Recuperar la Tortada, una investigación detectivesca
La reconstrucción de la obra de Goerlich será posible tras analizar cientos de restos de varios edificios y monumentos
El Ayuntamiento de Valencia tiene sobre la mesa dos alternativas para la recuperación de la Tortada de Goerlich, un trabajo que se ha realizado durante ... un año y que puede considerarse una auténtica investigación detectivesca. El arquitecto Javier Hidalgo y su equipo han tenido que desenterrar literalmente numerosas piezas escondidas en un viejo vertedero en San Isidro, además de analizar el material situado en almacenes municipales, calles y jardines de Valencia, junto a otros lugares en Paiporta.
Pero esto ha sido sólo el primer paso. Una vez realizada la valoración de los restos, estos fueron marcados y acopiados de manera ordenada según la disposición previa, elaborándose unos mapas de almacenamiento donde se especifica su localización. Y todo después de que fueran fotografiados y medidos.
Ese ha sido el trabajo básico antes de decidir qué piezas eran de la Tortada construida por el arquitecto Javier Goerlich entre 1931 y 1932, para evaluar las que podían servir en una reconstrucción. La desaparición de este espacio de la plaza del Ayuntamiento en 1963 no ha evitado que perdure en la memoria de los valencianos, con la apertura de un «agujero» para situada en una planta sótano los quioscos de flores gracias a una columnata.
Como publicó LAS PROVINCIAS, el gobierno municipal debe tomar ahora en consideración las propuestas incluidas en el documento de Hidalgo, quien ha conseguido montar un puzle para reconstruir la columnata del Mercado de Flores y uno de los bancos curvos de descanso.
A falta de tomar una decisión sobre si instalar la Tortada en la plaza del Ayuntamiento, el jardín del Turia o en otro emplazamiento, este hecho pondrá fin a una historia que este año cumple su 25 aniversario. Fue en 2000, según indica el documento, cuando Encarna Furió, jefa del Servicio de Patrimonio Histórico, solicitó a Jorge García Bernia, director gerente de Ferrocarrils de la Generalitat, que facilitase el acceso a Aurelio Castelló Roca, Jefe de Monumentos, «al antiguo apeadero de San Isidro para visualizar y retirar restos de piedras de la antigua plaza del Ayuntamiento de Valencia, que se encuentran depositadas en el citado espacio».

En septiembre de 2012 el portavoz de Esquerra Unida, Amadeu Sanchis, alertó de que no había constancia documental en el Ayuntamiento de la ubicación de los restos de la plaza desmontada obra de Javier Goerlich. La concejalía de Cultura aclaró poco después que los tenía localizados en media docena de lugares y monumentos de la ciudad.
En febrero de 2020, César Guardeño, en representación del Círculo para la Defensa del Patrimonio, solicitó la custodia y retirada definitiva de los restos de la Tortada de Javier Goerlich, depositadas en un solar de San Isidro, propiedad de Ferrocarrils. Ya en este mandato, en 2023, es cuando se pone en marcha el concurso para adjudicar la investigación, que ha resultado todo un éxito al ser posible la reconstrucción de dos grandes piezas por el método de anastilosis, es decir, añadir piezas nuevas de otro material para poder entender el conjunto arquitectónico y que el público se haga una idea de cómo era en origen.
Todo este trabajo se debe al genio de un arquitecto, Javier Goerlich, que ha dejado una huella indeleble en Valencia. Nombrado Arquitecto Mayor del Ayuntamiento de Valencia en 1931, durante todo el tiempo que ostentó este puesto no dejó de proyectar y dirigir obras; de todas ellas, las realizadas entre 1926 y 1936 constituyen quizá la parte más representativa de su carrera profesional a juicio de los expertos.
En estos años Goerlich se convirtió en uno de los profesionales valencianos más destacados e influyentes de la ciudad, dirigiendo la construcción de varios edificios de viviendas y elaborando desde el Ayuntamiento destacadas intervenciones de la etapa republicana. A esos años corresponde la Tortada en la entonces plaza Emilio Castelar.
En la remodelación de la plaza, Goerlich utilizó un lenguaje neobarroco similar al que le sirvió para la prolongación de la Alameda hasta el Puente de Aragón o en la peatonalización del puente del Mar, en concreto en las escalinatas y los bancos. Paradojas de la vida, los puestos de flores no atraían clientes al sótano y poco después, tras la Guerra Civil, volvieron a la superficie.
La investigación ha tenido que separar piezas de otros monumentos. Algunos han sido clasificados, como es el caso del también desaparecio monumento a Sorolla que estaba en la playa del Cabanyal, además de la antigua fuente de la plaza de la Virgen. La lista se completa con bancos del pretil o piedras de puentes del viejo cauce.
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