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Jueves, 1 de enero 1970
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Comercios y vecinos del centro de la ciudad observan alarmados el aumento de la mendicidad en las calles de Ciutat Vella. Un somero paseo por vías como San Vicente, la plaza de la Almoina o plazas como la de la Virgen y la de la Reina permite observar decenas de indigentes en las calles de Valencia, que se dedican a pedir apostados a la puerta de los templos o se pasean entre las terrazas solicitando una limosna.
Así lo confirmaron esta semana desde un conocido local situado en la plaza de la Reina, que señalaron que Valencia, «en vez de ciudad de las flores, es la ciudad de los mendigos. Está lleno todo el centro». La situación no es tan dramática como la plantean quienes lo viven todos los días, pero ciertamente es un problema que ha aumentado en últimas fechas. Así al menos lo asegura Rafa Mampel, presidente de la Asociación de Vecinos de Ciutat Vella. «Hemos notado un aumento, sobre todo de húngaros que van pidiendo. Son una mafia que recorre el centro. Van a todas la terrazas uno detrás de otro, y en la puerta de la Catedral está lleno, se pegan por los mejores sitios», indica Mampel, que asegura que esta situación «va en aumento». «Luego hay unos pocos que son españoles que intentan buscar algo para subsistir pero las mafias los echan de los sitios donde más turistas hay para ponerse ellos», asegura Mampel.
El Consistorio siempre ha indicado que hay una cantidad más o menos fija de indigentes en las calles de Valencia, que ronda las 350 ó 400 personas. Sin embargo, en fechas como verano esta cantidad crece porque muchos de los que viven en albergues prefieren dormir en la calle. Muchos de ellos, además, aprovechan la gran afluencia turística en Ciutat Vella para ocupar los lugares más visitados de Valencia, como la Catedral, la Lonja o la Basílica para pedir a la puerta de los grandes hitos turísticos, tal como pudo comprobar este diario.
La presencia de personas sin techo se ha extendido a puntos como Campanar, concretamente en un solar ubicado junto a la transitada avenida Pío Baroja. A finales de 2017 se instaló junto a la huerta un congoleño, Osama Oqio, que construyó con sus manos una pequeña choza con adobe y, ahora, son ya cerca de veinte las construcciones improvisadas que han surgido alrededor. Todas estas chabolas se encuentran frente al cementerio de Campanar y muy cerca de la comisaría de Policía del Molí del Sol. En este punto contrasta la imagen de nuevas edificaciones de gran altura, muchas de ellas con zona ajardinada y piscina, y las chozas que hay sólo a unos metros de distancia. El Consistorio quiere ahora derribarlas.
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