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El poder chino crece en la Comunitat

El número de asiáticos residentes alcanza un récord tras años de imparable ascenso, con una población inmune a la crisis que ya se eleva a 23.000 personas

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Sábado, 30 de diciembre 2017

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Hasta hace dos décadas, la comunidad china era prácticamente residual en nuestra región. Un grupo minoritario de inmigrantes ligado a restaurantes baratos y las emergentes tiendas de 'todo a cien'. Hoy su presencia alcanza una cifra de récord. Son ya casi 23.000, según el Instituto Nacional de Estadística. Su número va en imparable ascenso. Sus negocios se han diversificado. Y hasta están conquistando los viejos bares españoles de cortado, bocata, caña o tapa. El relevo generacional, el de valencianos de padres chinos, ya avanza en aulas de colegios y universidades.

Por encima de todo, llama la atención su resistencia a la adversidad. La crisis ha pasado factura a casi todos los extranjeros que han buscado un futuro en nuestra región. Sus poblaciones han fluctuado. Por ejemplo, los de la Unión Europea son mayoría, pero su presencia en la Comunitat cae en picado desde 2012. La población africana tocó techo en 2013 y desde entonces ha bajado. Los sudamericanos también han ido abandonando la región y su número se desploma desde 2009.

Mientras, la población china no se ha resentido ni un ápice. Aumenta año tras año y se ha multiplicado por siete desde el inicio del milenio. Por doce en dos décadas. En España ya son más de 200.000. Y son los reyes de la inmigración asiática en la Comunitat. En concreto, suponen casi la mitad de los residentes que proceden de este continente. En segundo lugar aparecen los pakistaníes, más de 12.000, y los indios, que son 5.500.

En su contexto

  • Valencia: Tanto a nivel residencial como de pequeños comercios, la pequeña China valenciana se abre paso en el centro de la ciudad, en el bloque de fincas de la calle Matemático Marzal, Convento Jerusalén, Pelayo o calle Bailén.

  • Manises: Son decenas las megatiendas y grandes almacenes con rúbrica oriental que desarrollan su negocio en el polígono La Cova, a ambos lados de la CV-37, entre Manises y Ribarroja.

Uno de los valencianos que mejor conoce la cultura china es Vicent Andreu, director del Instituto Confucio. Interpreta así la sorprendente evolución demográfica. «Ya no es que la crisis no les haya perjudicado, es que han sabido aprovecharla con precios bajos y su enorme talento para los negocios», resume.

El negocio «en la sangre»

Esta capacidad «la llevan en la sangre, es algo milenario en su cultura y se suma su carácter emprendedor». En su mayoría, funcionan como autónomos. Según Andreu, «al principio, cuando se establecen, puede que trabajen un tiempo por cuenta ajena en un local o restaurante de algún familiar o amigo, pero no tardan en buscar su propia iniciativa y convertirse en empresarios».

¿Cuáles son sus fortalezas? «Visión de negocio, capacidad de sacrificio y adaptación ante el fracaso», explica Andreu. Para el experto, existe una concepción equivocada: «Tendemos a pensar que lo de trabajar muchas horas es algo propio de los chinos. Sin embargo, es algo que va unido al tipo de negocio familiar, sea de la nacionalidad que sea».

Más de 5.000 hijos de inmigrantes chinos han nacido en la región en las últimas dos décadas

Al mismo tiempo, «amplían su campo de negocio en los huecos que deja la sociedad occidental». El ejemplo más claro es su curiosa expansión en bares y cafeterías de barrio de origen español. Los de cortado, bocata, caña o tapas. Como explica Andreu, «están muy atentos a los traspasos de bares de propietarios españoles cuyos hijos no van a seguir con el negocio». A partir de ahí «contratan o mantienen a españoles en cocina mientras ellos se reservan la gestión y la barra. O simplemente aprenden las técnicas y a funcionar».

El relevo generacional ya ha llegado. Según los datos del INE, en las últimas dos décadas han nacido en la Comunitat más de 5.000 hijos de padres de nacionalidad china. Las cifras del Ministerio de Educación muestran que ya hay casi 4.000 niños de esta nacionalidad matriculados en colegios e institutos valencianos. Mientras, en las aulas de la universidad se forman 600 universitarios de origen asiático.

La llegada de chinos se ha multiplicado desde 1998 por 12,4

Andreu aprecia hoy cierta apertura en esa voluntad de los padres chinos de que sus hijos continúen con del negocio familiar. «A principios de este siglo era más frecuente, pero ahora los padres residentes con hijos tienen más confianza en que progresen a nivel universitario y sean lo que quieran ser».

La comunidad china amplia sus negocios: electrónica, estética o el típico bar de tapas

Eso sí, el hecho de que los más jóvenes abracen la cultura occidental no acarrea un abandono de su tradición. «Los padres suelen mantener la educación en lengua china de sus hijos, como habla materna en casa, en academias o en clases particulares. No quieren que se pierda. Por tradición y por ser una oportunidad de negocio», desgrana el experto.

Aferrados a lo propio, pero con enorme espíritu de adaptación. El emblemático Bar Frenazo, en la calle Pelayo, es hoy un local de comidas chinas. Pero ese nombre de siempre se mantiene en el cartel junto a caracteres orientales. Lo mismo ocurre con Don Pepe, a pocos metros.

Sobrenombre a la española

Esta costumbre se aprecia también con los nombres propios. La peluquería china de Lorena Ye, en la calle Pelayo, es un buen ejemplo. Así, Shui, Mei, Wen o Yun pueden acabar convertidas en Isabel, Pilar, María, Lucía... Lo explica Andreu: «Saben que la gente de aquí retiene mejor el sobrenombre español que el chino y no tienen ningún problema en rebautizarse a la española».

La tendencia a reagruparse en ciudades es propia de toda inmigración. Pero en el caso de los chinos es muy pronunciada, en parte por la solidaridad y apoyo familiar que les caracteriza. En Valencia, la pequeña China está en las calles Convento Jerusalén, Julio Antonio, Pelayo, Matemático Marzal o Bailén.

Casi 4.000 niños chinos estudian en colegios e institutos valencianos y 600 son universitarios

En la barriada prácticamente la mitad de los negocios están ya bajo gestión china. Y no sólo tiendas o restaurantes. Hay agencias de viajes, tiendas de estilismo, parafarmacias, peluquerías, ultramarinos de productos autóctonos, tiendas de informática y telefonía, asesorías. Consuelo Delás es propietaria de uno de esos bajos, el del restaurante Casa Ou en Matemático Marzal. «Desde finales de los noventa, todos los inquilinos han sido chinos. Y si cierra un negocio por que va mal, enseguida abre otro», explica.

Zuoqun Cai es el presidente de la Asociación de Voluntarios Chinos, que visita a pacientes o auxilia a compatriotas «ante cualquier problema». Está convencido de que la juventud china que reside en la Comunitat «está plenamente integrada, mucho más que las primeras generaciones de inmigrantes». Cai, por ejemplo, se proclama «seguidor del Valencia CF y conozco a muchos amigos chinos falleros».

Zhao Binnong | Asesora

«Si aquí parece que trabajemos mucho, en China es peor»

Zhao Binnong, en su asesoría de Convento Jerusalén.
Zhao Binnong, en su asesoría de Convento Jerusalén. J. Signes

Tiene 29 años y lleva dos en Valencia, donde conoció al que hoy es su marido. Y llega con la intención de quedarse. «Quiero que mis hijos crezcan aquí», anhela Zhao Binnong, una joven economista al frente de la asesoría ALM de la calle Convento Jerusalén. Es la menor de dos hermanas y, tras formarse en China con experiencia en la exportación, dirigió su camino hacia nuestras tierras por las «oportunidades de negocio». Y recalca: «Si aquí parece que trabajemos mucho, en China aún es peor y más duro. Cuando vine aprendí español en dos años y a trabajar», explica la asiática. Cree que los primeros inmigrantes de su país llegaron a Valencia «por supervivencia» y hoy lo hacen «en expansión de negocios».

Weizeng Wan | Experto en electrónica

«Elegí Valencia por su clima y mi futuro está en esta ciudad»

Weizeng Wan, al frente de Yuncoa Telecom.
Weizeng Wan, al frente de Yuncoa Telecom. Jesús Signes

En el cruce de Matemático Marzal con Convento Jerusalén está Yuncoa Telecom. Y allí, entre decenas de conectores, teléfonos, fundas y demás aparatos encontramos a Weizeng Wan. Soltero. 38 años. Experto en electrónica y enamorado de la fotografía de retratos. «Elegí Valencia por su clima parecido al de mi país y mi futuro está en esta ciudad. Es aquí donde me gustaría encontrar pareja y que crezcan nuestros hijos».

A Valencia llegó solo en 2009 y montó el negocio. Elogia el carácter «amable» de los valencianos. Su hermana siguió el mismo camino comercial, el de la telefonía, en Madrid. «Mis padres se quedaron en China y allí viajo una vez al año para visitarlos, se les echa de menos», traduce una empleada del negocio. Y es que, a diferencia de los más jóvenes, dominar el español todavía es un reto para Wan.

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