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PACO LLORET
Sábado, 6 de diciembre 2014, 00:28
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La carrera de José Vicente Forment quedó truncada cuando el Valencia visitó al Granada en la temporada 72-73. Una entrada alevosa del defensa Aguirre Suárez le produjo una fractura de tibia y peroné. Aquel domingo de septiembre, el delantero de Almenara no formaba parte del once titular ya que había salido en el segundo tiempo reemplazando a Pepín para levantar un marcador adverso. Los valencianistas perdían al descanso por 1-0 y, a falta de cinco minutos para el final, lograron su objetivo con el gol del empate, obra de Gabriel Uriarte. Poco después, Forment ya estaba en la enfermería con la pierna rota. Siete meses después, en abril del 73, reapareció pero ya no volvió a ser el mismo. Su trayectoria declinó y al finalizar el ejercicio siguiente abandonó la disciplina valencianista.
Aquel episodio recrudeció la animadversión existente hacia el Granada entre la afición valencianista en aquella época; hasta tal punto se inflamó el ambiente a raíz de aquella acción que en el partido de la segunda vuelta disputado en Mestalla entre ambos conjuntos, el Granada prescindió del causante de la lesión y de Fernández, otro zaguero temible que se había ganado una pésima reputación por sus métodos expeditivos. Curiosamente, el entrenador del conjunto andaluz en aquel ejercicio era Pasieguito, todo un referente del valencianismo. La leyenda negra acompañaba a la pareja de defensas sudamericanos y para evitar males mayores y rebajar la tensión del choque, se consideró conveniente que ni siquiera viajaran a Valencia.
Aguirre Suárez había sido integrante del célebre Estudiantes de La Plata en cuyas filas también militaba Bilardo que conquistó en 1968 la Copa Libertadores de América y la Intercontinental ante el legendario Manchester United de Bobby Charlton y George Best. Aquel duelo con los ingleses degeneró en una batalla campal y marcó al fútbol argentino. La suciedad exhibida alcanzó límites impensables. De hecho, Aguirre Suárez estuvo en prisión un mes, tras otra refriega salvaje con el AC Milan en la final del mismo torneo al año siguiente. Varios jugadores 'pincharratas' -como son conocidos los integrantes del Estudiantes- fueron duramente sancionados y, dos años después, Aguirre Suárez fichó por el Granada donde coincidió con el paraguayo Fernández. Después llegaría el uruguayo Montero Castillo que tampoco escatimaba en artimañas.
Pronto se corrió la voz y cundió el pánico entre los delanteros de la mayoría de los equipos cuando debían acudir a jugar al viejo Los Cármenes: sabían que les esperaba una tarde de golpes y provocaciones. En ocasiones, hubo quienes forzaban unas molestias para evitar pasar ese mal trago. El episodio inicial del conflicto tuvo lugar en la undécima jornada de la temporada 71-72 cuando el Valencia viajó a Granada como colíder e invicto. Los de Mestalla habían vencido la semana anterior al Barça con un gol de Sergio ratificando un excelente momento de juego. En la ciudad de la Alhambra se quebró la racha: derrota por 1-0, Adorno y Quino salieron renqueantes y Fuertes fue expulsado tras un incidente con Aguirre Suárez. Meses después, el Real Madrid, el otro aspirante al título también perdió en Granada por 2-1 y el primer gol de aquel choque lo marcó Fernández que en la primera vuelta había sido expulsado junto a Amancio en el Bernabéu tras una brutal refriega. Tres años después, el paraguayo le hizo una entrada de juzgado de guardia al madridista en un duelo copero que produce escalofríos al verla en vídeo. Le cayeron 15 partidos de sanción.
Por si faltaba algo, el Valencia y el Granada quedaron emparejados en los octavos de final de la Copa de 1972. De nuevo, el choque de ida jugado en Los Cármenes estuvo repleto de brusquedades y Aguirre Suárez fue amonestado, pero esta vez los valencianistas se llevaron la victoria gracias al solitario tanto de José Ramón Fuertes. En el partido de vuelta, sin la presencia de Aguirre Suárez, fue expulsado Fernández tras enzarzarse con Miguel Ángel Adorno en medio de una bronca general en la grada de Mestalla. El colegiado ya había amonestado a tres jugadores visitantes en el primer tiempo a medida que la violencia se adueñaba del choque.,
El Valencia obtuvo la clasificación para la siguiente ronda tras empatar a dos con goles de Quino y Adorno. Era tal la psicosis existente en aquella época que cuando el Granada decidió cambiar las rayas verticales de su camiseta por las horizontales, corrió el chascarrillo que era por imitar el uniforme de los presidiarios. La última confrontación subida de tono tuvo lugar en 1974, último ejercicio de Aguirre Suárez en el Granada. Hubo invasión de campo en Los Cármenes e intento de agresión al árbitro que anuló dos tantos a los locales. El Valencia obtuvo un meritorio empate y no hubo que lamentar damnificados.
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