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Casero, junto al maillot de líder de la Vuelta, que en 2001 se enfundó tras la última etapa, una crono por Madrid. JESÚS SGNES

Dos décadas de la Vuelta de Casero

«Ojalá dentro de un año un valenciano gane una carrera de tres semanas. Hemos tenido un problema: en mucho tiempo se ha hablado más de dopaje que de ciclismo... y a eso hay que añadirle los accidentes», señala el vencedor de la ronda española de 2001

Martes, 10 de agosto 2021, 23:35

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Ángel Casero sonríe cada vez que se le pregunta por aquella contrarreloj por las calles de Madrid en la que sintió rodar por el cielo: «Es bonito que te recuerden. Sientes que eres más viejo, pero me gusta compartir con la gente aquellos éxitos, tener los maillots y las bicis y verlos todos los días». Convive con esas reliquias, literalmente, cada jornada laboral. Su oficina en el corazón de Valencia, el lugar donde se cocina cada año la Volta a la Comunitat, es también un pequeño museo del ganador de la Vuelta de 2001.

Esa es la última gesta, hasta la fecha, de un ciclista valenciano en una gran ronda como la que comienza este sábado, con otra crono (esta de sólo 7,1 kilómetros) desde la catedral de Burgos. La Vuelta a España pasará por la Comunitat la próxima semana: el día 19 irá de Requena a Cullera; el 20, de Gandia a Alicante; y el 21 se parte de Santa Pola hacia Murcia. La meta final estará en Santiago el 5 de septiembre.

Faltarán entonces 25 días para que se cumplan los 20 años exactos de la victoria de Casero, que le arrebató el liderato de la Vuelta a España a Óscar Sevilla el último día: «Él me llevaba 25 segundos y yo le saqué 1.45. Curiosamente, el Tour del Porvenir de 1994 lo gané igual, en la crono del último día». Admite que le queda cierto pesar por no haber podido lucir ese maillot amarillo en carrera, aunque le compensa el desenlace de la crontrarreloj: «En el 2000 sí lo llevé varios días. Por contra, entré en meta con los brazos levantados porque íbamos comunicados y sabíamos el tiempo de ventaja que llevábamos. Eso es mucho más bonito».

Ángel Casero reconoce que aquel triunfo tuvo cierto saber a revancha: «En 2000, el Kelme (el equipo en el que corría Óscar Sevilla) me arrebató todas las posibilidades de ganar la Vuelta en la etapa del Angliru. En 2001 fue al revés, como devolverles la moneda». El manchego empezó fuerte la crono: «Los escaladores salen rápidos, para tratar de comerte la moral. Pasó como con Enric Mas en la pasada Volta. En los primeros diez kilómetros iba metiéndome 12 segundos. Por contra, el especialista va de menos a más. Los tiempos empiezan a caer, y el último kilómetro ya te lo tomas más tranquilo». Para el valenciano, aquella victoria de 2001 supuso una liberación: «Es el objetivo cumplido de ganar una gran vuelta después de muchos años de sacrificios y presiones».

Dos décadas después, él dirige una carrera con vocación de ser de World Tour y Óscar Sevilla, a sus 44 años, sigue en activo: «Reside en Colombia y tiene hasta acento. Quería venir a la Volta, pero le coincidía con la Vuelta a Colombia. Tiene una forma de vivir como Valverde. Continúa ganando y creo que el deportista, mientras mantenga esa capacidad de sufrir y divertirse entrenando, debe hacerlo». Casero, por contra, tuvo que poner el pie a tierra definitivo con 33: «Mi última temporada fue la de 2005. Los últimos años tuve una lesión difícil de recuperar y aquí, si no estás al 100% te quitan hasta las pegatinas».

Tiene una minusvalía en la rodilla que le impide correr. Cuando se sube a la bici, Casero lo hace por disfrutar. Suele salir a caminar y, eso sí, completa 7 kilómetros en una hora. Ahora su competición de fondo es sacar adelante cada año la Volta: «Hay noches que me desvelo, porque tengo más poblaciones que quieren albergar un inicio o fin de etapa de las que me caben para la próxima edición. Llevamos seis años seguidos creciendo a pesar de la pandemia», dice satisfecho.

Los recuerdos de toda una carrera centrados en el éxito de 2001 dan para reflexionar sobre el ciclismo español, haciendo énfasis en el valenciano. Se centra en las características del aficionado en este país y el claro retroceso provocado por dos lacras: el dopaje y los accidentes de tráfico. También invita a tener paciencia con Juan Ayuso, el joven talento de Xàbia.

Casero afirma que no quiere perpetuarse como último valenciano en haber ganado una gran vuelta por etapas. «Ojalá en un año haya uno que se imponga en una carrera de tres semanas. Hemos tenido un enorme problema: durante mucho tiempo se ha hablado más de dopaje que de ciclismo... y a eso hay que añadir los accidentes», lamenta. Subraya, en una tesis que también han defendido otros especialistas como el seleccionador (y también valenciano) Pascual Momparler, que esto ha motivado que las familias desvíen a sus hijos hacia otra modalidades.

«Si no hay gente que apoye, difícilmente saldrán figuras. En los últimos años se han impulsado proyectos como los de Quique Gutiérrez y Garzelli. Se han esforzado en dar a los chavales la posibilidad de disfrutar del ciclismo en espacios seguros y eso se nota», subraya. Casero también señala como ventaja que el ciclismo se haya profesionalizado, pero desde la base: «Yo no iba a entrenamientos, salía por libre y acudía los fines de semana a las carreras. Ahora no, se trabaja dos días en conjunto, con gente cualificada. Entrenabas siete horas para hacer una y media de calidad. Hoy en día, tres y todas son de calidad. Eso también alarga la carrera de los corredores».

Apunta a la necesidad de tener referentes, y por eso ve positiva la irrupción de Ayuso, con matices. «Es una persona de 18 años y lo primero es hacerse a una carrera de tres semanas. La última es la más complicada, hay que llegar bien y pasar el día malo, que siempre lo tienes, sin que nadie se dé cuenta», apunta Casero: «En 2001, el mío llegó el 11 de septiembre, entre León y Gijón. Siempre he pensado que menos mal que no era una etapa muy complicada, con el Angliru o uno de esos puertos». Al día siguiente, la carrera acabó en Lagos de Covadonga.

«A Ayuso hay que darle tranquilidad... y conociendo a Matxin, seguro que en el UAE estarán en ello», señala. El valenciano también apunta, respecto a los referentes, al modo de pensar del aficionado español: «El problema es que aquí sólo se ve las grandes vueltas. Freire ganó tres Mundiales. En Bélgica y Holanda es una leyenda, le hacen la ola por donde vaya. Aquí es uno más».

También otorga una vertiente cultural a los accidentes en carretera y considera que se ha mejorado. «Ha cambiado la concienciación con respecto al ciclista. A mí me ha sacado un camión de la carretera y no sabes cómo lo has hecho para no caerte. Además, ahora hay algunas sin demasiado tráfico por las que se puede salir sin peligro». Sobre el dopaje, aunque apunta que en otros deportes se pone menos énfasis para perseguirlo, indica: «Si has de ir a 120 y el radar te pilla a 121, has infringido la norma. Si eres ciclista, hay unas reglas marcadas por las personas e instituciones que nos representas y debes cumplirlas».

Ángel Casero, junto a la bicicleta con la que ganó la Vuelta. JESÚS SIGNES

«Te fijas en las bicis, en como hemos cambiado nosotros y ellas»

La joya de la corona en la oficina de Casero son las bicicletas con las que ganó la Vuelta. Las mira con visible cariño, casi personificándolas: «Te fijas en las bicis y en cómo hemos cambiado, tanto nosotros como ellas». En este sentido, se refiere a los materiales de los que estaban confeccionadas hace dos décadas en comparación con las actuales. «De carbono sólo eran las horquillas, el aluminio era lo más fino que existía en momento. Ahora hasta la tornillería es de titanio por aligerar», indica el valenciano: «Esos dos kilos, que tú ya no puedes perder más peso, se nota cuando estás compitiendo».

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