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Martes, 10 de octubre 2017, 00:20
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Con la mirada al frente y la sonrisa permanente en el rostro durante todo el recorrido, la abanderada de este año, María Oliver, protagonizó una de las sorpresas más agradables de los últimos años. Sin sofocos ni gestos crispados, con calma y equilibrio, llevó con total tranquilidad los tres metros de altura de mástil y los 18 kilos que pesa la enseña por las calles de Valencia. Tras dejarla en el Museo Histórico, comentó que considera la Senyera «un símbolo del pueblo valenciano, de los diversos que somos y lo que nos gusta salir a la calle para disfrutar de la fiesta». Del recorrido dijo que se había sentido «muy bien, la verdad para mí el recorrido bastante rápido y un acto para enorgullecernos».
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