Un barco de Chanquete en La Yesa
Vecinos de la población tratan de que el Ayuntamiento no expulse a la pareja de alemanes que gestiona el albergue y el alcalde es firme: «Han pasado de adjudicatarios a okupas»
En toda historia hay dos versiones, y como dice el alcalde de La Yesa, Julio Solaz, en esta el narrador puede ser el de 'La bella durmiente' o el de 'Maléfica', dos puntos de vista sobre el mismo cuento. La Yesa es un municipio de la España vaciada, del interior de la Comunitat Valenciana, en Los Serranos, fronterizo con Abejuela, ya en territorio aragonés, y con algo más de doscientos habitantes censados. Por aquellas zonas, donde los días suelen ser pausados y tranquilos, el aleteo de una mariposa se convierte en noticia y en este caso, ese aleteo está en la gestión del albergue municipal.
Esta es la historia de Jörg y Janina, dos alemanes que llegaron a La Yesa para gestionar el albergue y que este sábado están obligados a devolver las llaves de la instalación, ya que no se les ha renovado el contrato por impago y hay nuevos adjudicatarios. Una medida que tiene una historia detrás, con una doble visión, y que ha movilizado a vecinos del pueblo y de otros municipios con el fin de evitar, como ellos lo llaman, «el desahucio». En el otro lado está el alcalde, Julio Solaz, que asegura que todo el procedimiento se ajusta a la normativa vigente y que los actuales adjudicatarios, si no entregan las llaves, se convertirán a partir del domingo 29 de junio «en okupas del albergue».
El principio de esta historia está en el momento en el que la licitación de la gestión del albergue municipal, tras varios años cerrado, quedó desierta y, poco después, una pareja de alemanes se ofreció a gestionarlo por 4.800 euros al año. Un adjudicación directa sin publicidad que necesitaba de una inversión, según el pliego, de 2.000 euros para poner en marcha la instalación.
En septiembre, el Ayuntamiento requirió a los adjudicatarios las mejoras propuestas en el contrato. Estos respondieron, según figura en el contencioso que han presentado, con la información y con un listado que que recogía una serie de deficiencias que se encontraron a su llegada al albergue: valla caída, sin calefacción porque la caldera no estaba colocada, problemas en el sistema eléctrico, las ventanas no sellan correctamente, no hay canalización de aguas de lluvia, el agua de las duchas sale sin control, hay losas exteriores rotas y la terraza carecía de barandilla, entre otros asuntos. Una serie de deficiencias que aportaron los gestores del albergue con un informe de un arquitecto de parte, que confirmó que la inversión necesaria para dejarlo todo en condiciones era muy superior a los 2.000 euros que recogía el pliego.
En octubre, el Consistorio volvió a reclamar el pago del canon, los gestores contestaron con el listado de deficiencias y añadieron que no existía licencia de explotación del establecimiento, por lo que en teoría no podía estar abierto. Un dato que corrobora el alcalde, Julio Solaz, que apunta que un Ayuntamiento no se puede autoconceder una licencia, sino que se la autoriza a terceros, por lo que los responsables para que todo estuviera en orden era de los adjudicatarios.
«Esta pareja empezó muy bien pero conforme pasaron los meses pues el servicio que daban empezó a empeorar. Además, no cumplieron con algunas de las estipulaciones y querían que todas las reformas las pagara el Ayuntamiento», señala el alcalde, que apunta que incluso se les ofreció una caldera de pellets, «que descartaron porque querían una de gasoil».
En el pliego de condiciones figura que la instalación iba a contar, entre otras cosas, con una pista de atletismo y un campo de hockey en seco que a la vista está que no existen, de la misma manera que la estimación anual del volumen de negocio era de 60.000 euros, una vez restados los gastos a los posibles ingresos, una cantidad que no se ha dado. «La ampliación de las instalaciones era en función de la evolución del negocio. Se ha visto que no ha funcionado este año, por lo que así no se puede desarrollar hasta una hípica que teníamos previsto», apunta Solaz. En cambio, la abogada de los adjudicatarios defiende que en ningún momento se ha podido desarrollar el negocio previsto porque el albergue nunca ha estado en condiciones y el Consistorio no ha querido arreglar las deficiencias.
La pareja alemana, ante la falta de respuesta del Ayuntamiento, optó entre otras cosas por dejar de pagar la luz, ya que no pueden hacer frente al gasto al carecer de ingresos.
Ante el impago, el Ayuntamiento de La Yesa, abrió nuevo proceso de licitación que ya ha sido adjudicado a una pareja, que espera poder entrar en los próximos días en el albergue, aunque se ha iniciado un procedimiento judicial que deja en el aire todo este proceso. En el requerimiento municipal a los actuales gestores se indica que tienen hasta mañana sábado para entregar las llaves, que si no lo hacen al día siguiente se abrirá un expediente de desahucio administrativo y el 8 de julio, si no hay un desalojo voluntario, se acudirá con la Policía Local para proceder.
El alcalde de La Yesa considera que su decisión es firme y correcta: «Desde el principio sólo querían que las mejoras las acometiera el Ayuntamiento y no invertir en la instalación.
Por ahora, y a la espera de que se desarrollen los acontecimientos, vecinos de la zona están dispuestos a impedir la salida de la pareja de alemanes del albergue como si fuera un barco de Chanquete. El conflicto está servido entre el Ayuntamiento, los anteriores adjudicatarios y, como daño colateral, la familia que espera poder entrar a gestionar el albergue.
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