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Sporting-Valencia. EL COMERCIO

La Copa trae otra noche de vergüenza

El Valencia se muestra incapaz de resistir frente a un rival de Segunda

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Martes, 8 de enero 2019

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El Sporting de Gijón recibe al Valencia CF en el partido de ida de octavos de Copa del Rey, a las 21:30 horas en el Molinón.

Los de Marcelino García Toral necesitan ganar hoy. No tanto por encarrilar el pase a cuartos como para redimir sus errores defensivos y en ataque. La temporada no va bien para ellos ni, por supuesto, para el técnico que se ve en la cuerda floja partido tras partido. El choque de hoy podría definir el futuro del club que tampoco ha arrancado bien el año del Centenario.

Once del Valencia: Jaume Doménech, Wass, Rubén Vezo, Diakhaby, Gayà, Parejo, Carlos Soler, Ferran Torres, Kang In, Gameiro y Batshuayi.

Alineación del técnico local, José Alberto: Dani, Molinero, J. Rodríguez, Babin, Canella, Hernán, Cofie, A. Sousa, Álvaro J., Pérez y Noblejas.

Sigue el partido de octavos de Copa del Rey en directo en lasprovincias.es.

LA PREVIA de J.C. Valldecabres

Peter Lim, además de alimentar cada día la deuda en el Valencia, amontona muescas de entrenadores en su hoja de servicios. Fulminó a Pizzi porque le apetecía colar a su amigo Nuno; destituyó año y medio después al portugués a las 13 jornadas de Liga; la ineficacia de Gary Neville duró 29 partidos; Ayestarán batió el récord a la cuarta jornada; Cesare Prandelli huyó a los diez encuentros; lo de Voro no cuenta porque es de la casa, y Marcelino... a este paso no se sabe muy bien cómo va a terminar aunque el entrenador dice estar más fuerte que nunca. Se siente «absolutamente» -dos veces lo dijo- respaldado, «no tengo ningún tipo de duda».

El panorama de calma-tensa en el Valencia empieza a ser bastante extraño. Por ejemplo, el entrenador se sometió ayer a un intenso bombardeo periodístico sobre su situación: doce preguntas respecto a su futuro y ni una sola referencia a su regreso a Gijón -su casa, donde fue futbolista y entrenador- o al mismo partido de Copa del Rey de esta noche. Marcelino respondió con bastante solvencia. Ni una mala cara, ni un mal gesto y hasta alguna tímida sonrisa. Venía con la lección aprendida y no oculta que cuenta con el apoyo de Mateo Alemany y se supone que con el de Pablo Longoria (no ha hablado nunca públicamente). Con Murthy dice tener buena relación cuando conversa en los desplazamientos y cada vez que acude a la ciudad deportiva, aunque nadie sabe lo que realmente piensa Peter Lim. Asegura además el entrenador que maneja el respaldo del vestuario y que de la afición no tiene queja porque le transmiten, en el cara a cara callejero, ánimo ante la abrupta ineficacia que demuestran sus delanteros.

Hasta ahí, la realidad de Marcelino. Pero Mestalla se agota y cuando eso pasa, la grada es capaz de guillotinar sin piedad a presidentes que se creían a salvo (véase los casos tan dispares como Arturo Tuzón o Paco Roig, por ejemplo). En medio de este panorama y con el entrenador repitiendo una y otra vez que su trabajo no admite discusión y que todo se reduce a la puntería de su gente, el Valencia juega esta noche ante el único equipo de Segunda que resiste todavía en Copa y que transita en zona de nadie (a 8 puntos de la promoción y a cuatro del descenso).

Respondió de buen talante a doce preguntas sobre su futuro; apenas habló sobre la cita de hoy

Seguramente El Molinón aplaudirá a Marcelino en su vuelta a casa pero el asturiano está para pocas bromas. Ayer hizo todo un alegato en favor de su labor en Paterna y se ciñó como viene siendo habitual semana tras semana a la faceta anotadora, que este año brilla por su ausencia. «Soy el mismo entrenador de la temporada pasada, no he cambiado en mi forma de ser ni de actuar. Esto es fútbol. A veces se tiene acierto, otras no. La diferencia todos lo sabemos: son 20 goles a favor. Esa es la gran diferencia entre este Valencia y el del año pasado. En todo lo demás es un mejor Valencia. Los goles son los que transmiten alegría, decisión, atrevimiento... Siempre vas apretado, siempre a expensas que un mínimo error te pueda condicionar el resultado. Pero tenemos la misma mentalidad ganadora. ¿Qué nos hace buenos, regulares o malos? Los resultados. Lo asumo».

El discurso de Marcelino no suele variar, más bien se repite cada vez. Son muy pocas veces las que admite el asturiano que el Valencia tiene un fútbol escaso. Se le preguntó precisamente por la posible falta de autocrítica. «El número de goles a favor son números de estar en descenso o cerca de él. Somos un equipo que ha tenido ocasiones claras. Yo sigo trabajando igual. No tengo nada que pueda modificar. Así seguiremos trabajando, con absoluta convicción. Creemos en nuestros planteamientos porque la temporada anterior nos refuerza. Estamos convencidos de la fuerza que tenemos. Encontraremos el camino. Sufro lo que me toca, pero los jugadores sufren muchísimo más que yo».

En Vitoria cambió por primera vez el Valencia de dibujo. «Era una situación puntual. Tuvimos un absoluto dominio de la situación y de juego, no del balón. Las acciones puntuales decidieron el partido, pero ahora tenemos una alternativa».

Ya está bien, no hay derecho a que el centenario se ensucie de esta manera. El Valencia se ha empeñado en echar por la borda todo lo maravilloso que puede ser un aniversario como éste. Se acabaron las excusas. Para todos. Decía Marcelino en la víspera de este horrible trance de Copa que es el mismo que el del año pasado, cuando su nombre era poco menos que glorificado por Mestalla. Pero los hechos son los que son. Existe la posibilidad de que el Valencia juegue los cuartos, pero tener que levantar la eliminatoria en Mestalla ante un rival de Segunda con 150 millones de euros menos de potencial en su plantilla resulta casi vergonzoso. El Valencia no puede ir a un campo como El Molinón poco menos que a arrastrarse. ¿Qué puede pensar el aficionado si se le gana al colista de milagro y se pierde contra un equipo que transita en la zona media de una categoría inferior? Pues sencillamente que se siente poco menos que estafado.

Este Valencia padece una hemorragia de identidad. Tal es el boquete que tiene que se desangra sin remedio cada semana. Y lo peor de todo es que la imagen que dio anoche fue la de no saber cómo actuar ante una situación que se puso cuesta arriba por su propia ineficacia. Dejó que el Sporting marcara primero, empató gracias al rigor del VAR pero se zambulló posteriormente en una ingenuidad alarmante en el segundo tiempo. La imagen de impotencia que dio durante muchos minutos Marcelino da muestras de lo que está pasando. El asturiano se pasó toda la segunda parte gesticulando. Unas veces pedía calma, otras que movieran rápido el balón, otras que saliera su defensa de la cueva, en ocasiones que Jaume la jugara en largo... Marcelino está sufriendo en sus propias carnes la reconversión de un equipo construido sorprendentemente a peor. Y lo más preocupante es que ahora ya no se sabe si el sábado el Valladolid te va a clavar el puñal ante un Mestalla indignado y que mira al palco en busca de soluciones.

De cualquier manera, hay cosas que no acaban de entenderse y que escapan también al dominio del entrenador. ¿En qué pensaba Batshuayi por ejemplo cuando al minuto y medio de partido le cayó un balón de gol con el portero como único obstáculo? La cara de Marcelino fue todo un poema. Salió del banquillo con los brazos abiertos pidiendo una explicación que por supuesto no llegó. Fue el preludio de la debacle posterior. Por supuesto, nadie imaginaba que la cosa se iba a poner tan fea como se puso. No sólo desapareció en combate Batshuayi, otros se apartaron del asunto con más tacto que el belga.

El 2-1 es remontable, por supuesto, pero el daño general ya está hecho. Así no se puede ir por la vida. Porque, a decir verdad, el Valencia encauzó el duelo como de igual a igual, cuando delante sinceramente tenía un grupo de futbolistas con más corazón que fútbol y que no saben realmente si van a ser capaces de luchar por promocionar. Decía Mateo Alemany antes de Navidad que Marcelino era poco menos que intocable. ¿Aún hoy piensa lo mismo? Ayer hubo muchas caras largas en El Molinón. El Valencia no solo falla delante, como siempre. Esta vez también detrás. El primer gol sportinguista es un ejemplo de la descomposición que ofreció la defensa. Wass unos metros por delante fuera de sitio; Vezo desplazado y sin contundencia, y Diakhaby sin saber dónde ponerse ni qué hacer. A Sousa le dio tiempo para levantar la cabeza en el centro y a Noblejas margen de sobra para acomodar el pie en el remate final desde el centro y con Jaume totalmente vendido. Hasta ese momento, el Valencia sólo había dado muestras de vida por la izquierda, en parte por la voluntad de Gayà. Pero poco más.

A raíz de ese inesperado golpe y con El Molinón coreando 'oles', el Valencia acabó por perder los papeles. Se mostró más vulnerable que nunca, con Marcelino desgañitándose en la banda pidiendo calma. Lo habitual, vamos. No es la primera vez que el asturiano hace los gestos de tranquilidad a sus jugadores, atacados por un miedo atroz que les bloquea aún más de lo que son o están, según gustos y exigencias. Ver, por ejemplo a un chavalín como Kang In pidiendo movilidad a gente como Batshuayi y Gameiro es para apagar la luz y marcharse. ¿Realmente tenían ganas de jugar este partido algunos? La Copa, sí importa. ¿Qué fue de aquella leyenda del Valencia bronco y copero? Nada. Al menos ahora suena a cuento de viejos. Una lástima porque esa mezcla de juventud y veteranía que pretendió Marcelino poner sobre el terreno de juego le acabó explotando en las manos al propio entrenador, sumido como su gente en una vía sin soluciones inmediatas. No se entiende tampoco cómo es posible que el Valencia saliera tan desenchufado en el segundo tiempo. Y eso, a pesar de que se llego al descanso con el marcador medianamente apañado gracias a que el VAR dio gol a un pepinazo de Parejo que acabó por enchufar Gameiro. El asistente levantó la bandera y Undiano lo anuló por fuera de juego. La televisión resolvió a favor de los valencianistas.

Ese gol posiblemente dé en Mestalla la clasificación para los cuartos porque a estas alturas pensar en ganar plácidamente a cualquiera se antoja poco menos que imposible. Y es que, lejos de arreglarse en ese segundo tiempo, se fue torciendo de tal manera hasta angustiar por completo a Marcelino. Ni los cambios arreglaron el desaguisado. Al Valencia le entraron prisas por salir del ridículo en el que se había metido sobre todo después de ese segundo gol local. A Marcelino se le puede haber acabado el tiempo porque Mestalla tampoco espera. Quiere salir de la ruina.

Real Sporting

Dani Martín, Molinero, Juan Rodríguez, Babín, Canella, Cofie, Álvaro Jiménez (Blackman m, 77), Hernán Santana (Pedro Díaz m, 65), Sousa, Noblejas Traver m, 65) y Pablo Pérez

2

-

1

Valencia CF

Jaume Domenech, Wass (Piccini m, 67), Rubén Vezo, Diakhaby, Gayá, Ferrán, Carlos Soler, Parejo, Kang In, Batshuayi (Rodrigo m, 45) y Gameiro (Cheryshev m, 78)

  • GOLES: 1-0: Noblejas (m, 33). 1-1: Gameiro (m, 45). 2-1: Blackman (m, 78)

  • ÁRBITRO: Undiano Mallenco. Mostró tarjeta amarilla a Álvaro Jiménez (m, 31) y Vezo (m, 35)

  • INCIDENCIAS: Partido de ida de los octavos de final de la Copa del Rey, disputado en el Molinón ante 19.870 espectadores

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