Cierra Hollywood, la tienda que puso casa en Valencia a Dolce&Gabana, Moschino y Jean Paul Gaultier
El establecimiento de la calle Correos se despide de la ciudad tras varias décadas de moda de las primeras marcas I Por el local de Tomás García ha pasado la 'high society' de la capital del Turia y artistas como Concha Velasco y Paloma San Basilio
En Valencia alguien un día puso casa -una casa de cine- ni más ni menos que a Sonia Ryquiel, a Gianfranco Ferré, a Jean Paul Gaultier, a Dolce&Gabbana, y los complementos de Moschino -la exclusiva de la ropa la tenía otra tienda- por mencionar sólo unos cuantos. El creativo Tomás García les abrió las puertas de la capital del Turia para sembrar la moda más chic en la ciudad desde la tienda Hollywood que cinco décadas después de su apertura se despide de la calle Correos tras vestir de modernidad a varias generaciones valencianas. Septiembre, ese mes melancólico y prometedor a partes iguales, es el límite. El establecimiento que fue el sueño y la pasión de su fundador, el destino de los amantes de la mejor moda con un escaparate donde todos ansiaban verse reflejados, pone fin al largo idilio del cap i casal con los grandes del vestir.
En los años setenta el diseñador se lanzó al negocio de la moda desde la plaza del doctor Collado acercando aires de apertura en vísperas de libertad, ha decidido que es el momento de coser la última puntada de un traje de vida que se abrió paso con una doble vertiente: «Vendía diseños propios y de firmas de primera fila», relata Tomás García. Con esa tarjeta de presentación estrenó una agenda de vestidos de novia para no pocas valencianas, como el caso de Trinuca Larraz, detalle que confesó el pasado abril a la periodista Begoña Clérigues en estas mismas páginas.
Por Hollywood se ha paseado la 'high society' valenciana. Pero no sólo. Tal vez para hacer honor a ese nombre con resonancias a paraíso de artistas, la emblemática tienda también atrajo a Concha Velasco, Lina Morgan y Paloma San Basilio, como recuerda Tomás García al detallar el interés que despertaba su atractiva oferta entre las intérpretes que se acercaban al cercano Teatro Principal.
La conversación descubre a un apasionado por la moda, los viajes y también el cine. Pero sobre todo, pone ante los ojos de este periódico el perfil de un emprendedor, el de un activo creador que empezó a trabajar en un taller de joyería, «algo también relacionado con la moda». Como era ésta faceta la que realmente le interesaba, se rindió ante sus encantos. Así llegó a ese universo en el que se movió como pez en las mejores aguas para sumergirse en los tiempos en los que en Valencia no eran muchos quienes lo hacían con estilo propio y diferenciador. Ha actuado en la misma plaza en la que lo hacían Francis Montesinos, «amigo desde los 14 años», y las brillantes espadas del comercio más exquisito que llevaban el nombre de Doncarlos, Celia Montaner y Angora, «que era más clásica».
Y llegó Hollywood a la calle Correos. En una esquina emblemática del corazón de la ciudad se asentó el establecimiento cuya decoración se hermanaba con su nombre. Hasta el final, grandes fotografías de las glorias del cine han colgado de las paredes junto a reproducciones de los preciados Oscar que coronan la gloria del séptimo arte repartidas por los estantes de la tienda. Como muestra: Audrey Hepburn, Grace Kelly, Rita Hayworth, Ava Gardner, y otras, en algún momento han contemplado el ir y venir de las mujeres que se han acercado a Hollywood en busca de los mejores vestidos y complementos; siempre a la caza de lo más exclusivo de la capital.
La trayectoria de Tomás García y la de Hollywood, que es decir lo mismo, no sólo ha colgado de sus perchas las piezas más prestigiosas de otros. A lo largo de su carrera a la cabeza de la moda de primer orden, ha diseñado los ya mencionados trajes de novia y también «piezas de piel y de punto». El fruto de su creatividad ha llegado a exponerse en «un colectivo de arte y moda en el Museo de San Petersburgo, y en Valencia en el Museo de Bellas Artes delante del autorretrato de Velázquez». Y, por supuesto, a desfilar en la pasarela Cibeles.
Viajero impenitente en abierta persecución de lo mejor para que Valencia lo vistiera, «cada quince días iba a Londres» y continuamente a París. «Lo que traía lo vendía de inmediato». Ahora, cuando hace recuento del tiempo transcurrido, no duda de que los «ochenta fueron años en los que la gente más creativa innovó mucho, desde la ruta del Bakalao hasta la moda». Y si Tomás García dice lo dice, hay que escucharlo porque de vestir, de diseñar y de emprender sabe mucho.
Siendo quizás la más representativa, no ha sido Hollywood la única bandera que ha enarbolado. Ya en 1970 lanzó la marca Portobello y pronto empezó a vender con etiqueta de su propio nombre. Y añade a todo ello que «abrí una tienda de ropa para hombre, además de la zapatería Charles Jourdan».
El nombre de Tomás García y el de Hollywood forman parte de la historia de Valencia. Ya saben, lo hemos dicho otras veces, las tiendas son más que un lugar donde se vende esto o aquello. Son escenario de la vida de una ciudad que queda recogida en la memoria colectiva, en una especie de colección de instantáneas de las que el diseñador con el que hoy hemos viajado extrae una «emblemática y también carismática», la de las luces que cada Navidad colgaba en la calle despertando la admiración de los viandantes: «Todo el mundo decía, Tomás ya ha puesto la estrella». Así, dando contenido a un juego de palabras y conceptos, también Valencia disfrutaba de la luz de la ciudad de las estrellas, del brillo de Hollywood.
Los destellos se apagan en septiembre. Son otros tiempos, una realidad ante la, como García relató a la periodista Begoña Clérigues, a sus 75 años, no entiende la moda actual ni el fenómeno de las influencers. «Sí a los grandes que continúan, como Armani, Prada, Valentino, Dior o Chanel. Lo que más me enorgullece es que en los ochenta y noventa, quien podía comprar esa ropa también me compraba a mí». Otros tiempos, una ciudad distinta.
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