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JUAN CARLOS VALLDECABRES
Domingo, 24 de septiembre 2017, 01:33
valencia. Todavía seguía ayer dándole vueltas a la cabeza José Ramón Alesanco para encontrar el porqué le había tirado a la calle Anil Murthy. A punto de cumplir siete meses en este nuevo cargo (venía de la Academia y fue nombrado el pasado 27 de febrero) y con contrato hasta 2019 más otro año opcional (se firmó en marzo), el ya exdirector deportivo del Valencia -a falta de firmar el finiquito- se mantiene convencido de que ha cumplido con «honestidad» y «fidelidad» la política que le había sido marcada desde el club y califica con «cierta satisfacción» su gestión deportiva.
De momento, públicamente el Valencia no se ha pronunciado todavía al respecto después de las reflexiones que el propio Alesanco realizaba ayer mismo: «Le he ahorrado dinero al club», decía en LAS PROVINCIAS. El Valencia ni ha emitido comunicado alguno todavía ni ningún portavoz ha expresado opinión sobre esta cuestión pero se asume con bastante placidez la reacción de Alesanco. Mañana tiene cita en las oficinas aunque desde el Valencia se insiste en que ahora, el tema es exclusivamente entre los abogados de ambas partes para resolver el finiquito, dando la impresión de que no hay muchas ganas del 'cara a cara'.
El problema para el Valencia no es que el proyecto que pretendía implantar Alesanco no contara casi desde el primer momento con el respaldo de los nuevos ejecutivos, la gran cuestión es qué ha pasado en el club para que en la última década, hayan desfilado hasta diez responsables máximos en la dirección deportiva, contando para esa décima designación el nuevo rumbo que entre Mateo Alemany y Marcelino van a desempeñar al nivel superior, con Vicente Rodríguez a un nivel inferior como secretario técnico. Monchi marcó un caso seguramente excepcional en el fútbol de hoy en día. El ahora responsable de la Roma estuvo en el Sevilla 17 años. En el Levante, por citar un ejemplo cercano, Manolo Salvador estuvo ocho años al frente. En el Valencia, en cambio, hay directores deportivos como Xabier Azkargorta que sólo han durado un mes, o entrenadores -como Nuno- que desempeñaban la labor (con el beneplácito del dueño) junto con la de dirigir al equipo desde el banquillo. Así es muy difícil dar sentido a un proyecto.
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