias físicas y económicas de la infección por el coronavirus Sars-Cov-2.

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