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Rioja protege el balón ante Youssef Enríquez. EFE

El Valencia no se fía de sí mismo

El equipo empieza bien pero termina agobiado por las acometidas del rival| Corberán aún sigue sin encontrar la tecla adecuada y el punto se da por bueno tras una segunda mitad muy mediocre

Lunes, 20 de octubre 2025, 23:36

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Empezó como nunca, acabó como casi siempre. No perdió, eso es verdad, pero llegar al minuto noventa con esa sensación de angustia en el cuerpo ... mantiene muy viva la sombra de duda sobre el colectivo y, en especial, también sobre su entrenador. Este Valencia no se fía ni de sí mismo y la manera de sobrevivir en Vitoria ante un rival con más ímpetu que calidad e ideas es una evidente muestra de ello. Parece que Carlos Corberán ha regresado a la casilla de salida, que sigue rebuscando en el manual hasta encontrar la tecla adecuada. O una tecla, da igual la que sea. Nueve partidos de Liga y dos últimas semanas de severo trabajo para no saber realmente ni cuál es el punto fuerte del equipo ni cuál es la filosofía de juego. ¿A qué juega realmente el Valencia? Es un verdadero desafío contestar a este planteamiento y resulta sorprendente porque se supone que si alguien debe tener las ideas claras desde hace muchos meses, ese es el entrenador. El Valencia sufre por todo: por un lateral derecho que parece en ocasiones casi de regional; por unos centrales a los que les tiemblan las piernas y contagian al resto; por un Gayà que no está nada fino y le pesa en ocasiones hasta el brazalete; por un centro del campo que pierde gas conforme avanzan los minutos; por un Danjuma que cada vez es menos Danjuma, y por un ataque totalmente insípido hasta el punto de que no se obtuvo ni un solo saque de esquina a favor en todo el partido. Si no cayó este lunes el Valencia ante el Alavés fue sencillamente porque esta vez, con eso de las acciones a balón parado, salió cara. Lo normal, teniendo en cuenta los precedentes, es que Toni Martínez –se sobrepuso con demasiada facilidad a Copete– hubiera cabeceado a la red una falta lateral y que el lanzamiento más tarde de Denis Suárez, en lugar de tocar el poste y salir, hubiera ido para adentro. Son esas las cosas que les pasa habitualmente a esos equipos que no levantan cabeza por su propia desdicha. El Valencia llevaba esa dinámica con las dos últimas derrotas. Por eso, hasta se podría dar por bueno el punto si no se tuviera en cuenta contra quién juegas y lo que te viene encima en las próximas jornadas. El Valencia se ha zambullido en tal mediocridad que hasta el empatito en Mendizorroza provoca una esa sonrisa nerviosilla de alguien que sabe que está jugando con fuego.

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