Los jugadores rechazan a Corberán
La culpa no es del entrenador, pero los responsables (Solís, Corona y Gourlay) de una plantilla infame durante 5 años se van de rositas
El amor es así de caprichoso. Los jugadores del Valencia se han desencantado de Corberán tan rápido como se enamoraron de él hace ahora casi ... un año tras la destitución de Baraja. Eso se ha visto en los últimos partidos, pero sobre todo este sábado en el Bernabéu (4-0): salieron a jugar sin pasión, sin ganas, sin ilusión, aterrorizados por evitar otra goleada. El técnico de Cheste ha perdido el control del vestuario a la velocidad de la luz. Un grupo de futbolistas no lo quiere. La marcha de Jaume Doménech, psicólogo entre la caseta y el cuerpo técnico, ha abierto un boquete. Y algunas decisiones del entrenador están siendo descabelladas: poner a Jesús Vázquez, zurdo cerrado, de lateral derecho; dar paso a Javi Guerra en el minuto 86 con un 4-0 en contra; o preferir a Lucas Beltrán a Hugo Duro.
El equipo no ofrece ningún recodo para la esperanza, salvo la llegada de refuerzos en el mercado de invierno. El de verano fue una calamidad. Se vendió la columna vertebral (Mamardashvili, Mosquera, Barrenechea y Sadiq) y con ella la inercia positiva del final del pasado curso. Se nos hizo creer que la plantilla había mejorado mucho. Ingenuos, caímos otra vez en el engaño. Pero la culpa no es de Corberán ni de todos los técnicos precedentes desde Marcelino (Baraja, Gattuso, Bordalás, Javi Gracia, Celades), sino de un sistema perverso impuesto por el máximo accionista, Peter Lim. En estos últimos cinco años de desolación hay dos personajes funestos en la toma de decisiones: Solís y Corona, que se han ido de rositas por su sumisión al poder de Lim, sin ningún mérito deportivo. Ah, y Carmelo del Pozo, principal ayudante de Corona, otro desastre en la elección de refuerzos. A ellos se ha añadido el tal Ron Gourlay. ¿Quién recomendó a Caufriez? ¿A Cömert? ¿A Cenk? ¿A Copete? ¿A Thierry Rendall? ¿Y a Lucas Beltrán? En cualquier club normal deberían haber sido destituidos. Aquí campan a sus anchas. Esta semana filtraron desde el club dos estupideces más: que ahora el filial, colista en Segunda RFEF, iba a jugar con el estilo del primer equipo (¿qué estilo?); y la segunda es que iban a ampliar la red de ojeadores a Europa y Sudamérica (¿en serio?, ¿en 2025?).
Ochotorena, un hombre bueno. Hay personas que mejoran a todos con quienes conviven. Esa ha sido la vida de José Manuel Ochotorena, fallecido la semana pasada a los 64 años. Figura principal como preparador de porteros en los éxitos de España, el Valencia y el Liverpool, donde fue campeón de Europa con Rafa Benítez (inolvidable la tanda de penaltis con los movimientos de piernas del portero checo Dudek). Siempre tuvo la palabra exacta para serenar a los guardametas. Desde el primero hasta el último (Mamardashvili), todos salieron ganando. Quedaban miles de historias por contar del Mundial conquistado en Sudáfrica por España (2010), de las Eurocopas en Austria y Suiza (2008) y Polonia y Ucrania (2012), de las Ligas de Benítez en el Valencia (2002 y 2004), de la última Copa de Marcelino (2019)... Me emplazó a narrarlas en un libro cuando se retirara. La bondad y la inteligencia emocional serán su legado.
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