Juanjo Torres, director de la Cátedra de Cultura Empresarial de la Universitat de València

25 años después de su fundación, la Cátedra de Cultura Empresarial de la Universitat de València (UV) se reinventa. Juanjo Torres Montesa la ha vivido como alumno, presidente de Alumni CCE y ahora como director, liderando un proyecto que ha formado a más de 1.200 estudiantes y vinculado a 50 empresas y entidades. Su nombramiento marca una transición natural: de quien recibió el impulso emprendedor a quien ahora tiene la responsabilidad de transmitirlo. «La Cátedra me cambió la vida», reconoce. Busca fortalecer un modelo que acerca el mundo empresarial a la universidad despierta vocaciones y acompaña el talento. Conectar con nuevas generaciones -45 alumnos anuales en ‘Qui pot ser empresari?’- exige escuchar, adaptarse y atreverse.
-Ha vivido la Cátedra desde todas las trincheras: como alumno, presidente de Alumni y ahora director. ¿Qué es lo que más valora de ese recorrido?
-Cada etapa le ha dado una perspectiva distinta. Como alumno, el emprendimiento dejó de ser algo lejano; como presidente de Alumni, vio el impacto a largo plazo; y ahora, como director, tiene la oportunidad de devolver todo lo recibido. Es una sensación especial estar al otro lado y ser parte del equipo que posibilita estas experiencias.
-¿En qué momento decidió que quería emprender? ¿Hubo algo concreto que le hiciera dar el paso?
-No fue un instante concreto, sino un proceso en el que la Cátedra fue clave. Me ayudó a entender que emprender es atreverse, equivocarse, aprender y volver a intentarlo. Las sesiones con empresarios mostrando tanto éxitos como fracasos le quitaron el miedo y, con el tiempo, apostó por su propio camino.
-¿Cómo ve el ecosistema emprendedor valenciano en comparación con otras comunidades?
-Valencia ha avanzado mucho y hoy cuenta con un ecosistema más maduro, repleto de incubadoras, aceleradoras, inversores y una comunidad emprendedora que se apoya. Sin embargo, aún falta masa crítica, inversión y visibilidad en comparación con Madrid o Catalunya. El talento existe, pero necesitamos más confianza colectiva para impulsar proyectos realmente ambiciosos.
-Usted asume la dirección tras 25 años de historia y después de que Encarna Mazón dejara una huella muy importante. ¿Qué ha aprendido de su gestión que quiera mantener?
-Encarna ha sido fundamental para que la Cátedra sea lo que es hoy. Su capacidad para tejer redes, para involucrar a empresarios y profesores, para mantener el equilibrio entre lo académico y lo empresarial... todo eso es un legado enorme. De ella he aprendido sobre todo la importancia de la constancia, de cuidar las relaciones, de escuchar.
-La Cátedra ha evolucionado mucho desde su fundación. ¿Qué cree que ha cambiado desde que usted era alumno?
-El contexto es muy distinto. Hoy el emprendimiento es más visible y apoyado, y los estudiantes son más críticos y conscientes de sostenibilidad e impacto social, lo que exige adaptar los mensajes y enfoques.
-¿Cuál es entonces el mayor desafío que enfrenta ahora como director?
-Sin duda, crear comunidad. Conectar con los más de 1.200 alumni que han pasado por la Cátedra en estos 25 años, aprovechando las nuevas herramientas digitales. Es un reto enorme pero fundamental: queremos que todos se sientan parte de esta comunidad, que participen, que aporten su experiencia. Y al mismo tiempo, tenemos que llegar a más estudiantes, titulados y emprendedores, porque la Cátedra ofrece formaciones para todas las fases del emprendimiento, desde la semilla con el emblemático ‘Qui pot ser empresari?’, a fases muy avanzadas con el programa de mentores, recibiendo acompañamiento personalizado por parte de grandes empresarios en sus proyectos.
-¿Cuál es su visión para esta nueva etapa? ¿Qué quiere aportar como director?
-Quiero que siga siendo ese puente entre universidad y empresa, reforzando lo que funciona y atreviéndose a innovar. Aspira a que los estudiantes encuentren aquí un espacio para probar, equivocarse y encontrar apoyo. Alumni debe ser más activo, prueba viva del impacto real de la Cátedra.
-Habla de atreverse a probar cosas nuevas. ¿Tiene ya alguna idea concreta?
-Estamos impulsando formatos más participativos y experienciales, no solo charlas. Nuestro ‘Campus Experience en Marruecos’ demuestra el impacto positivo de este tipo de iniciativas, que fomentan la experiencia directa, el trabajo en equipo y refuerzan el vínculo con el ecosistema valenciano. Además, avanzamos en digitalización, inteligencia artificial y sostenibilidad.
-¿Puede destacar algunos ejemplos de empresas que hayan nacido de Alumni?
-Claro. Oceansnell, Tardana Events y Original CV son ejemplos de startups creadas por Alumni. Son la mejor prueba del impacto real de la Cátedra, que ha generado una valiosa red de más de 1.200 personas con proyectos de futuro.
-¿Cómo se puede medir realmente el impacto de la Cátedra?
-Medir el impacto no es sencillo. Lo más visible son los alumnos que han creado empresas, pero el verdadero valor está en quienes adoptan una mentalidad emprendedora, toman decisiones, gestionan incertidumbres y trabajan en equipo. Cuando algún Alumni vuelve y dice: «Lo que aprendí aquí me cambió la vida», sabes que el efecto de la Cátedra va más allá de los números.
-Alumni parece tener un papel central en su visión. ¿Por qué es tan importante?
-Porque Alumni es la mejor muestra de que la Cátedra funciona: quienes pasaron por aquí emprendieron, aprendieron y permanecen conectados. Queremos que sean más activos, que participen, mentoricen y compartan sus experiencias, y que sientan la Cátedra como su casa, un lugar al que siempre pueden regresar.
-¿Qué papel tienen las empresas del Patronato en todo esto?
-En la Cátedra, quienes deberían cobrar son quienes más dan. Los patronos no solo aportan financiación, sino también su tiempo, conocimientos y experiencias para inspirar a los alumnos. Su generosidad y honestidad al compartir vivencias y abrir sus empresas es una fuente de conocimiento que deja huella en los estudiantes.
-¿Cuál es su mayor deseo para la Cátedra, tanto a corto plazo como en unos 25 años más?
-Mi mayor deseo es que la Cátedra logre más proyección y visibilidad, convirtiéndose en un referente dentro y fuera de la Universitat de València, e inspirando a más personas a descubrir su potencial. De aquí a 25 años, imagino una Cátedra aún más diversa y con mayor impacto, donde miles puedan decir: «La Cátedra me cambió la vida». Ese sería el auténtico indicador de éxito.