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Guillot posa con las banderas del Valencia y el Mestalla en la sede de los veteranos. damián torres
Vicente Guillot: «Cuando ganamos la Copa la gente saltó al campo, me quitaron hasta las medias»

Vicente Guillot: «Cuando ganamos la Copa la gente saltó al campo, me quitaron hasta las medias»

El exfutbolista del Valencia CF tiene grabado el lento caminar del autobús cuando se celebraba un título: «Pasábamos por todos los pueblos y la afición salía a la carretera a vernos»

JUAN CARLOS VILLENA* jcvillena@lasprovincias.es

VALENCIA.

Domingo, 23 de septiembre 2018, 00:33

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-¿Qué recuerdo tiene de niño del Valencia?

-Es curioso porque de pequeño nunca me gustó ver el fútbol, a mí lo que me gustaba era jugar al fútbol. Es distinto. A Mestalla sólo fui una vez a ver al Valencia. A mí me gustaba jugar. Con 16 años llegué a jugar en dos equipos a la vez, uno por la mañana y otro por la tarde.

-¿Qué significa para usted el centenario del club?

-Lo primero que me viene a la cabeza es que fue una ilusión enorme jugar en un equipo al que siempre he querido. Poder vivir el centenario significa algo que no puedo describir con palabras, es una emoción.

-¿Cómo fue el momento en el que pasa del Salesianos al Mestalla?

-Me convocaron para la selección española juvenil y me fui a Madrid. El Atlético vino al Metropolitano a ficharme pero mi madre me dijo que no, que yo no me iba solo a Madrid con 18 años. Por aquella época el hermano de Pechuán tenía una chatarrería en Peris y Valero y mis padres tenían un bar al final de la calle Cádiz. Siempre insistía para que me fuera al Valencia.

-¿Fue un dilema familiar?

-Sí porque además yo tenía un problema añadido que era que mi padre no quería que jugara al fútbol. Una vez me sacó del campo de los Salesianos, equipado, porque me había escapado del bar para ir a jugar. Era otra mentalidad. Para ir a esa selección nacional juvenil me tuvo que comprar el par de botas Juan Franco, que era el asesor religioso que teníamos en los Salesianos. Mi padre por desgracia estaba herido de guerra y no podía subir escaleras, que yo sepa no vino ninguna vez a verme jugar. Mi madre sí que fue alguna vez y no me pidió las entradas, me enteré después.

-¿Cómo fue su salto del Mestalla al primer equipo?

-Fue durante una pretemporada donde Domingo Balmanya me pasó al primer equipo. Aquellas giras por Europa valían para eso.

-¿Recuerda su primer sueldo?

-Sí, 1.500 pesetas al mes.

-No pudo tener un estreno más exitoso, título de la Copa de Ferias en 1962 y usted mete cuatro goles en la final contra el Barcelona.

-Un compañero que viene a los veteranos me dijo que soy el único jugador que ha marcado cuatro goles en una final, aunque fuera a doble partido. Aquella fue una final anormal porque no habían fechas y la vuelta se disputó ya en la temporada siguiente, en septiembre.

-¿Qué ocurrió en el regreso?

-Teníamos que jugar en Madrid contra el Atlético el primer partido de la temporada 62-63. Como íbamos en autobús fuimos directamente a Madrid después de ganar el título. Perdimos 5-1 y el recibimiento en Valencia ya fue diferente, se había bajado la euforia.

-¿Le quiso fichar en aquella época Helenio Herrera para el Inter?

-Sí, en aquella Copa de Ferias le ganamos al Inter de Milán en cuartos de final y yo metí un gol en la ida en Mestalla. Lo que ocurre es que habían pagado 30 millones de pesetas por Luis Suárez y el Valencia pidió demasiado dinero.

-Aquellos fueron las años del pique entre los 'waldistas' y los 'guillotistas'.

-Lo recuerdo como algo muy bonito porque además Waldo para mí es como un hermano y él también me ha querido siempre a mí como lo mismo. Waldo tenía la potencia y hacía goles y yo era el hábil. Muchos aficionados se dividieron entre esas dos corrientes, habían partidarios de la fuerza y de la técnica. Nos decían café con leche y todas esas cosas. Lo más importante es que nos entendíamos en el campo.

-Incluso llegó a montar una cafetería con Waldo.

-Sí, se llamaba Walgui y estaba al lado de Mestalla. Lo que ocurrió es que cuando me traspasaron al Elche se quedó el negocio.

-No jugó la final de la Copa de Ferias del 63 porque estaba con España en la derrota 2-6 ante Escocia que marcó a una generación.

-Aquello fue un desastre con España. El Valencia jugaba la final en Zagreb contra el Dinamo y me dijeron que no hacía falta que fuera porque habían fichado a Paquito y Sánchez Lage a mitad de temporada. Ganamos 1-2 y en el partido de vuelta tampoco jugué. Fue algo que en su momento me enfadó porque creo que son los dos únicos partidos que no fui convocado con el Valencia.

-Su tercer título fue la Copa del 67. ¿Qué recuerda de aquella final contra el Athletic de Iribar?

-Había un ambiente espectacular, el campo estaba lleno y había mucha gente del Valencia. Cuando ganamos la Copa fue una locura, se llenó de gente el césped y a mí me desaparecieron los pantalones, la camiseta y me quitaron hasta las medias. Para recoger la copa nos dejaron una equipación nueva.

-El recibimiento a la vuelta sería distinto al del 62.

-Sí, completamente diferente. Recuerdo que en la vuelta en autobús tuvimos que ir parando desde Motilla de Palancar, donde en el cruce con el pantano ya estaba esperándonos gente. Pasábamos por todos los pueblos y aunque no parábamos en todos los sitios sí que saludábamos. El autobús tenía que ir lento por los pueblos porque había muchísima gente en cada uno de ellos. Era otro deporte. En las localidades donde la carretera ya iba por fuera la afición salía fuera a esperarnos.

-Todo esto sin redes sociales ni mucha información del regreso.

-No, la gente había leído alguna reseña en el periódico o en la radio de la hora de la salida desde Madrid y hacían los cálculos de más o menos cuando pasábamos por su pueblo. Podían estar esperando horas.

-Le sacaron dos rojas. Una en el 65 contra el Espanyol de Di Stéfano. Usted le llamó «mentiroso» y él «llorón» después de todo lo ocurrió aquel día.

-Fue un partido con un pique muy fuerte. El Espanyol tenía defensas muy duros. Tres años después se repitió la tensión en Mestalla con Migorance y Glaría. Ocurrió un lance al final de un partido de Copa, con la eliminatoria a favor nuestra, donde nos dijimos de todo. Al acabar me fui al vestuario y veía que nadie venía. Después me contaron que Sánchez Lage se fue a por Glaría en el túnel y se armó una tangana espectacular. Se pegaron por culpa mía.

-Una de las primeras decisiones de Di Stéfano como entrenador del Valencia en 1970 fue prescindir de usted. ¿Hubo algo de represalia por todo lo ocurrido en esos partidos contra el Espanyol?

-Quedó campeón de Liga con lo que acertó en todo lo que hizo. La vida es así, también tiró a Waldo. Nos tiró a los dos. ¿Represalia? Siempre he tenido la duda, es verdad que tenía un carácter muy especial.

-¿Nunca habló con él de aquello?

-No, nunca. Hablamos en la prensa y adiós muy buenas, no nos dijimos nada más. Ni hola. Ni él quería saludarme ni yo tampoco tenía por qué hacerlo. El pique ya había empezado en un partido que vino con el Real Madrid. En una esquina de Mestalla le hice un caño, le dejé sentado y la afición se burló de él. Hubo un cachondeo enorme, tenía mal genio y se cabreó. Él era Di Stéfano y yo tenía 20 años. Más que con él me fui dolido con el club, después de once años jugando llegó junio y el Valencia me despidió por una carta certificada que me mandaron a casa. «Gracias por los servicios prestados, queda usted libre». Esa fue mi despedida.

-¿Le gusta el fútbol de ahora?

-El fútbol moderno basado en la posesión me aburre. Ha vuelto a la rutina de mantener el balón. Hay partidos en los que te duermes viéndolos. Si nosotros llegamos a jugar así en nuestra época nos sacan a garrotazos de Mestalla. La preparación física tampoco es la misma. Nosotros la potencia la hacíamos subiendo las escaleras de tribuna corriendo. Hace unos años fui a Paterna y cuando vi el gimnasio, la sauna y la piscina pensaba que estaba soñando.

-Usted era un jugador eminentemente habilidoso.

-Me gustaba hacer diabluras con el balón. Me pegaban mucho y tenía habilidad para provocar penaltis porque tenía una buena punta de velocidad en los primeros metros.

-¿Se siente más orgulloso de lo que le dio como jugador al Valencia o de los jugadores que sacó en su etapa en la cantera?

-De las dos cosas pero, sobre todo, de la cantera. Tenía contrato en el Elche pero la directiva de Ros Casares lo arregló para que volviera como director de la escuela. Sacamos a muchos jugadores, desde Giner a Fernando, del que tengo una camiseta firmada que pone que fui su descubridor, Granero, Aliaga, Revert, Camarasa, Sánchez, Fenoll, Tendillo, después de hablar con su padre en Moncada, y a Voro, que estaba en l'Alcúdia y lo fichamos por diez balones de entrenamiento.

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